CAPITULO II DERECHO A LA VIDA1/ A. Consideraciones Generales Este
capítulo se contrae fundamentalmente a los sucesos ocurridos a partir del 9 de
septiembre, a raíz del ataque iniciado ese día por el Frente Sandinista de
Liberación Nacional contra diversos destacamentos de la Guarida Nacional.
Desde luego, esto no implica que se desconozcan las numerosas denuncias
de violaciones al derecho a la vida recibidas por la Comisión, acontecidas con
anterioridad a esa fecha, las cuales siguen el trámite correspondiente.
Con todo, dad su especial gravedad, también se ha considerado la situación
que en años recientes ha afectado a numerosos campesinos desaparecidos. Por
razones de metodología y claridad narrativa se ha decidido distinguir en este
Capítulo las siguientes circunstancias, a saber: 1. Muertes ocurridas durante los combates y bombardeos. 2. Muertes y otros hechos ocurridos a personal de la Cruz Roja. 3. Muertes ocurridas posteriormente, durante la llamada “Operación Limpieza”. 4. Muertes ocurridas después de terminadas las hostilidades. 5.
Situación de los campesinos desaparecidos. B.
Muertes ocurridas durante los combates y
bombardeos Con
el inicio de la lucha armada, el sábado 9 de septiembre, se desencadenaron en
las más importantes ciudades de Nicaragua intensos combates que duraron varios
días. Como sucede en todo conflicto armado de tal magnitud, ambos
bandos, es decir la Guardia Nacional y el Frente Sandinista, sufrieron pérdida
de vidas, así como un considerable número de heridos2/.
Las bajas de los contendientes ocurrieron como resultado de los combates
callejeros, así como de los bombardeos aéreos y del empleo de artillería
pesada por parte de la Guardia Nacional. La
Comisión, claro está, deplora la pérdida de cualquier vida humana, sin
importar las circunstancias que la causaren.
Pero resulta evidente, a la vez, que en lo que concierne a este
fundamental derecho a la vida, las partes contendientes tienen el deber de
respetar a la población no combatiente y que, por lo mismo, se encuentra en
estado de indefensión para salvaguardar su vida.
Tal debe, como se explicará en esta sección, no fue cumplido por la
Guardia Nacional. El
más, el Gobierno de Nicaragua asumió la solemne obligación de respetar las
normas internacionales del derecho humanitario, consagradas especialmente en la
Convención de Ginebra sobre Protección de las Personas Civiles en Tiempo de
Guerra, suscrita el 12 de agosto de 1949, la cual es también aplicable a los
conflictos armados sin carácter internacional 3/,
y que Nicaragua ratificara el 17 de diciembre de 1953. 4/ Antes
de su llegada a Nicaragua, la Comisión recibió numerosas comunicaciones en las
cuales se alegaba que un gran número de muertes, de heridos, y de pérdidas
materiales entre la población civil, se debió al indiscriminado uso por la
Guardia Nacional de los bombardeos aéreos y la artillería pesada.
Con el objeto de investigar estas graves denuncias, la Comisión se
trasladó poco después de su llegada a las ciudades que habían sido más
afectadas por los combates, Estelí, León, Masaya, Jinotepe y Chinandega. La
Comisión recorrió amplia y detenidamente distintos sitios en cada una de esas
ciudades, hablando directamente con los moradores de esos lugares y visitando
sus casas, y pudo constatar la magnitud de la destrucción efectuada por los
bombardeos aéreos y la artillería pesada, recibiendo abundantes e irrefutables
pruebas que ahora obran en sus archivos. A
título de ejemplo, se citan a continuación algunos casos de los numerosos
recibidos, que sirven para ilustrar esta afirmación.
Es importante señalar que la Comisión investigó un buen número de
estos casos, visitando el terreno mismo donde ocurrieron los hechos. En
Chinandega, la Comisión Especial recibió el siguiente testimonio: “Era
jueves 14 de setiembre cuando los aviones comenzaron a disparar sobre nuestras
casas en el Barrio La libertad. Estábamos
mi marido, mi hija de cinco años y yo agachados en una esquina de nuestra casa,
llorando y pensando que ahí nos moríamos pues las balas y charneles estaban
destrozando nuestra pequeña casa de madera.
Decidimos salir y refugiarnos en un sitio seguro; salimos por la cocina,
mi esposo con nuestra hijo en sus brazos. Un
avión voló muy bajo, parecía que venía director a nosotros, y disparó unos
cohetes, cayéndole a mi niña en la espaldita y a mi marido que la llevaba.
Adonde yo miré sólo vi el corazón y tripas de mi niña; estaba
desbaratada, destrozada. Mi
marido caminó como 30 pasos, ya sin brazos, la sangre saliéndole por todas
partes hasta que cayó muerte. Tenía
una herida en el pecho; le quedó parte del cohete que volaba humo incrustado en
la pierna. La pierna izquierda sólo
tenía el hueso pelado. “Yo
quise levantar a mi niña pero estaba deshecha; estaba desesperada.
Corrí y busqué un brazito y traté de ponérselo, traté de entrarle
todo lo que se salía pero ya estaba muerta.
Era mi única hija, y me había costado tenerla; y la vestía para las
fiestas y la mimaba. No sé que voy a hacer, me voy a volver loca.” Un
informe, de 28 de septiembre, de un colegio religioso en la ciudad de León,
dice así: “Día
13, miércoles:
En la mañana, un avión de la Fuerza Aérea Nicaragüense (FAN)
ametralla León y en la tarde la ciudad es bombardeada con “Rockets” (cohetes)
desde el Fortín de Acosasco dominante al suroeste de la ciudad.
El número de refugiados supera el millar; incluso la capilla es
habilitada. “Día
14, jueves:
A las 5 a.m. nace el primer niño en el dispensario.
A media mañana muere una alumna del “Manuel Ignacio Lacayo” en su
propia casa a consecuencia de una bomba lanzada por un helicóptero FAN; como
muchos muertos de Subtiava, es enterrada en el patio de su casa.
