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CAPITULO II

 DERECHO A LA VIDA1/

 

 

A.                 Consideraciones Generales

Este capítulo se contrae fundamentalmente a los sucesos ocurridos a partir del 9 de septiembre, a raíz del ataque iniciado ese día por el Frente Sandinista de Liberación Nacional contra diversos destacamentos de la Guarida Nacional.  Desde luego, esto no implica que se desconozcan las numerosas denuncias de violaciones al derecho a la vida recibidas por la Comisión, acontecidas con anterioridad a esa fecha, las cuales siguen el trámite correspondiente.  Con todo, dad su especial gravedad, también se ha considerado la situación que en años recientes ha afectado a numerosos campesinos desaparecidos. 

Por razones de metodología y claridad narrativa se ha decidido distinguir en este Capítulo las siguientes circunstancias, a saber: 

1.                 Muertes ocurridas durante los combates y bombardeos.

2.                 Muertes y otros hechos ocurridos a personal de la Cruz Roja.

3.                 Muertes ocurridas posteriormente, durante la llamada “Operación Limpieza”.

4.                 Muertes ocurridas después de terminadas las hostilidades.

5.                 Situación de los campesinos desaparecidos. 

 

B.                 Muertes ocurridas durante los combates y bombardeos

Con el inicio de la lucha armada, el sábado 9 de septiembre, se desencadenaron en las más importantes ciudades de Nicaragua intensos combates que duraron varios días.  Como sucede en todo conflicto armado de tal magnitud, ambos bandos, es decir la Guardia Nacional y el Frente Sandinista, sufrieron pérdida de vidas, así como un considerable número de heridos2/.   Las bajas de los contendientes ocurrieron como resultado de los combates callejeros, así como de los bombardeos aéreos y del empleo de artillería pesada por parte de la Guardia Nacional. 

La Comisión, claro está, deplora la pérdida de cualquier vida humana, sin importar las circunstancias que la causaren.  Pero resulta evidente, a la vez, que en lo que concierne a este fundamental derecho a la vida, las partes contendientes tienen el deber de respetar a la población no combatiente y que, por lo mismo, se encuentra en estado de indefensión para salvaguardar su vida.  Tal debe, como se explicará en esta sección, no fue cumplido por la Guardia Nacional. 

El más, el Gobierno de Nicaragua asumió la solemne obligación de respetar las normas internacionales del derecho humanitario, consagradas especialmente en la Convención de Ginebra sobre Protección de las Personas Civiles en Tiempo de Guerra, suscrita el 12 de agosto de 1949, la cual es también aplicable a los conflictos armados sin carácter internacional 3/, y que Nicaragua ratificara el 17 de diciembre de 1953. 4

Antes de su llegada a Nicaragua, la Comisión recibió numerosas comunicaciones en las cuales se alegaba que un gran número de muertes, de heridos, y de pérdidas materiales entre la población civil, se debió al indiscriminado uso por la Guardia Nacional de los bombardeos aéreos y la artillería pesada.  Con el objeto de investigar estas graves denuncias, la Comisión se trasladó poco después de su llegada a las ciudades que habían sido más afectadas por los combates, Estelí, León, Masaya, Jinotepe y Chinandega. 

La Comisión recorrió amplia y detenidamente distintos sitios en cada una de esas ciudades, hablando directamente con los moradores de esos lugares y visitando sus casas, y pudo constatar la magnitud de la destrucción efectuada por los bombardeos aéreos y la artillería pesada, recibiendo abundantes e irrefutables pruebas que ahora obran en sus archivos. 

A título de ejemplo, se citan a continuación algunos casos de los numerosos recibidos, que sirven para ilustrar esta afirmación.  Es importante señalar que la Comisión investigó un buen número de estos casos, visitando el terreno mismo donde ocurrieron los hechos. 

En Chinandega, la Comisión Especial recibió el siguiente testimonio: 

“Era jueves 14 de setiembre cuando los aviones comenzaron a disparar sobre nuestras casas en el Barrio La libertad.  Estábamos mi marido, mi hija de cinco años y yo agachados en una esquina de nuestra casa, llorando y pensando que ahí nos moríamos pues las balas y charneles estaban destrozando nuestra pequeña casa de madera.  Decidimos salir y refugiarnos en un sitio seguro; salimos por la cocina, mi esposo con nuestra hijo en sus brazos.  Un avión voló muy bajo, parecía que venía director a nosotros, y disparó unos cohetes, cayéndole a mi niña en la espaldita y a mi marido que la llevaba.  Adonde yo miré sólo vi el corazón y tripas de mi niña; estaba desbaratada, destrozada.   Mi marido caminó como 30 pasos, ya sin brazos, la sangre saliéndole por todas partes hasta que cayó muerte.  Tenía una herida en el pecho; le quedó parte del cohete que volaba humo incrustado en la pierna.  La pierna izquierda sólo tenía el hueso pelado. 

“Yo quise levantar a mi niña pero estaba deshecha; estaba desesperada.  Corrí y busqué un brazito y traté de ponérselo, traté de entrarle todo lo que se salía pero ya estaba muerta.  Era mi única hija, y me había costado tenerla; y la vestía para las fiestas y la mimaba.  No sé que voy a hacer, me voy a volver loca.” 

Un informe, de 28 de septiembre, de un colegio religioso en la ciudad de León, dice así: 

“Día 13, miércoles:  En la mañana, un avión de la Fuerza Aérea Nicaragüense (FAN) ametralla León y en la tarde la ciudad es bombardeada con “Rockets” (cohetes) desde el Fortín de Acosasco dominante al suroeste de la ciudad.  El número de refugiados supera el millar; incluso la capilla es habilitada. 

“Día 14, jueves:  A las 5 a.m. nace el primer niño en el dispensario.  A media mañana muere una alumna del “Manuel Ignacio Lacayo” en su propia casa a consecuencia de una bomba lanzada por un helicóptero FAN; como muchos muertos de Subtiava, es enterrada en el patio de su casa.  Hacia las 2:30 p.m., un avión de reconocimiento dice la Guardia Nacional va a realizar “un operativo militar”, que nadie abra sus puertas a los “sanguinarios comunistas” y que la GN no se responsabiliza de lo que pueda suceder.  A las 5 p.m. empieza el bombardeo, los cañonazos, tiroteos interminables, incendio.  Se ve la luz y nos quedamos sin agua.  La gente duerme apretujada.  Los lloros de los niños ponen una nota patética.” 

Una reconocida asociación profesional de León presentó a la Comisión Especial un escrito, parte del cual expresa lo siguiente: 

“El Jueves catorce, temprano por la mañana, pudimos oír por radio la suspensión, decretada por el Gobierno, de todas la s garantías constitucionales y el establecimiento del estado de sitio, anunciando el ejército por medio de altavoces desde un avión y un helicóptero que la ciudadanía debía permanecer en sus casas con las puertas cerradas y no permitir la entrada a extraños porque la G.N. iba a combatir.  Habían corrido rumores de que el Presidente ordenaría el bombardeo de la ciudad pero nadie daba crédito a tales rumores ya que considerábamos fuera de lo humanamente posible, el que un ejército bombardeara a su propio pueblo; sin embargo, a eso de las nueve de la mañana, varios helicópteros y aviones, sin poder precisar cuántos, sobrevolaron la ciudad y ante el asombro y terror de los leoneses, sucedió lo imposible.  Los aviones y helicópteros que bajaban súbitamente en picada comenzaron a lanzar metralla, bombas y rockets que infundieron el pavor en la población civil.  Mientras los civiles permanecían en sus casas, víctimas inocentes de la masacre, los insurgentes se desplazaron a lugares más seguros.  La G.N. continuó su obra de destrucción y genocidio durante varias horas sobre la ciudad inerme.  Después de un breve período de respiro, al mediodía, la ciudadanía atónita fue víctima durante la tarde de un nuevo bombardeo que comenzando cerca de las cuatro y media de la tarde concluyó cerca de las siete y media de la noche.  La luna iluminaba la ciudad y facilitó durante las primeras horas de la noche la continuación del bombardeo”.

 

La Comisión pudo constatar que la ciudad de Estelí fue la que mayores daños materiales sufrió.  Per, sobre todo, es en su aspecto humano donde ocurrieron los mayores estragos.  Algunas fuentes informaron a la Comisión que gran número de muertes y heridos tuvo lugar en esta ciudad.  Esta afirmación se hizo aún más evidente para la Comisión cuando comprobó que gran parte de los representantes de la sociedad esteliana, en particular, miembros de la Asociación de Abogados, Sociedad Médica, Cámara de Comercio, Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos, Sociedad de Odontólogos, sacerdotes, periodistas y trabajadores se encuentran muertos, heridos, presos, asilados o en el exilio, hostigados o bajo amenaza de muerte.        

En un documento presentado a la Comisión por una asociación profesional se relatan los hechos acaecidos en Estelí, de la siguiente manera: 

“El 11 de septiembre, la ley marcial está impuesta y las garantías constitucionales suspendidas.  Todas las comunicaciones están cortadas.  El comando GN está sitiado.  La población levanta barricadas en las calles.  La Fuerza Aérea (GN) entra en acción, bombardeando los barrios el Calvario, San Antonio y José Benito Escobar, matando en esta acción a muchos civiles.  La ciudad queda todavía en poder de las fuerzas insurgentes.  Los enfrentamientos dejan un saldo estimado en 40 muertos.  La población civil empieza a saquear algunas tiendas. 

“Huyendo de las destrucciones causadas por los bombardeos, una gran parte de los habitantes busca refugio en los puestos de socorro instalados en edificios de más fuerte estructura.  La Cruz Roja está constantemente hostigada, varios socorristas están heridos, las ambulancias ametralladas,  Los heridos son llevados a la fuerza por la GN y luego rematados. 

“El 17 ya no hay luz, ni agua, la ciudad queda totalmente incomunicada; los alimentos y las medicinas escasean.” 

“No se sabe el número exacto de los muertos que quedan insepultados en las calles y en las casas destruidas por los bombardeos de los aviones y de los tanques. 

“En estos días se estiman los efectivos de la GN en Estelí en más de 1,200 por lo menos, con armamento pesado y tanquetas, más el apoyo permanente de seis aviones de combate GN. 

“El 20 de septiembre, cientos de muertos quedan tendidos en las calles y las casas.  La GN tiene la ciudad rodeada y prohibe toda entrada o salida.  Algunas familias logran escapar saliendo de la ciudad destruida por veredas hacia las montañas. 

“La GN ordena a la población de varios barrios, abandonar sus casas para poderlas registrar.  Testigos presenciaron el saqueo sistemático que se realizó antes de la destrucción definitiva de las viviendas que fueron quemadas por los elementos GN saqueadores. 

“Después del fuerte ataque del día anterior, varios edificios quedan total o parcialmente destruidos, entre ellos el Banco de América, la iglesia El Calvario, el edificio de la Inmobiliaria y muchas casas por el bombardeo.  Numerosas personas civiles resultan heridas o muertas.” 

“A pesar del fuerte ataque aéreo, la resistencia siguió fuerte.  Mayor cantidad de gente busca como abandonar la ciudad en llamas.  La GN planea atacar el Hospital y el Colegio de Nuestra Señora del Rosario que sirve de asilo a unas 4,000 personas, entre mujeres, ancianos, niños y socorristas de la Cruz Roja”. 

“La GN señala “oficialmente” más de 90 muertos entre “atacantes” civiles.  La entrada de la ciudad está prohibida a todos los periodistas que no traen una orden firmada por una autoridad superior GN.” 

Un grupo de religiosos, médicos, educadores, profesionales y ganaderos de Estelí suscribieron el 18 de septiembre –antes de que terminaran los acontecimientos en esa ciudad—el siguiente relato: 

“Después del conocimiento de los resultados del primer día, donde los muertos y heridos no fueron combatientes en su mayoría, sino que civiles que no pudieron ser atendidos, se trató de comunicar y lanzar un S.O.S. al exterior para evitar mayor derramamiento de sangre de ambos bandos y la ciudadanía pero estábamos incomunicados y con la comunicación interna del teléfono que apenas quedaba se habló con el Señor Comandante Departamental para sepultar cadáveres y atender las distintas necesidades del pueblo, lo que fue desoído; por los radioaficionados que de alguna manera han podido cooperar se han lanzado al mundo algunos mensajes hasta antes de ser censurados.” 