Hacia las 2:30 p.m., un avión de reconocimiento dice la Guardia Nacional
va a realizar “un operativo militar”, que nadie abra sus puertas a los
“sanguinarios comunistas” y que la GN no se responsabiliza de lo que pueda
suceder. A las 5 p.m. empieza el bombardeo, los cañonazos, tiroteos
interminables, incendio. Se ve la
luz y nos quedamos sin agua. La
gente duerme apretujada. Los lloros
de los niños ponen una nota patética.” Una
reconocida asociación profesional de León presentó a la Comisión Especial un
escrito, parte del cual expresa lo siguiente: “El Jueves catorce, temprano por la mañana, pudimos oír por radio la suspensión, decretada por el Gobierno, de todas la s garantías constitucionales y el establecimiento del estado de sitio, anunciando el ejército por medio de altavoces desde un avión y un helicóptero que la ciudadanía debía permanecer en sus casas con las puertas cerradas y no permitir la entrada a extraños porque la G.N. iba a combatir. Habían corrido rumores de que el Presidente ordenaría el bombardeo de la ciudad pero nadie daba crédito a tales rumores ya que considerábamos fuera de lo humanamente posible, el que un ejército bombardeara a su propio pueblo; sin embargo, a eso de las nueve de la mañana, varios helicópteros y aviones, sin poder precisar cuántos, sobrevolaron la ciudad y ante el asombro y terror de los leoneses, sucedió lo imposible. Los aviones y helicópteros que bajaban súbitamente en picada comenzaron a lanzar metralla, bombas y rockets que infundieron el pavor en la población civil. Mientras los civiles permanecían en sus casas, víctimas inocentes de la masacre, los insurgentes se desplazaron a lugares más seguros. La G.N. continuó su obra de destrucción y genocidio durante varias horas sobre la ciudad inerme. Después de un breve período de respiro, al mediodía, la ciudadanía atónita fue víctima durante la tarde de un nuevo bombardeo que comenzando cerca de las cuatro y media de la tarde concluyó cerca de las siete y media de la noche. La luna iluminaba la ciudad y facilitó durante las primeras horas de la noche la continuación del bombardeo”. La Comisión pudo constatar que la ciudad de Estelí fue la que mayores daños materiales sufrió. Per, sobre todo, es en su aspecto humano donde ocurrieron los mayores estragos. Algunas fuentes informaron a la Comisión que gran número de muertes y heridos tuvo lugar en esta ciudad. Esta afirmación se hizo aún más evidente para la Comisión cuando comprobó que gran parte de los representantes de la sociedad esteliana, en particular, miembros de la Asociación de Abogados, Sociedad Médica, Cámara de Comercio, Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos, Sociedad de Odontólogos, sacerdotes, periodistas y trabajadores se encuentran muertos, heridos, presos, asilados o en el exilio, hostigados o bajo amenaza de muerte. En
un documento presentado a la Comisión por una asociación profesional se
relatan los hechos acaecidos en Estelí, de la siguiente manera: “El
11 de septiembre, la ley marcial está impuesta y las garantías
constitucionales suspendidas. Todas
las comunicaciones están cortadas. El
comando GN está sitiado. La
población levanta barricadas en las calles.
La Fuerza Aérea (GN) entra en acción, bombardeando los barrios el
Calvario, San Antonio y José Benito Escobar, matando en esta acción a muchos
civiles. La ciudad queda todavía
en poder de las fuerzas insurgentes. Los
enfrentamientos dejan un saldo estimado en 40 muertos.
La población civil empieza a saquear algunas tiendas. “Huyendo
de las destrucciones causadas por los bombardeos, una gran parte de los
habitantes busca refugio en los puestos de socorro instalados en edificios de más
fuerte estructura. La Cruz Roja está
constantemente hostigada, varios socorristas están heridos, las ambulancias
ametralladas, Los heridos son
llevados a la fuerza por la GN y luego rematados.
“El
17 ya no hay luz, ni agua, la ciudad queda totalmente incomunicada; los
alimentos y las medicinas escasean.” “No
se sabe el número exacto de los muertos que quedan insepultados en las calles y
en las casas destruidas por los bombardeos de los aviones y de los tanques. “En
estos días se estiman los efectivos de la GN en Estelí en más de 1,200 por lo
menos, con armamento pesado y tanquetas, más el apoyo permanente de seis
aviones de combate GN. “El
20 de septiembre, cientos de muertos quedan tendidos en las calles y las casas.
La GN tiene la ciudad rodeada y prohibe toda entrada o salida. Algunas familias logran escapar saliendo de la ciudad
destruida por veredas hacia las montañas. “La
GN ordena a la población de varios barrios, abandonar sus casas para poderlas
registrar. Testigos presenciaron el
saqueo sistemático que se realizó antes de la destrucción definitiva de las
viviendas que fueron quemadas por los elementos GN saqueadores. “Después
del fuerte ataque del día anterior, varios edificios quedan total o
parcialmente destruidos, entre ellos el Banco de América, la iglesia El
Calvario, el edificio de la Inmobiliaria y muchas casas por el bombardeo.
Numerosas personas civiles resultan heridas o muertas.” “A
pesar del fuerte ataque aéreo, la resistencia siguió fuerte.
Mayor cantidad de gente busca como abandonar la ciudad en llamas.
La GN planea atacar el Hospital y el Colegio de Nuestra Señora del
Rosario que sirve de asilo a unas 4,000 personas, entre mujeres, ancianos, niños
y socorristas de la Cruz Roja”. “La
GN señala “oficialmente” más de 90 muertos entre “atacantes” civiles.
La entrada de la ciudad está prohibida a todos los periodistas que no
traen una orden firmada por una autoridad superior GN.” Un
grupo de religiosos, médicos, educadores, profesionales y ganaderos de Estelí
suscribieron el 18 de septiembre –antes de que terminaran los acontecimientos
en esa ciudad—el siguiente relato: “Después
del conocimiento de los resultados del primer día, donde los muertos y heridos
no fueron combatientes en su mayoría, sino que civiles que no pudieron ser
atendidos, se trató de comunicar y lanzar un S.O.S. al exterior para evitar
mayor derramamiento de sangre de ambos bandos y la ciudadanía pero estábamos
incomunicados y con la comunicación interna del teléfono que apenas quedaba se
habló con el Señor Comandante Departamental para sepultar cadáveres y atender
las distintas necesidades del pueblo, lo que fue desoído; por los
radioaficionados que de alguna manera han podido cooperar se han lanzado al
mundo algunos mensajes hasta antes de ser censurados.” “Los
días lunes 11, martes 12, miércoles 13 y jueves 14, se combatió entre los dos
grupos por tierra dentro y alrededor de la ciudad, por parte de la Guardia
Nacional con el uso de tanquetas y armamentos pesados que han sido usados contra
todas las casas por simples sospechas de que podían haber elementos
combatientes rebeldes.” “Los
días viernes 15, sábado 16 y domingo 17, a temprana hora, comenzaron a
sobrevolar la ciudad aviones de la Fuerza Aérea, que minutos después iniciaron
el ametrallamiento por aire, a medida que según parece, la Guardia Nacional
avanzaba por tierra, lo que intensificó un ataque aéreo sobre toda la población
por varias horas en los barrios y alrededores de la ciudad, dando como resultado
el terror de gran parte de sus habitantes, que buscando refugio, han sido
localizados en puestos de socorro improvisados, ya que las casas de habitación
de la ciudad, por su construcción, compuesta de techos de cinc o teja y paredes
de ladrillo, madera o taqueza, son totalmente inseguras para proteger a sus
moradores del ataque al que por tierra y aire ha sido sometida a Estelí.” “Con
conocimiento de que la mayor parte de los muertos y heridos han sido civiles,
ajenos a los grupos combatientes, algunos de ellos han sido atendidos en puestos
improvisados de socorro, clínicas y el hospital, los cuales operan con grandes
dificultades, ya que los socorristas y voluntarios han tenido que realizar los
auxilios y ayuda bajo graves riesgos, puesto que no se ha dado tregua ni han
sido respetados los emblemas y neutralidad de la Cruz roja, llegándose hasta
herir socorristas, ametrallar ambulancias y rematar heridos, todo esto por parte
de elementos de la Guardia Nacional.” Algunas
denuncias de casos individuales recibidas por la Comisión Especial en la misma
población de Estelí dicen así: “La
señora Reyna Gutiérrez y sus dos hijos tiernos, eran gemelos.