“Los días lunes 11, martes 12, miércoles 13 y jueves 14, se combatió entre los dos grupos por tierra dentro y alrededor de la ciudad, por parte de la Guardia Nacional con el uso de tanquetas y armamentos pesados que han sido usados contra todas las casas por simples sospechas de que podían haber elementos combatientes rebeldes.” 

“Los días viernes 15, sábado 16 y domingo 17, a temprana hora, comenzaron a sobrevolar la ciudad aviones de la Fuerza Aérea, que minutos después iniciaron el ametrallamiento por aire, a medida que según parece, la Guardia Nacional avanzaba por tierra, lo que intensificó un ataque aéreo sobre toda la población por varias horas en los barrios y alrededores de la ciudad, dando como resultado el terror de gran parte de sus habitantes, que buscando refugio, han sido localizados en puestos de socorro improvisados, ya que las casas de habitación de la ciudad, por su construcción, compuesta de techos de cinc o teja y paredes de ladrillo, madera o taqueza, son totalmente inseguras para proteger a sus moradores del ataque al que por tierra y aire ha sido sometida a Estelí.” 

“Con conocimiento de que la mayor parte de los muertos y heridos han sido civiles, ajenos a los grupos combatientes, algunos de ellos han sido atendidos en puestos improvisados de socorro, clínicas y el hospital, los cuales operan con grandes dificultades, ya que los socorristas y voluntarios han tenido que realizar los auxilios y ayuda bajo graves riesgos, puesto que no se ha dado tregua ni han sido respetados los emblemas y neutralidad de la Cruz roja, llegándose hasta herir socorristas, ametrallar ambulancias y rematar heridos, todo esto por parte de elementos de la Guardia Nacional.” 

Algunas denuncias de casos individuales recibidas por la Comisión Especial en la misma población de Estelí dicen así: 

“La señora Reyna Gutiérrez y sus dos hijos tiernos, eran gemelos.  Era una humilde mujer del pueblo, que no tenía nada que ver con los asuntos políticos.  Ella tenía a sus hijitos en los brazos cuando fue ametrallada por el avión.  Esta mujer tenía una edad de más o menos 30 años, muy pobre y vivía en casa de madera, indefensa y sin alimentos.” 

“También fue muerta la señora Ana López que tenía en sus manos la Biblia, pidiendo a Dios clemencia, y allí le llegó la bomba del avión que bombardeaba ocho horas diarias sobre esta ciudad, con la intención de terminar con la ciudadanía.” 

“Estaba en una casa vecina refugiada, la cual fue atacada por “rockets” de la aviación gubernamental.  La señora Ruth Games de Valencia fue herida por un “rocket” que pesaba una libra y dos onzas.  Sus dos niñas pequeñas también fueron heridas.  El marido fue herido en la frente.” 

“Una enfermera que también resultó herida fue trasladada por la Cruz Roja a Managua.” 

“me quemaron mi casa en presencia de mis hijos y mi marido.  Le suplicamos al guardia que no nos quemara, pero nos contestó que era orden superior de quemar “este pueblo hijo de puta”.  Sacamos el carro y entonces nos pusieron la tanqueta y las ametralladoras y el carro cogió fuego y gracias a Dios estamos vivos porque nos arrastramos y salimos debajo de las llamas; también nos quemaron el jeep.  Mi marido anda huyendo de pueblo en pueblo porque tiene orden de captura por ser militante del F.A.O. (Frente Amplio de Oposición), pero él no aprueba la lucha armada, su lucha es cívica.  A mí y a mi familia sólo nos quedó el vestido con que andábamos puestos.  Ahora estoy viviendo donde una amiga que tiene buen corazón y me da la comida.  Mi casa estaba en una esquina y cerca de la catedral.” 

“También los aviones quemaban las casas.  También los guardias andaban con recipientes de gasolina y prendían fuego.  Esto daba horror.  Todos estamos enfermos de los nervios.  Vivimos días horribles.  Veintiún días de angustia, de terror, sin agua, sin luz, sin comida.  En la casa donde estábamos refugiados llegó la Guardia a registrar y es el colmo que las alhajas que tenía puestas, un guardia me las quitó.”  

C.                 Muertes ocurridas a personal de la Cruz Roja 

El día 14 de septiembre, la Cruz Roja nicaragüense, despachó de Managua a Chinandega un convoy con medicamentos y víveres para atender a las solicitudes de ayuda de esa ciudad.  Integraban el convoy una ambulancia ocupada por el Dr. Leopoldo Navarro, Secretario General de la Institución y Director del Departamento Médico, y dos miembros de la guardia permanente, con medicamentos, y una camioneta –la unidad 38--- con víveres, ocupada por los socorristas José Dolores Estrada Granizo y Marvin Alberto Flores Salazar.  Ambos vehículos iban identificados con las insignias de la Cruz Roja y banderas de la misma. 

A continuación se presenta un relato de la Cruz Roja de Nicaragua sobre lo acontecido en ese viaje: 

“Se había obtenido la autorización correspondiente del Presidente de la República para la misión.  Recibí fotocopia de este documento y a las 14:00 horas iniciamos nuestra marcha hacia León.  Tomamos la vieja carretera y no tuvimos ningún contratiempo durante el recorrido.  Aproximadamente a las 15:15 horas llegué al empalme de la carretera León-Chinandega, más o menos en el kilómetro 90, en donde una patrulla de la Guardia Nacional nos impidió el paso.  El oficial me informó que no podríamos seguir adelante porque:  “está incómoda la situación”.  Mostré la autorización del gobierno y el oficial se comunicó que a pesar de ésta no era posible seguir, ya que había recibido en últimos momentos órdenes contrarias.  Di instrucciones a la unidad 38 de que me siguiera e inicié el regreso a Managua.” 

“Aproximadamente en el kilómetro 78 de la carretera León—Managua encontré un convoy militar integrado por 3 yipones (jeep grandes)  de la Guardia Nacional, con personal y armamento.  Le dije al chofer que disminuyera la velocidad y el convoy pasó.  Momentos después, el chofer me dijo que había perdido la vista a la unidad 38, que venía detrás de nosotros.  Llamé por radio a la unidad tres veces y al no obtener respuesta, le indiqué, al chofer que detuviera la marcha y le ordené que nos regresáramos a León para ver qué es lo que había sucedido.  A los dos kilómetros aproximadamente vimos nuestra unidad estacionada en la carretera con los vidrios rotos y salpicada de sangre.  Nos detuvimos a unos 30 metros de la misma y observamos que no se veían personas en él.” 

“Al iniciar nuestro regreso a Managua, aproximadamente a 200 metros de nuestro pick-up ametrallado, apareció un helicóptero militar que arrojó una ráfaga de metralla.  Ordené al chofer que bajara la velocidad ya que pensé que la agresión era contra nosotros.  El helicóptero volvió a pasar y ametralló dos veces más haciendo saltar las hojas de los árboles muy cerca de nosotros.  Inmediatamente me bajé e hice señales con bandera de la Cruz Roja.  El helicóptero prosiguió haciendo círculos sobre nosotros, pero ya sin disparar, hasta que llegó una patrulla de Guardia Nacional proveniente de León con 2 vehículos y aproximadamente 20 guardias nacionales.  Se bajaron, nos encañonaron con sus armas y ordenaron a dos miembros de la patrulla que entraran en la ambulancia y le dieron instrucciones de que a la menor muestra de hostilidad dispararan primero al chofer y luego al viejo (el Dr. Navarro) y nos comunicaron que íbamos detenidos a León.  Al pasar frente a la unidad 38 le pedí al chofer que pasara despacio y pudimos observar que los socorristas yacían sobre el asiento delantero heridos o muertos, uno sobre el otro.  El chofer estimó que los dos estaban muertos.” 

“En ese momento llegaban dos patrullas procedentes de León, quienes nos detuvieron y ordenaron el registro de los vehículos y uno de los miembros de la patrulla dijo que desde nuestro pick-up habían disparado a un Teniente de la guardia nacional heriéndole, otro dijo que lo habían matado.  El resultado del registro fue que solamente encontraron medicinas y víveres. 

“Nos autorizaron regresar a Managua y uno de los soldados rasos me dijo en voz baja “que había sido un gran error”.  Yo pregunté si podíamos llevarnos a Managua a los dos compañeros ya plenamente confirmados muertos y ante la respuesta afirmativa, procedimos a trasladar de la pick-up a la ambulancia los cadáveres de los socorristas José Dolores Estrada Granizo y Marvin Alberto Flores Salazar, quienes tenían destrozada la cabeza a causa de las balas recibidas.  Decidimos dejar abandonada en la carretera la pick-up hasta segunda orden e iniciamos el regreso a Managua sin ningún contratiempo llegando a la base aproximadamente a las 17:30 horas, en donde reinaba gran consternación por los sucesos ocurridos”. 

La Comisión tiene en su poder varias fotografías del estado en que quedaron la camioneta y los cuerpos de los socorristas.  En estas fotos se pueden contar fácilmente más de 70 impactos de bala en la camioneta, algunas de grueso calibre.  Los cuerpos quedaron considerablemente destrozados. 

Sobre este incidente, la Comisión también recibió una grabación que obra en su poder y que considera importante transcribir, en lo relevante, en su totalidad.  Los interlocutores del diálogo son el Coronel Humberto Corrales, Jefe del Estado Mayor Presidencial y el Mayor Anastasio Somoza, hijo del Presidente Somoza y Director de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI).  El Mayor Somoza se encontraba en ese momento en la ciudad de León al mando de sus tropas, encargado, según información recibida, de las operaciones de “limpieza” de esa ciudad.  “El diálogo dice así:

... 

Cnel. Corrales:  

oíme, te llamo porque hay un clavo y quiero saber qué es lo que pasó, para saber qué es lo que invento.

Mayor Somoza:  

ajá, cuál es el clavo?

Cnel. Corrales:  

un helicóptero atacó a una camioneta de la Cruz Roja, la que yo mandé a avisar a tu comando que iban a pasar, entonces se regresaron a Managua, en un convoy que iban una parte para León y otra para Chinandega.  Cuando venían de regreso los atacó un helicóptero y mató a dos en la camioneta de la Cruz Roja.  No te habían informado eso?

Mayor Somoza:  

Lo que nos informaron a nosotros es la ambulancia No. 18 del Cuerpo de Bomberos, verdad?, se la había robado esta gente.

Cnel. Corrales:  

Sí pero no, pero la ambulancia no era la No. 18 ni era nada, sino que fue a la camioneta, Tacho, a una camioneta pick-up de la Cruz Roja.

Mayor Somoza:  

Ahí lo que pasó es que la gente venía de León, venía de Managua, verdad?

Cnel. Corrales:  

Sí,

Mayor Somoza:  

y entonces, se había oído la cosa de la ambulancia, que iba para Managua, entonces vieron pasar los dos vehículos juntos y abrieron fuego, entonces, no le pegaron a la ambulancia, le pegaron a la camioneta.

Cnel. Corrales:  

Pero, yo avisé que iba a ir ese convoy Tacho?

Mayor Somoza:  

Yo no sabía nada.

Cnel. Corrales:  

hombre, a Rivera lo llamé personalmente y le dije: infórmele usted al mayor Somoza porque hay que avisarle a los retenes, ellos fueron hasta la entrada de León sin ningún problema, Tacho?

Mayor Somoza:  

sí, de ahí yo los devolví.

Cnel. Corrales:  

eso es, pero es decir todo el mundo sabía, yo lo informé al Capitán Riviera que te informara a vos que esa gente iba, para que le informaras a los retenes que estaba autorizada.

Mayor Somoza:  

los retenes no le dispararon, los que dispararon fueron...

Cnel. Corrarles:  

No, yo sé, pero ahora yo lo que quiero saber es qué fue lo que pasó? por qué le dispararon? Porqué es decir a mí me han llamado, ellos quieren saber, y me han metido en un clavo de gran puta pues,

Mayor Somoza:  

deciles simplemente de que en León verdad?

Cnel. Corrales:  

sí,

Mayor Somoza:  

se habían robado la ambulancia

Cnel. Corrales:  

sí,

Mayor Somoza:  

te llegó el informe que se habían robado la ambulancia del cuerpo de bomberos,

Cnel. Corrales:  

ajá,

Mayor Somoza:  

y que entonces la ambulancia del cuerpo de bomberos, iba para Managua entonces los agarró la patrulla que venía para allá, entendés?