Era una humilde mujer del pueblo, que no tenía nada que ver con los
asuntos políticos. Ella tenía a
sus hijitos en los brazos cuando fue ametrallada por el avión.
Esta mujer tenía una edad de más o menos 30 años, muy pobre y vivía
en casa de madera, indefensa y sin alimentos.” “También
fue muerta la señora Ana López que tenía en sus manos la Biblia,
pidiendo a Dios clemencia, y allí le llegó la bomba del avión que bombardeaba
ocho horas diarias sobre esta ciudad, con la intención de terminar con la
ciudadanía.” “Estaba
en una casa vecina refugiada, la cual fue atacada por “rockets” de la aviación
gubernamental. La señora Ruth
Games de Valencia fue herida por un “rocket” que pesaba una libra y dos
onzas. Sus dos niñas pequeñas
también fueron heridas. El marido
fue herido en la frente.” “Una
enfermera que también resultó herida fue trasladada por la Cruz Roja a
Managua.” “me
quemaron mi casa en presencia de mis hijos y mi marido.
Le suplicamos al guardia que no nos quemara, pero nos contestó que era
orden superior de quemar “este pueblo hijo de puta”.
Sacamos el carro y entonces nos pusieron la tanqueta y las ametralladoras
y el carro cogió fuego y gracias a Dios estamos vivos porque nos arrastramos y
salimos debajo de las llamas; también nos quemaron el jeep.
Mi marido anda huyendo de pueblo en pueblo porque tiene orden de captura
por ser militante del F.A.O. (Frente Amplio de Oposición), pero él no aprueba
la lucha armada, su lucha es cívica. A
mí y a mi familia sólo nos quedó el vestido con que andábamos puestos. Ahora estoy viviendo donde una amiga que tiene buen corazón
y me da la comida. Mi casa estaba
en una esquina y cerca de la catedral.” “También
los aviones quemaban las casas. También
los guardias andaban con recipientes de gasolina y prendían fuego.
Esto daba horror. Todos estamos enfermos de los nervios. Vivimos días horribles.
Veintiún días de angustia, de terror, sin agua, sin luz, sin comida.
En la casa donde estábamos refugiados llegó la Guardia a registrar y es
el colmo que las alhajas que tenía puestas, un guardia me las quitó.” C.
Muertes ocurridas a personal de la Cruz
Roja El
día 14 de septiembre, la Cruz Roja nicaragüense, despachó de Managua a
Chinandega un convoy con medicamentos y víveres para atender a las solicitudes
de ayuda de esa ciudad. Integraban
el convoy una ambulancia ocupada por el Dr. Leopoldo Navarro, Secretario General
de la Institución y Director del Departamento Médico, y dos miembros de la
guardia permanente, con medicamentos, y una camioneta –la unidad 38--- con víveres,
ocupada por los socorristas José Dolores Estrada Granizo y Marvin Alberto
Flores Salazar. Ambos vehículos
iban identificados con las insignias de la Cruz Roja y banderas de la misma. A
continuación se presenta un relato de la Cruz Roja de Nicaragua sobre lo
acontecido en ese viaje: “Se
había obtenido la autorización correspondiente del Presidente de la República
para la misión. Recibí fotocopia
de este documento y a las 14:00 horas iniciamos nuestra marcha hacia León.
Tomamos la vieja carretera y no tuvimos ningún contratiempo durante el
recorrido. Aproximadamente a las
15:15 horas llegué al empalme de la carretera León-Chinandega, más o menos en
el kilómetro 90, en donde una patrulla de la Guardia Nacional nos impidió el
paso. El oficial me informó que no
podríamos seguir adelante porque: “está
incómoda la situación”. Mostré
la autorización del gobierno y el oficial se comunicó que a pesar de ésta no
era posible seguir, ya que había recibido en últimos momentos órdenes
contrarias. Di instrucciones a la unidad 38 de que me siguiera e inicié
el regreso a Managua.” “Aproximadamente
en el kilómetro 78 de la carretera León—Managua encontré un convoy militar
integrado por 3 yipones (jeep grandes) de
la Guardia Nacional, con personal y armamento.
Le dije al chofer que disminuyera la velocidad y el convoy pasó.
Momentos después, el chofer me dijo que había perdido la vista a la
unidad 38, que venía detrás de nosotros.
Llamé por radio a la unidad tres veces y al no obtener respuesta, le
indiqué, al chofer que detuviera la marcha y le ordené que nos regresáramos a
León para ver qué es lo que había sucedido.
A los dos kilómetros aproximadamente vimos nuestra unidad estacionada en
la carretera con los vidrios rotos y salpicada de sangre.
Nos detuvimos a unos 30 metros de la misma y observamos que no se veían
personas en él.” “Al
iniciar nuestro regreso a Managua, aproximadamente a 200 metros de nuestro
pick-up ametrallado, apareció un helicóptero militar que arrojó una ráfaga
de metralla. Ordené al chofer que
bajara la velocidad ya que pensé que la agresión era contra nosotros.
El helicóptero volvió a pasar y ametralló dos veces más haciendo
saltar las hojas de los árboles muy cerca de nosotros.
Inmediatamente me bajé e hice señales con bandera de la Cruz Roja.
El helicóptero prosiguió haciendo círculos sobre nosotros, pero ya sin
disparar, hasta que llegó una patrulla de Guardia Nacional proveniente de León
con 2 vehículos y aproximadamente 20 guardias nacionales. Se bajaron, nos encañonaron con sus armas y ordenaron a dos
miembros de la patrulla que entraran en la ambulancia y le dieron instrucciones
de que a la menor muestra de hostilidad dispararan primero al chofer y luego al
viejo (el Dr. Navarro) y nos comunicaron que íbamos detenidos a León.
Al pasar frente a la unidad 38 le pedí al chofer que pasara despacio y
pudimos observar que los socorristas yacían sobre el asiento delantero heridos
o muertos, uno sobre el otro. El
chofer estimó que los dos estaban muertos.” “En
ese momento llegaban dos patrullas procedentes de León, quienes nos detuvieron
y ordenaron el registro de los vehículos y uno de los miembros de la patrulla
dijo que desde nuestro pick-up habían disparado a un Teniente de la guardia
nacional heriéndole, otro dijo que lo habían matado. El resultado del registro fue que solamente encontraron
medicinas y víveres. “Nos
autorizaron regresar a Managua y uno de los soldados rasos me dijo en voz baja
“que había sido un gran error”. Yo
pregunté si podíamos llevarnos a Managua a los dos compañeros ya plenamente
confirmados muertos y ante la respuesta afirmativa, procedimos a trasladar de la
pick-up a la ambulancia los cadáveres de los socorristas José Dolores Estrada
Granizo y Marvin Alberto Flores Salazar, quienes tenían destrozada la cabeza a
causa de las balas recibidas. Decidimos
dejar abandonada en la carretera la pick-up hasta segunda orden e iniciamos el
regreso a Managua sin ningún contratiempo llegando a la base aproximadamente a
las 17:30 horas, en donde reinaba gran consternación por los sucesos ocurridos”. La
Comisión tiene en su poder varias fotografías del estado en que quedaron la
camioneta y los cuerpos de los socorristas.