Cnel. Corrales:  

juelegranputa, aló (interrupción)

Mayor Somoza:  

verdad? Entonces cuando vieron pasar la ambulancia

Cnel. Corrales:  

es decir, yo lo que voy a decir es que la patrulla no pensó que vinieran tan pronto de vuelta tan rápido.

Mayor Somoza:  

es que la patrulla no sabía quienes eran, lo que pasa es que cuando el comando de León mandó la noticia diciendo de que una ambulancia había sido robada y que la habían tomado un grupo de guerrilleros.

Cnel. Corrales:  

all  right.

Mayor Somoza:  

entendés?

Cnel. Corrales:  

okey

Mayor Somoza:  

cuando la patrulla la localizó, entendés, se le pasó la ambulancia, y como venían dos vehículos juntos, entonces le bañaron el pico a la de atrás,?

Cnel. Corrarles:  

Okey.

Mayor Somoza:  

entendés? Decís que la ambulancia se la habían robado con dos cadáveres de guardias, entonces León tiró eso al aire, lo agarró la patrulla que venía de allá para acá?,

Cnel. Corrales:  

sí,

Mayor Somoza:  

y entonces, Gracias a Dios no le pegaron a la ambulancia, pero a la camioneta de atrás la bañaron el pico, entendés?

Cnel. Corrales:  

sí,

Mayor Somoza:  

ahora, no murieron ninguno de los de la ambulancia.

Cnel. Corrales:  

no, pero en la camioneta que era de la Cruz Roja, murieron dos,

Mayor Somoza:  

correcto, por eso la ambulancia pasó y cuando vieron pasar la ambulancia dijeron ahí va! Y entonces el comienzo del convoy le disparó a la de atrás, y entonces, la camioneta se apuró, ambulancia pues, y entonces le abrieron fuego, entendés?

Cnel. Corrales:  

Bueno,

Mayor Somoza:  

fue la patrulla,

Cnel. Corrales:  

all right.

Mayor Somoza:  

No son los helicópteros los que están atacando, sino que los del comando de León avisaron por radio que se habían robado una ambulancia.  Era azul la camioneta?

Cnel. Corrales:  

sí, era azul.

Mayor Somoza:  

Okey, porque también avisaron que había una camioneta azul que estaba trasbordando a la gente de los guerrilleros, entendés? Ahora yo sé que era una camioneta Datsun color azul?

Cnel. Corrarles:  

sí,

Mayor Somoza:  

pero ellos no vienen oyendo Datson ni nada, ellos oyen lo de la ambulancia,

Cnel. Corrales:  

correcto,

Mayor Somoza:  

ponen dos y dos son cuatro y pangan.

Cnel. Corrales:  

yo voy a llamar ahorita pues al señor ese Shibley

Mayor Somoza:  

deciles pues, que lo siento mucho pero, no le digas que lo siento mucho pues verdad?

Cnel. Corrales:  

No, yo no, yo no tengo que decir quién es, yo tengo que decir que hablé con el comandante operacional.

Mayor Somoza:  

Exacto, no y decile, que el comando de León tiró la noticia al aire.

Cnel. Corrales:  

okey,

Mayor Somoza:  

que iba una camioneta azul y una ambulancia.

Cnel. Corrales:  

es que ellos desde el momento que pasó me están jodiendo y yo le dije, mire, yo no puedo interrumpir, porque todo el mundo está comatiendo aquí, verdad? Yo no puedo estar interrumpiendo la red para lo que pasó; yo le prometo a usted hacer una investigación y decirle exactamente lo que pasó.  Tenga usted la plena seguridad que tiene que haber una cosa de lo más extraña para que eso puede haber pasado, ves?

Mayor Somoza:  

No, nosotros ya hicimos las paces con la Cruz Roja, pero deciles a ellos que insisten los guerrilleros, en usar ambulancias de la Cruz Roja.

Cnel. Corrales:  

Okey, perfecto.

Mayor Somoza:  

oistes?

Cnel. Corrales:  

all right Tacho, oíme te deseo suerte, mucho cuidado no andés jodiendo por allí, oiste?

Mayor Somoza:  

olvídate, hoy me pasó mi trazadora cerca.

Cnel. Corrales:  

buenos, pues, no andés de baboso.

Mayor Somoza:  

Okey.

  

          Este diálogo confirma, en lo esencial, el relato de la Cruz Roja nicaragüense y, además, que la Guardia Nacional estaba bien informada de la existencia y de los movimientos del convoy de la Cruz Roja, por lo que el ataque que sufrió no tiene excusa.  La versión sobre los hechos inventada por el Mayor Somoza y que ordenó difundir en el diálogo con el Coronel Corrales, es otro ejemplo más del irrespeto a la Guardia Nacional, a la Cruz Roja, a sus miembros y a sus actividades humanitarias. 

          La Comisión tiene también informes acerca de dos socorristas heridos en Chinandega habiéndoseles impedido plena atención médica.  Asimismo, se le comunicó que en enero/febrero de 1978 una ambulancia de la Cruz Roja que llevaba a un niño enfermo, a su madre y a un socorrista, fue ametrallada por Guardias del Fortín de la Pólvora.  Igualmente, fue informada que en Managua la Salud Pública y el Hospital Vélez Páiz tienen ambulancias que llevan pintado el emblema de la Cruz Roja y que en el Barrio Open No. 3 ambulancias del Gobierno con el emblema de la Cruz roja fueron utilizadas para transportar guardias, creando por ello recelo y confusión en la población respecto a la Cruz Roja.  En Estelí una persona herida que era auxiliada por la Cruz Roja. Fue ametrallada mientras estaba en la camilla.  En Diriamba la Guardia Nacional golpeó 4 socorristas y los despojó del dinero que llevaban. 