En estas fotos se pueden contar fácilmente más de 70 impactos de bala
en la camioneta, algunas de grueso calibre.
Los cuerpos quedaron considerablemente destrozados. Sobre
este incidente, la Comisión también recibió una grabación que obra en su
poder y que considera importante transcribir, en lo relevante, en su totalidad.
Los interlocutores del diálogo son el Coronel Humberto Corrales, Jefe
del Estado Mayor Presidencial y el Mayor Anastasio Somoza, hijo del Presidente
Somoza y Director de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI).
El Mayor Somoza se encontraba en ese momento en la ciudad de León al
mando de sus tropas, encargado, según información recibida, de las operaciones
de “limpieza” de esa ciudad. “El
diálogo dice así:
...
Este diálogo confirma, en lo esencial, el relato de la Cruz Roja nicaragüense
y, además, que la Guardia Nacional estaba bien informada de la existencia y de
los movimientos del convoy de la Cruz Roja, por lo que el ataque que sufrió no
tiene excusa. La versión sobre los
hechos inventada por el Mayor Somoza y que ordenó difundir en el diálogo con
el Coronel Corrales, es otro ejemplo más del irrespeto a la Guardia Nacional, a
la Cruz Roja, a sus miembros y a sus actividades humanitarias.
La Comisión tiene también informes acerca de dos socorristas heridos en
Chinandega habiéndoseles impedido plena atención médica.
Asimismo, se le comunicó que en enero/febrero de 1978 una ambulancia de
la Cruz Roja que llevaba a un niño enfermo, a su madre y a un socorrista, fue
ametrallada por Guardias del Fortín de la Pólvora.
Igualmente, fue informada que en Managua la Salud Pública y el Hospital
Vélez Páiz tienen ambulancias que llevan pintado el emblema de la Cruz Roja y
que en el Barrio Open No. 3 ambulancias del Gobierno con el emblema de la Cruz
roja fueron utilizadas para transportar guardias, creando por ello recelo y
confusión en la población respecto a la Cruz Roja. En Estelí una persona herida que era auxiliada por la Cruz
Roja. Fue ametrallada mientras estaba en la camilla.
En Diriamba la Guardia Nacional golpeó 4 socorristas y los despojó del
dinero que llevaban. D. Muertes ocurridas inmediatamente después
de los bombardeos, durante la llamada “Operación limpieza” Al finalizar
los bombardeos, la Guardia Nacional llevó a cabo una operación militar, la
cual se ha venido a conocer como “Operación Limpieza”, con el objeto de
aniquilar los últimos focos de resistencia.
De acuerdo a las denuncias recibidas por la Comisión, aún antes de que
ella viajara a Nicaragua, en ese operativo la Guardia Nacional atacó cruelmente,
llevando a cabo numerosas ejecuciones sumarias de personas no combatientes, por
el solo hecho de habitar en barrios o caseríos donde habían actuado miembros
del Frente Sandinista. Así, se señalaban,
entre otros lugares, a Monimbó en Masaya, Subtiava y Fajas Williams en León,
el Calvario de Estelí, y Colonia Venerio de Chinandega.
Como se ha mencionada en otras partes de este Informe, la Comisión visitó
todos estos lugares, hablando con los residentes de los sitios afectados y
entrando en contacto con los deudos y vecinos de las personas cuyas muertes se
habían denunciado. Asimismo, visitó
diferentes sitos donde todos los indicios corroboran el hecho de que en esos
lugares existen fosas comunes de poca profundidad en las cuales se encuentran
enterradas varias personas.
Todas las pruebas recogidas por la Comisión, la han llevado a la
conclusión de que la Guardia Nacional de Nicaragua actuó durante la fase
denominada “Operación Limpieza” con un marcado desprecio por la vida humana,
fusilando a numerosas personas, en algunos casos niños, en sus propias casas o
al frente de las mismas y en presencia de sus padres y hermanos.
A continuación, se transcriben, a título de ejemplo, algunas de estas
denuncias.
En Matagalpa, donde el alzamiento insurreccional se inició a fines de
agosto, el 30 de agosto, en plena “Operación
Limpieza” uno o varios combatientes del Frente Sandinista, mientras huían de
la persecución de efectivos de la Guardia Nacional, entraron por la puerta
principal del Hotel Soza de esa ciudad, y salieron inmediatamente por la parte
de atrás. Poco después llegaron
los solados, y la denunciante, única sobreviviente de los hechos, relata lo
siguiente: “El
día 30 de agosto, aproximadamente a las 11:30 de la mañana en Matagalpa, en mi
casa conocida como “Hotel Soza”, hicieron interrupción, disparando, más o
menos 30 guardias de los que dicen pertenecer al EEBI, y ordenaron a todos lo
que estábamos en la casa, al fondo, saliéramos con las manos arriba a la sala
principal de la misma casa. Estábamos
en la casa, mi señora madre, Tina Aráuz de Soza, mi cuñado Harold Miranda, la
empleada Nubia Montenegro, y un huésped, Alfredo Lacayo Amador, y la que
suscribe la presente declaración. A
medida que iban saliendo iban también siendo ametrallados.
Yo que venía detrás de mi madre, salté a la casa vecina y me pude
ocultar en el basurero, ocultada por el cuerpo de mi madre.” “Pase
todo el día escondida en el basurero, es decir 24 horas ocultándome detrás de
unas tablas podridas a escasos pasos de los guardias que siguieron disparando
para abatir todas las puertas. Pude
oir que gritaban: eran cinco, dónde está el otro?” “Y
pude ver como a mi madre la seviciaron después de ametrallarla abriéndole el
abdomen con la bayoneta. A mi cuñado
le cortaron los genitales y se los pusieron en la boca.” “A
mi madre le quitaron sus prendas, a mi cuñado un reloj que andaba y hasta las
llaves del carro. Y de la casa se
llevaron unos 8,000 córdobas que mi señora madre tenía escondidos debajo de
un colchón. Después de haber
saqueado toda la casa y no encontrado ni armas ni guerrilleros, un miembro de la
guardia exclamó: “Los jodimos de pura choña”. “Yo
pude salir al día siguiente a los hechos ayudada por unos amigos que me
llevaron unas prendas en enfermera para no ser reconocida. A los pocos días llegó una orden de captura masiva al
comandante de la Policía de San Dionisio, donde se encontraba mi señor padre,
contra toda la familia Soza.” “Antes
de que pudieran llegar a aprendernos, mi señor padre nos llevó a otro lugar.” En
Masaya la Comisión Especial recibió los siguientes testimonios ocurridos con
ocasión de la “Operación limpieza”: “El
9 de septiembre de 1978 entró el Frente Sandinista al pueblo de Masaya,
teniendo completamente tomada la ciudad, y el 11 de septiembre vino la GN a
bombardear la casa de habitación con una tanqueta.
Esta quedó completamente inhabitable; en la misma perdieron la vida la Sra.
María Sequeira y su hijo de año y medio, que lo tenía en sus brazos.
Después de bombardear su casa y matar a la Sra. Sequeira, acto seguido
se fueron a un negocio de la Sra. Sequeira, de cerveza, bebiéndose todas las
cervezas.” “El
11 de septiembre, efectos de la GN sacaron de su casa de Mario y Alcides López,
a las 2 de la tarde, y los golpearon. Se
los llevaron y al día siguiente los encontraron como a tres cuadras de la casa
en la calle, muertos a tiros.” “A
las 4 p.m. del 11 de septiembre de 1978, Gloria María fue a observar a
200 varas de su casa, donde estaba reunida con su infante y con su esposo, unas
columnas de humo que provenían de la ciudad de Masaya.
Su casa es una finca distante a 4kms. De Masaya.” “La
veo que es baleada por un miembro bien equipado que era difícil observarlo en
el potrero por su color verde, recibe un balazo en la rodilla de la pierna
derecha, un poco arriba, luego, boca arriba ella pide clemencia a Dios por su
hijo y les ruega que la lleven donde su esposo ---que corre desesperadamente a
auxiliarla---. El mismo asesino de
la EEBI, en operación “limpieza” ordenado por Somoza, le contesta: “donde
Pedro Joaquín te voy a enviar” le dispara a sangre fría tres disparos (1) en
su seno derechos, (1) en el pecho por el esternón, (1) en el ombligo.
Muerta fue arrastrada en su propiedad y mandada a la morgue.
La GN puso obstáculos para que la enterráramos a las 3 p.m. del 12 de
septiembre de 1978.” “El
día 12 de septiembre como a las 9 de la mañana, salió de su casa, a buscar
refugio, Manuel, de 43 años, acompañado de sus tres hijos, Omar
(24 años), Salvador (14 años) y Mauricio (13 años).
Iban con banderas blancas y atrás venían las mujeres; cuando se
encontraban en su camino los agarraron miembros de la Guardia nacional entre los
cuales había varios orientales a quienes no se les entendía lo que hablaban.
Les dispararon sin preguntarles nada y cayeron todos (iban con bandera
blanca tratando de salir de Masaya para una finca debido a la pelea; más atrás
de los cuatro venía el resto de la familia también con bandera blanca).” “Murieron
inmediatamente Omar y Salvador. Mauricio
cayó herido en una zanja. Manuel,
al caer, solamente quedó herido en las piernas y al acercársele los guardias
imploró, cubriéndose la cara con las manos, que no lo mataran, pero ahí mismo
le dispararon cercenándole las manos y parte de los brazos.
El resto de la familia que venía atrás presenció todo.
Ese día no las dejaron (a las mujeres) recoger los cadáveres.
Al día siguiente sí los recogieron y encontraron más de 300 cápsulas
en el lugar. Los llevaron a su casa
y los enterraron en el patio de la casa.” Del
antes citado informe de una asociación profesional de León, transcribimos los
siguientes párrafos: “El
15 de septiembre la GN anunció una operación de “Limpieza en la ciudad y
prohibió a los ciudadanos, algunos de los cuales ya no saldrían nunca, el
abrir las puertas y salir de sus casas. Es
doloroso el comprobar que si en los combates previos hubo algunos muertos, mayor
cantidad y de ciudadanos civiles desarmados perecieron en el alevoso bombardeo
cuyo calificativo justo no encontramos en el diccionario, pero todavía después
del bombardeo, cuando ya la GN dominaba la ciudad y los grupos de rebeldes habían
huido, el ejército desató una represión que no da viso a concluir y que la
fecha ha producido mayor número de muertos que las otras dos etapas y muchísimos
daños materiales que, igual que los del bombardeo, consideramos totalmente
innecesarios.” “En
los días posteriores al bombardeo y coincidiendo con un éxodo desesperado de
gran parte de la población, al GN, en su afán de destruir la resistencia,
rompe y destroza puertas cerradas de viviendas, alacenas y bodegas, lo mismo que
muebles, buscando rebeldes o documentos y objetos comprometedores.
Varios casos conocemos de tales atropellos.
Pero aún todavía más doloroso y enardecedor resulta el hecho de que se
ha organizado una verdadera cacería humana donde no hay capturas sino solamente
muerte para jóvenes varones de catorce años arriba por la simple sospecha, más
bien temor, de que puedan ser rebeldes. Horrendas
masacres ha producido la acción de los militares que presentándose en los
diferentes lugares ametralla indiscriminadamente a la población viril, dejando
saldos de viudas y huérfanos faltos de protección.
Lugares hay en que toda una cuadra quedó sin hombres.
Otras veces jóvenes desarmados huyendo de la feroz persecución marchan
al campo donde son víctimas de la mortífera acción de las patrullas militares.
En otras ocasiones y por el simple informe mal intencionado de un soplón,
ciudadanos respetables son capturados junto con sus hijos y torturados
cruelmente. En ocasiones al no
encontrar a la persona requerida, capturan a las mujeres como rehenes para
obligarlos a presentarse. Esta
persecución debe cesar de inmediato ya que constituye un delito de lesa
humanidad y está privando a nuestra ciudad del elemento joven, mano de obra
necesaria para la reconstrucción y el progreso del país.” Una
denuncia sobre el fusilamiento colectivo de 22 personas en el Barrio Nuevo de
Guadalupe de León y cuyos cuerpos fueron enterrados en fosa común en un lugar
denominado “La Arrocera”, dice lo siguiente: “El
día 18 de septiembre de 1978, llegamos al Barrio Guadalupe de la ciudad de León
a un callejón llamada “Barrio Nuevo”.
Cuando caminábamos por una larga calle de oeste a este, notamos que los
vecinos se asomaban a sus puertas y ventanas en actitud de medio y asombro, pues,
creemos que era la primera vez que miraban un vehículo circular por esa calle
desde hacía 9 días que habían permanecido encerrados, guareciéndose de los
tiroteos y bombardeos de la Guardia Nacional. Se notaba en sus miradas una profunda tristeza y medio, que,
en esos momentos nuestra mente no lograba imaginar la tragedia que habían
sufrido.” “Ibamos
tres personas en el vehículo. Nuestra
gira era con el objeto de visitar al Sr. Róger González B., empleado de “Prolar”,
para pedirle información sobre el estado de la Compañía que tiene sucursal en
esa ciudad.” “La
casa estaba ubicada en un pequeño callejón de humildes viviendas que no llegan
a 25 en total. Cual fue nuestra
sorpresa, que la esposa de Róger, Josefa, de unos 24 años de edad, se
encontraba en un estado lamentable de locura, delirando, gritando y repitiendo a
cada instante el nombre su marido: Róger...Róger... Por qué te fuiste?, te
dije que te matarían.., etc. Se
nos presentó un señor y comenzó a narrarnos lo que había sucedido. Desde este momento nos estábamos dando cuenta de la suerte
que les había tocado. En efecto:
Amigos, nos dice el señor. Nos han
masacrado. Josefa está volviéndose
loca. Tenemos varios días sin agua,
no tenemos comida y lo peor es que no podemos salir a ninguna parte.” “Escuchen
ustedes: Junto con Róger mataron a mi hijo.