D.            Muertes ocurridas inmediatamente después de los bombardeos, durante la llamada “Operación limpieza” 

Al finalizar los bombardeos, la Guardia Nacional llevó a cabo una operación militar, la cual se ha venido a conocer como “Operación Limpieza”, con el objeto de aniquilar los últimos focos de resistencia.  De acuerdo a las denuncias recibidas por la Comisión, aún antes de que ella viajara a Nicaragua, en ese operativo la Guardia Nacional atacó cruelmente, llevando a cabo numerosas ejecuciones sumarias de personas no combatientes, por el solo hecho de habitar en barrios o caseríos donde habían actuado miembros del Frente Sandinista.  Así, se señalaban, entre otros lugares, a Monimbó en Masaya, Subtiava y Fajas Williams en León, el Calvario de Estelí, y Colonia Venerio de Chinandega. 

          Como se ha mencionada en otras partes de este Informe, la Comisión visitó todos estos lugares, hablando con los residentes de los sitios afectados y entrando en contacto con los deudos y vecinos de las personas cuyas muertes se habían denunciado.  Asimismo, visitó diferentes sitos donde todos los indicios corroboran el hecho de que en esos lugares existen fosas comunes de poca profundidad en las cuales se encuentran enterradas varias personas. 

          Todas las pruebas recogidas por la Comisión, la han llevado a la conclusión de que la Guardia Nacional de Nicaragua actuó durante la fase denominada “Operación Limpieza” con un marcado desprecio por la vida humana, fusilando a numerosas personas, en algunos casos niños, en sus propias casas o al frente de las mismas y en presencia de sus padres y hermanos. 

          A continuación, se transcriben, a título de ejemplo, algunas de estas denuncias. 

          En Matagalpa, donde el alzamiento insurreccional se inició a fines de agosto, el 30 de agosto, en plena  “Operación Limpieza” uno o varios combatientes del Frente Sandinista, mientras huían de la persecución de efectivos de la Guardia Nacional, entraron por la puerta principal del Hotel Soza de esa ciudad, y salieron inmediatamente por la parte de atrás.  Poco después llegaron los solados, y la denunciante, única sobreviviente de los hechos, relata lo siguiente: 

“El día 30 de agosto, aproximadamente a las 11:30 de la mañana en Matagalpa, en mi casa conocida como “Hotel Soza”, hicieron interrupción, disparando, más o menos 30 guardias de los que dicen pertenecer al EEBI, y ordenaron a todos lo que estábamos en la casa, al fondo, saliéramos con las manos arriba a la sala principal de la misma casa.  Estábamos en la casa, mi señora madre, Tina Aráuz de Soza, mi cuñado Harold Miranda, la empleada Nubia Montenegro, y un huésped, Alfredo Lacayo Amador, y la que suscribe la presente declaración.  A medida que iban saliendo iban también siendo ametrallados.  Yo que venía detrás de mi madre, salté a la casa vecina y me pude ocultar en el basurero, ocultada por el cuerpo de mi madre.” 

“Pase todo el día escondida en el basurero, es decir 24 horas ocultándome detrás de unas tablas podridas a escasos pasos de los guardias que siguieron disparando para abatir todas las puertas.  Pude oir que gritaban: eran cinco, dónde está el otro?” 

“Y pude ver como a mi madre la seviciaron después de ametrallarla abriéndole el abdomen con la bayoneta.  A mi cuñado le cortaron los genitales y se los pusieron en la boca.” 

“A mi madre le quitaron sus prendas, a mi cuñado un reloj que andaba y hasta las llaves del carro.  Y de la casa se llevaron unos 8,000 córdobas que mi señora madre tenía escondidos debajo de un colchón.  Después de haber saqueado toda la casa y no encontrado ni armas ni guerrilleros, un miembro de la guardia exclamó: “Los jodimos de pura choña”. 

“Yo pude salir al día siguiente a los hechos ayudada por unos amigos que me llevaron unas prendas en enfermera para no ser reconocida.  A los pocos días llegó una orden de captura masiva al comandante de la Policía de San Dionisio, donde se encontraba mi señor padre, contra toda la familia Soza.” 

“Antes de que pudieran llegar a aprendernos, mi señor padre nos llevó a otro lugar.” 

En Masaya la Comisión Especial recibió los siguientes testimonios ocurridos con ocasión de la “Operación limpieza”: 

“El 9 de septiembre de 1978 entró el Frente Sandinista al pueblo de Masaya, teniendo completamente tomada la ciudad, y el 11 de septiembre vino la GN a bombardear la casa de habitación con una tanqueta.  Esta quedó completamente inhabitable; en la misma perdieron la vida la Sra. María Sequeira y su hijo de año y medio, que lo tenía en sus brazos.  Después de bombardear su casa y matar a la Sra. Sequeira, acto seguido se fueron a un negocio de la Sra. Sequeira, de cerveza, bebiéndose todas las cervezas.” 

“El 11 de septiembre, efectos de la GN sacaron de su casa de Mario y Alcides López, a las 2 de la tarde, y los golpearon.  Se los llevaron y al día siguiente los encontraron como a tres cuadras de la casa en la calle, muertos a tiros.” 

“A las 4 p.m. del 11 de septiembre de 1978, Gloria María fue a observar a 200 varas de su casa, donde estaba reunida con su infante y con su esposo, unas columnas de humo que provenían de la ciudad de Masaya.  Su casa es una finca distante a 4kms. De Masaya.” 

“La veo que es baleada por un miembro bien equipado que era difícil observarlo en el potrero por su color verde, recibe un balazo en la rodilla de la pierna derecha, un poco arriba, luego, boca arriba ella pide clemencia a Dios por su hijo y les ruega que la lleven donde su esposo ---que corre desesperadamente a auxiliarla---.  El mismo asesino de la EEBI, en operación “limpieza” ordenado por Somoza, le contesta: “donde Pedro Joaquín te voy a enviar” le dispara a sangre fría tres disparos (1) en su seno derechos, (1) en el pecho por el esternón, (1) en el ombligo.  Muerta fue arrastrada en su propiedad y mandada a la morgue.  La GN puso obstáculos para que la enterráramos a las 3 p.m. del 12 de septiembre de 1978.” 

“El día 12 de septiembre como a las 9 de la mañana, salió de su casa, a buscar refugio, Manuel, de 43 años, acompañado de sus tres hijos, Omar (24 años), Salvador (14 años) y Mauricio (13 años).  Iban con banderas blancas y atrás venían las mujeres; cuando se encontraban en su camino los agarraron miembros de la Guardia nacional entre los cuales había varios orientales a quienes no se les entendía lo que hablaban.  Les dispararon sin preguntarles nada y cayeron todos (iban con bandera blanca tratando de salir de Masaya para una finca debido a la pelea; más atrás de los cuatro venía el resto de la familia también con bandera blanca).”