Le pedimos que se calmara y nos relatara lo que había sucedido.
Se calmó un poco y nos informó lo que él sabía:
El jueves 14 venía del lugar llamado “Chacareseca”.
En el camino escuché un tiroteo y fuertes detonaciones a lo largo de la
ciudad, aviones y helicópteros volaban sobre León.
Tuve miedo y descontinué mi camino, que quedé en una finca.
El día 17 me puse en camino hacia la ciudad y tomando todas las
precauciones logré llegar a esta casa. Mi
hija menor y los vecinos me pusieron al corriente de los hechos y con ayuda de
otros vecinos hemos logrado hacer una lista de las personas que fueron
ametralladas impunemente. Solamente
de este callejón hay 22 muertos de diferentes edades.
A todos los conozco bien, son gente humilde y pacífica; estoy seguro que
ninguno ha empuñado un arma contra nadie, es más, la mayoría eran padres de
familia con responsabilidades de velar por sus hijos y familiares.” “Ese
día (15 de septiembre) toda la gente del barrio salió a la calle gritando:
“Dice la Guardia que van a quemar todo este vecindario, que salgan todos,
desocupen las casas, ya viene el bombardeo”.
Acto seguido, aparecieron varias patrullas de la Guardia disparando a las
puertas y culateando las que se encontraban cerradas.
Salgan hijos de p.... Tenemos órdenes de quemar todo esto ---repetían
los guardias demostrando el odio y altanería que los caracteriza.” “Todos
los vecinos se salieron a la calle, las madres con sus niños en las manos y
algunos ancianos ayudados por los jóvenes.
Por un momento, muchos no sabíamos que hacer, pues, teníamos miedo de
cruzar la línea férrea, porque, del otro lado, en los matorrales de patios vacíos,
se encontraban tendidos, todo un ejército con tanquetas y tractores que nos
infundía pánico. Sin embargo, no
nos quedaba otra alternativa y optamos por trasladarnos al otro lado de la línea
férrea, antes de ser alcanzados por una bomba o las ráfagas de ametralladora
que desde los helicópteros lanzaban hacia la población civil.” “De
pronto un grupo de hombres gritaron. –Vamos a “La Ceiba”, una finca al
otro lado del Bay Pas. Todos
salimos con esa dirección, iban unas ciento cincuenta personas aproximadamente.” “De
pronto las patrullas de la Guardia salieron de entre los matorrales y nos
interceptaron, diciéndonos: “A
ver, ustedes, los hombres, entreguen los niños a las mujeres y sepárense”,
señalando con la punta de los rifles, indicaban a los hombres que debían
separarse. Reunieron un grupo de 8
jóvenes aproximadamente y les dijeron: “Ustedes
van a ir a quitar barricadas”, y se los llevaron. Formaron otro grupo como de 25 hombres entre jóvenes y
viejos, los acostaron en el suelo, los registraron y de inmediato los
trasladaron hacia la maleza; les pidieron que se arrodillaran y un solo guardia
con todo el odio y el sadismo, descargó su ametralladora mortífera sobre ellos.” Los nombres y
edades de esos jóvenes asesinados son los siguientes:
Otra denuncia
recibida también en la ciudad de León y la cual, como las demás, la Comisión
investigó, es la siguiente: “Como
a las cuatro de la tarde del viernes 15 de septiembre, después del bombardeo aéreo
que sufrió la ciudadanía de León y en especial el sector de las Fajas William
cuando venía una escuadra de la Guardia Nacional por tierra iniciándola una
tanqueta la cual venía disparando sobre las casas del sector ya mencionado, es
decir de las Fajas William media al norte, y detrás de la mencionada tanqueta
venían grupos de guardias nacionales golpeando las puertas de las casas para
que les abrieran y el que no lo hacía le ametrallaban su casa.
Así anduvieron hasta llegar a mi casa, la cual tenía ya hecho un hoyo
al penetrar un disparo de la tanqueta. Cuando
golpearon la puerta de la casa por temor les abrí la puerta, porque me requerían
que la abriera diciéndome: abrí hijo de p...; una vez abiertas las puertas
entraron a mi casa cuatro guardias nacionales.
Todos los que estábamos en la casa nos reunimos en la sala.
Luego los guardias ordenaron que se pusieran parte las mujeres y parte
los hombre, después les ordenaron que salieran todos a la calle, hombre y
mujeres, y en la puerta detuvieron a las mujeres.” “Se
llevaron a los primeros tres muchachos a través de la calle hasta una pared,
con las manos sobre sus cabezas y ahí mismo los mataron.
Forzaron a salir después a tres jóvenes más, entre ellos mi hijo, de
18 años, y cuando estaban saliendo de la puerta con las manos en alto los
soldados que estaban en la calle los ametrallaron en sus rostros y pechos.
Efraín estaba gritando: “No me maten, no me maten”.
Pude milagrosamente salvarme yo y mi hijo, de 5 años de edad, a quien
tenía agarrado de mi mano. En
seguida me ordenaron los guardias que estaban adentro de la casa que nos paráramos
todos a la orilla de la pared apuntándonos con las ametralladoras que ellos
portaban y diciéndome uno de los guardias que no me iban a matar porque yo me
parecía a su señora, pero que le dijera donde tenía las armas, respondiéndole
que yo no tenía arma alguna en mi casa, y que todos los que nos encontrábamos
ahí éramos una sola familia, incluso al que habían matado de nombre Efraín,
en la puerta de la casa, era hijo mío también.” “Procedieron
a catear la casa y a registrar roperos, cómoda y todos los objetos que había y
hasta el último recodo de la casa, no encontrando arma alguna hasta entonces
fue que la guardia nacional desalojó mi casa.” En Estelí, la
Comisión Especial también investigó sobre el lugar de los hechos de la
siguiente denuncia: “La Profesora Paula Ubeda de Morales, de 40 años aproximadamente y directora del Colegio Alfonso Cortés, salió acompañada del joven Omar Rugama a la farmacia a comprar medicamentos para su suegra. Iban por la calle cuando una ráfaga de tiros de un franco tirador de la GN que estaba en la torre de la iglesia los hirió en las piernas, cayeron, e inmediatamente fueron a terminar de matarlos. Después de varios días fue cuando el esposo pudo obtener permiso de la GN para buscarla y enterrarla. Cuando la estaban enterrando en su propia cada llegó la Guardia. Obligó a varias personas que se encontraban allí, bajo sus angustiosas protestas primero a arrodillarse al lado de la fosa que habían cavado y después a tirarse en ella. Una señora les dijo: “Pedro señor, si yo no estoy haciendo nada. Tenga piedad de mi muchachita”. De nada valió: el primero en tirarse al hoyo fue el señor H.L., y luego los otros. De una vez descargaron sus ametralladoras sobre las cuatro personas, muriendo entre ellos el joven Fernando Morales, de 16 años, hijo de la difunta Profesora que enterraban. Sin embargo, el señor H.L. resultó ileso y pudo salvarse para contar esta historia porque los otros cuerpos le cayeron encima. Espero hasta que los guardias habían retirado y salió para pedir auxilio y sepultar a los muertos.” E.
Muertes ocurridas después de terminadas
las hostilidades Después
de terminadas las operaciones militares en las ciudades más afectadas,
alrededor del día 21 de septiembre, se inició una nueva etapa en la cual se
responsabiliza a la Guardia Nacional de llevar a cabo una campaña sistemática
de persecución y muerte de jóvenes de quienes se sospeche hayan tenido alguna
vinculación con el Frente Sandinista, o por el simple hecho de tener simpatías
por éste.
Durante la visita a Nicaragua, la Comisión recibió muchas denuncias
sobre las muertes de numerosos jóvenes, ocurridas de manos de la Guardia
Nacional. Según los reclamantes,
en varias ocasiones las muertes ocurrieron por el hecho de que la Guardia
Nacional habría disparado contra grupos de jóvenes que al ver llegar
repentinamente los saldos se habían puesto a correr despavoridamente.
En otros casos, se alegaba que las personas habrían sido sacadas de sus
casas a la fuerza por la Guarida Nacional durante la noche, en la cual está
vigente el toque de queda, y en unos casos ejecutadas cerca de sus casas y
dejadas en la calle y en otros, lanzados sus cuerpos en un sitio inhóspito
donde tomarían cierto tiempo en ser encontrados los cadáveres.
Asimismo, otros reclamantes expusieron a la Comisión algunas muertes que
imputan a la Guardia Nacional, y cuyas circunstancias demostraban, según ellos,
la perversidad de los responsables.
La Comisión investigó un buen número de estos casos, tomando contacto
con los familiares de las víctimas, muchos de ellos testigos de los hechos,
recibiendo también el testimonio de médicos que examinaron el estado de los
cadáveres, y hablando con personas cuya investidura confiere a sus
declaraciones gran credibilidad para la Comisión, tales como Obispos,
sacerdotes, monjas, miembros de la Cruz Roja, etc. Asimismo, la Comisión visitó los lugares donde ocurrieron
las muertes, pudiendo notar muchos casos numerosos impactos de bala.
En la ciudad de Jinotepe, la Comisión Especial recibió el siguiente
testimonio:
“Una joven mujer embarazada caminaba con su esposo y pequeño hijo. Se presentó una patrulla de la Guardia Nacional y se llevó
detenido al esposo. Mientras estaba
preso le sacaron un ojo, le arrancaron las uñas y la lengua con un cuchillo; le
abrieron el vientre y se lo llenaron de lodo y entonces lo ametrallaron.
El médico que examinó el cadáver (había sido abandonado en la
carretera y descubierto más tarde por un pariente en la morgue de Managua)
encontró que tenía mas de 50 impactos de bala.”
En Diriamba, la Comisión Especial recibió la siguiente denuncia:
“Manuel Jesús Ribera, era un niño de 12 años, muy querido y popular
en el vecindario quien llamaban “la mascota”.
Durante los combates ayudó a los sandinistas trayéndoles recados y
alimentos pero sin combatir con ellos. Este
hecho motivó que posteriormente la Guardia Nacional lo persiguiera
implacablemente llegando incluso a matar a otro niño a quien confundieron con
“la mascota”. En venganza, el
padre del otro niño asesinado lo buscó hasta encontrarlo en el mercado de
Diriamba y lo denunció a la Guardia Nacional.
Solados de la Guardia lo ubicaron allí el jueves 5 de octubre, escondido
en un cajón, de donde lo sacaron y ametrallaron, matándole.”
La muerte del niño Ribera fue confirmada a la Comisión Especial por el
propio Comandante Lola de la Guardia de Jinotepe quien, a modo de explicación,
agregó que éste “ayudaba a la guerrilla.”
En León, se recibió el siguiente testimonio:
“El día sábado 30 de septiembre como a las once y media de la mañana,
en la finca “Las Delicias”, ubicada en la comarca “El Chague”, apareció
la patrulla de la GN en dos vehículos y comandaba por el Sargento Pablo
Aguilera y otro de nombre Jorge Luis, quienes en forma violenta llegaron a la
finca asuntando a todos los moradores de la casa, de los cuales salieron huyendo
dos muchachos en forma despavorida, creyendo que se trataba de asaltantes
disfrazados de guardias, por la forma grosera y violenta con la que llegaron;
esto dio lugar a que dichos agentes y la guardia desataran una balacera en
contra de los dos muchachos, de nombres Yáder Vanegas Camacho, de 18 años
de edad y Rigoberto Camacho Padilla, de 14 años de edad, quienes se habían
ido a la finca buscando protección en el área rural en vista de que en la
ciudad todos los muchachos que caían en poder de la GN se deban por
desaparecidos. Como resultado de
los disparos resultaron muertos dichos jóvenes, a quienes primero les
dispararon en las canillas y después los mataron, en una huerta vecina, y
andaban completamente desarmados los muchachos.
Les quitaron unos pocos centavos y los zapatos que tenían.
Prácticamente fueron acribillados ya que presentaban disparos en todo el
cuerpo, especialmente en la cabeza, habiendo sido muertos totalmente indefensos
y sin haber cometido delito o falta alguna.”
En Managua, la Comisión recibió esta denuncia:
“El día sábado 30 de septiembre del presente año se encontraban
departiendo unos tragos en su casa de habitación a eso de las 10:30 de la noche,
José Daniel Jarquín García, de 18 años, soltero, de 27 años, soldador, con
un vecino de nombre Manuel Hernández Velásquez, de 27 años, comerciante,
casado y padre de seis niños, todos menores de edad, el mayor de los cuales
tiene nuevo años y el menor dos meses; todos ellos de este domicilio.”
“Resulta que el terminársele los tragos que tenían, dispusieron ir a
comprar una botella de licor a una venta que está situada casi enfrente de la
casa, por lo que los tres cruzaron la radial Santo Domingo que es lo que separa
a la casa de la verga; al estar golpeando en la puerta de la referida venta se
aparecieron dos jeeps color azul de la GN, que se los llevaron con rumbo
desconocido.”
“Al día siguiente domingo 1 de octubre del presente año, me presenté
en la Octava Sección de Policía que es la que corresponde al sector y no me
dieron noticias de ellos. Me
presenté también en la Sección Trece de Policía y tampoco me dieron informes
por lo que decidí ir a la Central de Policía de Managua y allí me dijeron que
no estaban pero que mejor los buscara en el Hospital y en la Morgue ya que si
los habían capturado después de las ocho de la noche estaban “out”.
Como a las 12:00 del día me presenté en el local de la morgue de El
Retiro y allí se encontraban José, Pedro y Manuel; el encargado de la morgue
me manifestó que según el informe los habían encontrado muertos en la Cuesta
del Plomo.”
“Los cadáveres todos estaban completamente bañados de balas, José
presentaba un orificio en la sien, y estaba casi partido por la cintura por
balas de ametralladora y ambos brazos estaban quebrados; Pedro tenía la parte
superior de la cabeza completamente desbaratada y Manuel tenía la espalda
completamente llena de balas.”