“Murieron inmediatamente Omar y Salvador.  Mauricio cayó herido en una zanja.  Manuel, al caer, solamente quedó herido en las piernas y al acercársele los guardias imploró, cubriéndose la cara con las manos, que no lo mataran, pero ahí mismo le dispararon cercenándole las manos y parte de los brazos.  El resto de la familia que venía atrás presenció todo.  Ese día no las dejaron (a las mujeres) recoger los cadáveres.  Al día siguiente sí los recogieron y encontraron más de 300 cápsulas en el lugar.  Los llevaron a su casa y los enterraron en el patio de la casa.” 

Del antes citado informe de una asociación profesional de León, transcribimos los siguientes párrafos: 

“El 15 de septiembre la GN anunció una operación de “Limpieza en la ciudad y prohibió a los ciudadanos, algunos de los cuales ya no saldrían nunca, el abrir las puertas y salir de sus casas.  Es doloroso el comprobar que si en los combates previos hubo algunos muertos, mayor cantidad y de ciudadanos civiles desarmados perecieron en el alevoso bombardeo cuyo calificativo justo no encontramos en el diccionario, pero todavía después del bombardeo, cuando ya la GN dominaba la ciudad y los grupos de rebeldes habían huido, el ejército desató una represión que no da viso a concluir y que la fecha ha producido mayor número de muertos que las otras dos etapas y muchísimos daños materiales que, igual que los del bombardeo, consideramos totalmente innecesarios.” 

“En los días posteriores al bombardeo y coincidiendo con un éxodo desesperado de gran parte de la población, al GN, en su afán de destruir la resistencia, rompe y destroza puertas cerradas de viviendas, alacenas y bodegas, lo mismo que muebles, buscando rebeldes o documentos y objetos comprometedores.  Varios casos conocemos de tales atropellos.  Pero aún todavía más doloroso y enardecedor resulta el hecho de que se ha organizado una verdadera cacería humana donde no hay capturas sino solamente muerte para jóvenes varones de catorce años arriba por la simple sospecha, más bien temor, de que puedan ser rebeldes.  Horrendas masacres ha producido la acción de los militares que presentándose en los diferentes lugares ametralla indiscriminadamente a la población viril, dejando saldos de viudas y huérfanos faltos de protección.  Lugares hay en que toda una cuadra quedó sin hombres.  Otras veces jóvenes desarmados huyendo de la feroz persecución marchan al campo donde son víctimas de la mortífera acción de las patrullas militares.  En otras ocasiones y por el simple informe mal intencionado de un soplón, ciudadanos respetables son capturados junto con sus hijos y torturados cruelmente.  En ocasiones al no encontrar a la persona requerida, capturan a las mujeres como rehenes para obligarlos a presentarse.  Esta persecución debe cesar de inmediato ya que constituye un delito de lesa humanidad y está privando a nuestra ciudad del elemento joven, mano de obra necesaria para la reconstrucción y el progreso del país.” 

Una denuncia sobre el fusilamiento colectivo de 22 personas en el Barrio Nuevo de Guadalupe de León y cuyos cuerpos fueron enterrados en fosa común en un lugar denominado “La Arrocera”, dice lo siguiente: 

“El día 18 de septiembre de 1978, llegamos al Barrio Guadalupe de la ciudad de León a un callejón llamada “Barrio Nuevo”.  Cuando caminábamos por una larga calle de oeste a este, notamos que los vecinos se asomaban a sus puertas y ventanas en actitud de medio y asombro, pues, creemos que era la primera vez que miraban un vehículo circular por esa calle desde hacía 9 días que habían permanecido encerrados, guareciéndose de los tiroteos y bombardeos de la Guardia Nacional.  Se notaba en sus miradas una profunda tristeza y medio, que, en esos momentos nuestra mente no lograba imaginar la tragedia que habían sufrido.” 

“Ibamos tres personas en el vehículo.  Nuestra gira era con el objeto de visitar al Sr. Róger González B., empleado de “Prolar”, para pedirle información sobre el estado de la Compañía que tiene sucursal en esa ciudad.” 

“La casa estaba ubicada en un pequeño callejón de humildes viviendas que no llegan a 25 en total.  Cual fue nuestra sorpresa, que la esposa de Róger, Josefa, de unos 24 años de edad, se encontraba en un estado lamentable de locura, delirando, gritando y repitiendo a cada instante el nombre su marido: Róger...Róger... Por qué te fuiste?, te dije que te matarían.., etc.  Se nos presentó un señor y comenzó a narrarnos lo que había sucedido.  Desde este momento nos estábamos dando cuenta de la suerte que les había tocado.  En efecto: Amigos, nos dice el señor.  Nos han masacrado.   Josefa está volviéndose loca.  Tenemos varios días sin agua, no tenemos comida y lo peor es que no podemos salir a ninguna parte.” 

“Escuchen ustedes: Junto con Róger mataron a mi hijo.  Le pedimos que se calmara y nos relatara lo que había sucedido.  Se calmó un poco y nos informó lo que él sabía:  El jueves 14 venía del lugar llamado “Chacareseca”.  En el camino escuché un tiroteo y fuertes detonaciones a lo largo de la ciudad, aviones y helicópteros volaban sobre León.  Tuve miedo y descontinué mi camino, que quedé en una finca.  El día 17 me puse en camino hacia la ciudad y tomando todas las precauciones logré llegar a esta casa.  Mi hija menor y los vecinos me pusieron al corriente de los hechos y con ayuda de otros vecinos hemos logrado hacer una lista de las personas que fueron ametralladas impunemente.  Solamente de este callejón hay 22 muertos de diferentes edades.  A todos los conozco bien, son gente humilde y pacífica; estoy seguro que ninguno ha empuñado un arma contra nadie, es más, la mayoría eran padres de familia con responsabilidades de velar por sus hijos y familiares.” 