En Masaya, la Comisión Especial recibió esta denuncia:
“El día lunes 2 de octubre, a eso de las cinco y media de la tarde,
cuatro personas viajaban en una camioneta marca Datsun, color rojo, con destino
al poblado de Veracruz situado a 6 kilómetros hacia la izquierda del Km. 14 y
medio, carretera a Masaya. Los
viajeros eran las siguientes personas: el conductor de nombre Adán Martínez
García, de 31 años, casado, chofer; Humberto Rodríguez Martínez,
de 20 años, soltero, contador en el plantel de carreteras de Batahola, Silvia
Antonia Rodríguez Martínez, de 17 años, soltera, estudiante de la Normal
de Managua y William Rodríguez, de 13 años, estudiante de 6 grado en la
Escuela Máximo Jérez. Propiamente
en la entrada de Veracruz una señora les pidió que le hicieran un viaje a la
concepción (Depto. De Masaya) en lo cual convinieron.
Ya en camino hacia la Concepción y adelantito de Ticuantepe se
descompuso la camioneta y al no poder componerla la dejaron en una casa vecina y
optaron por regresare a su casa en Veracruz.
Eran como las 6:30 de la tarde. A
poca distancia se toparon con una patrulla de la Guardia Nacional que venía de
Ticuantepe en dirección a la Concepción, la cual los detuvo a pesar de ver sus
documentos de identificación del trabajo, y de sus ruegos se los llevó
detenidos en dirección a la Concha. Al
llegar a una cuesta solitaria se detuvieron y los bajaron a todos.
Pusieron a Humberto Rodríguez Martínez contra un paredón, allí dieron
varios tiros que le destrozaron la cara y uno de los brazos así como otras
partes del cuerpo. Después lo
ametrallaron. Entonces le ordenaron
a Adán que echara el cadáver a un zanjón.
Adán les dijo que sí pero les suplicó que no lo mataran a él.
En ese instante le dispararon hiriéndolo gravemente.
Luego le dispararon al niño William, pero la bala le pasó refilando la
barbilla y él se hizo el muerto, rodando hasta el fondo del zanjón, donde le
dispararon de nuevo sin herirlo. Adán,
que sólo estaba herido, trató de reincorporarse y rogaba a Dios en voz alta. Al ver esto, los guardias le dispararon nuevamente hiriéndolo
de muerte.”.
“Al quererse llevar a la jovencita Silvia Antonia Rodríguez, ésta,
les suplica que la mataran allí mismo pero los guardias se la llevaron con
rumbo desconocido. Al día
siguiente los familiares de los jóvenes muertos recibieron aviso de para de
William de lo que había sucedido y fueron a recoger los cadáveres, los cuales
enterraron el miércoles 4 de octubre en la mañana.
Después de larga búsqueda los familiares encontraron el cadáver de la
jovencita Silvia Antonia en la morgue del Retiro.
La niña había sido ultrajada, le cortaron el pelo, tenía los pechos
cortados y estaba degollada; tenía todo el cuerpo amoratado y ametrallado.”
El siguiente testimonio proviene de Estelí:
“El miércoles 4 de octubre de 1978 por la mañana, en la ciudad de
Estelí, desaparecieron José Francisco Rugama Meza, de 41 años y Alfredo
Altamirano Pérez, de 25 años, después de haber sido vistos por compañeros
de trabajo que los montaron en un jeep del INSS (Instituto Nacional de Seguro
Social) color celeste, sin placa, con militares a bordo.
El Sr. Altamirano fue montado frente al Comando de la Guardia Nacional y
Francisco Rugama llegando al plantel de carretera a las 7 a.m., arrancando con
gran velocidad con rumbo desconocido.”
“Fueron encontrados posteriormente muertos, el día lunes 9 del
corriente, a 20 kms. Fuera de Estelí, ya en estado completo de descomposición
y en parte comidos de los animales, mostrando haber sido torturados y después
baleados en la cabeza y todo el cuerpo, siendo testigos la Cruz Roja y el médico
forense. Fueron incinerados
posteriormente. También fueron
despojados de prendas y dinero (reloj, anillo de matrimonio, cadena, etc.)” Obran en poder de la Comisión numerosas otras denuncias y testimonios de muertes imputadas a la Guardia nacional ocurridas después del término de las hostilidades. La Comisión al citar sólo algunos ejemplos ha querido señalar la magnitud con que este fundamental derecho a la vida ha sido reiteradamente violado en Nicaragua. F.
Situación de los campesinos desaparecidos Durante su observación “in loco” la Comisión Especial fue informada del hecho de que 321 campesinos, detenidos por la Guardia Nacional, desaparecieron, presumiéndose su muerte. Tal hecho, en concepto de la Comisión, constituye una gravísima violación al derecho a la vida, la cual, además, no ha sido investigada ni por el Gobierno ni por la Justicia de Nicaragua, la que no ha adelantado ningún proceso a pesar de las reiteradas, públicas y conocidas denuncias que se han formulado. 1
/
El Artículo I de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre dice: “Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y
a la seguridad de su persona”. 2
/
Según
cifras del Gobierno, obtenidas por la Comisión, la Guardia Nacional sostuvo
un total de 52 muertos y 156 heridos.
En cuanto a las bajas del F.S.L.N., la Comisión no cuenta con los
datos necesarios para ofrecer un estimado. 3
/
El
Artículo 3 de dicha Convención señala:
“En caso de conflicto armado sin carácter internacional y que
surja en el territorio de una de las Partes contratantes, cada una de las
Partes contendientes tendrá obligación de aplicar por lo menos las
disposiciones siguientes: 1)
Las personas que no participen directamente en las hostilidades,
incluso los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y
las personas que hayan quedado fuera de combate por enfermedad, heridas,
detención, o por cualquier otra causa, serán tratadas, en todas
circunstancias, con humanidad, sin distinción alguna de carácter
desfavorable basado en nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio análogo. A
tal efecto, están y quedan prohibidos, en todo tiempo respecto a las
personas arriba aludidas: a)
La toma de rehenes; b)
La
toma de rehenes; c)
Los
atentados a la dignidad personal, especialmente los tratamientos humillantes
y degradantes; d)
Las
condenas dictadas y las ejecuciones efectuadas sin previo juicio por un
tribunal regularmente constituido y dotado de las garantías judiciales y
reconocidas como indispensables por los pueblos civilizados. 2)
Los heridos y enfermos serán recogidos y cuidados. Podrá
ofrecer sus servicios a las Partes contendientes cualquier organismo
humanitario imparcial, tal como el Comité Internacional de la Cruz Roja. Las
Partes contendientes se esforzarán, por otra parte, por poner en vigor
mediante acuerdos especiales algunas o todas las demás disposiciones de la
presente convención. La
aplicación de las disposiciones precedentes no producirá efecto sobre el
estatuto jurídico de las Partes contendientes”. 4
/
La
Convención entró en vigencia para Nicaragua seis meses más tarde, es
decir el 27 de junio de 1954, de acuerdo con su Artículo 153. |