“Ese día (15 de septiembre) toda la gente del barrio salió a la calle gritando: “Dice la Guardia que van a quemar todo este vecindario, que salgan todos, desocupen las casas, ya viene el bombardeo”.  Acto seguido, aparecieron varias patrullas de la Guardia disparando a las puertas y culateando las que se encontraban cerradas.  Salgan hijos de p.... Tenemos órdenes de quemar todo esto ---repetían los guardias demostrando el odio y altanería que los caracteriza.” 

“Todos los vecinos se salieron a la calle, las madres con sus niños en las manos y algunos ancianos ayudados por los jóvenes.  Por un momento, muchos no sabíamos que hacer, pues, teníamos miedo de cruzar la línea férrea, porque, del otro lado, en los matorrales de patios vacíos, se encontraban tendidos, todo un ejército con tanquetas y tractores que nos infundía pánico.  Sin embargo, no nos quedaba otra alternativa y optamos por trasladarnos al otro lado de la línea férrea, antes de ser alcanzados por una bomba o las ráfagas de ametralladora que desde los helicópteros lanzaban hacia la población civil.” 

“De pronto un grupo de hombres gritaron. –Vamos a “La Ceiba”, una finca al otro lado del Bay Pas.  Todos salimos con esa dirección, iban unas ciento cincuenta personas aproximadamente.” 

“De pronto las patrullas de la Guardia salieron de entre los matorrales y nos interceptaron, diciéndonos:  “A ver, ustedes, los hombres, entreguen los niños a las mujeres y sepárense”, señalando con la punta de los rifles, indicaban a los hombres que debían separarse.  Reunieron un grupo de 8 jóvenes aproximadamente y les dijeron:  “Ustedes van a ir a quitar barricadas”, y se los llevaron.  Formaron otro grupo como de 25 hombres entre jóvenes y viejos, los acostaron en el suelo, los registraron y de inmediato los trasladaron hacia la maleza; les pidieron que se arrodillaran y un solo guardia con todo el odio y el sadismo, descargó su ametralladora mortífera sobre ellos.” 

Los nombres y edades de esos jóvenes asesinados son los siguientes:           

Carlos Hernández 20 años

Gonzalo Hernández   

30 años

Miguel Centeno   

32 años

Julio Páiz Barrera   

27 años

Flavio Páiz Barrera   

18 años

Clemente Páiz Barrera   

23 años

Pedro Vargas Alvarez   

29 años

Luis A. Martínez Alvarez   

24 años

Hilario Martínez Ramírez   

50 años

Julio Lezama Alvarez   

30 años

Salvador Vílchez Poveda   

23 años

Pedro Vílchez Poveda   

17 años

Ernesto Luna Ruiz   

27 años

Gonzalo Luna Ruiz   

25 años

Porfirio Páiz Altamirano   

25 años

Víctor Torres Pineda   

19 años

Pedro Pérez Padilla   

21 años

Luis Vargas Pajarón   

24 años

Róger González Bermúdez   

25 años

Jesús Padilla Reyes   

19 años

Julio Páiz   

25 años

Manuel Coca Salazar   

20 años   

Otra denuncia recibida también en la ciudad de León y la cual, como las demás, la Comisión investigó, es la siguiente: 

“Como a las cuatro de la tarde del viernes 15 de septiembre, después del bombardeo aéreo que sufrió la ciudadanía de León y en especial el sector de las Fajas William cuando venía una escuadra de la Guardia Nacional por tierra iniciándola una tanqueta la cual venía disparando sobre las casas del sector ya mencionado, es decir de las Fajas William media al norte, y detrás de la mencionada tanqueta venían grupos de guardias nacionales golpeando las puertas de las casas para que les abrieran y el que no lo hacía le ametrallaban su casa.  Así anduvieron hasta llegar a mi casa, la cual tenía ya hecho un hoyo al penetrar un disparo de la tanqueta.  Cuando golpearon la puerta de la casa por temor les abrí la puerta, porque me requerían que la abriera diciéndome: abrí hijo de p...; una vez abiertas las puertas entraron a mi casa cuatro guardias nacionales.  Todos los que estábamos en la casa nos reunimos en la sala.  Luego los guardias ordenaron que se pusieran parte las mujeres y parte los hombre, después les ordenaron que salieran todos a la calle, hombre y mujeres, y en la puerta detuvieron a las mujeres.” 

“Se llevaron a los primeros tres muchachos a través de la calle hasta una pared, con las manos sobre sus cabezas y ahí mismo los mataron.  Forzaron a salir después a tres jóvenes más, entre ellos mi hijo, de 18 años, y cuando estaban saliendo de la puerta con las manos en alto los soldados que estaban en la calle los ametrallaron en sus rostros y pechos.  Efraín estaba gritando: “No me maten, no me maten”.  Pude milagrosamente salvarme yo y mi hijo, de 5 años de edad, a quien tenía agarrado de mi mano.  En seguida me ordenaron los guardias que estaban adentro de la casa que nos paráramos todos a la orilla de la pared apuntándonos con las ametralladoras que ellos portaban y diciéndome uno de los guardias que no me iban a matar porque yo me parecía a su señora, pero que le dijera donde tenía las armas, respondiéndole que yo no tenía arma alguna en mi casa, y que todos los que nos encontrábamos ahí éramos una sola familia, incluso al que habían matado de nombre Efraín, en la puerta de la casa, era hijo mío también.” 

“Procedieron a catear la casa y a registrar roperos, cómoda y todos los objetos que había y hasta el último recodo de la casa, no encontrando arma alguna hasta entonces fue que la guardia nacional desalojó mi casa.” 

En Estelí, la Comisión Especial también investigó sobre el lugar de los hechos de la siguiente denuncia: 

“La Profesora Paula Ubeda de Morales, de 40 años aproximadamente y directora del Colegio Alfonso Cortés, salió acompañada del joven Omar Rugama a la farmacia a comprar medicamentos para su suegra.  Iban por la calle cuando una ráfaga de tiros de un franco tirador de la GN que estaba en la torre de la iglesia los hirió en las piernas, cayeron, e inmediatamente fueron a terminar de matarlos.  Después de varios días fue cuando el esposo pudo obtener permiso de la GN para buscarla y enterrarla.  Cuando la estaban enterrando en su propia cada llegó la Guardia.  Obligó a varias personas que se encontraban allí, bajo sus angustiosas protestas primero a arrodillarse al lado de la fosa que habían cavado y después a tirarse en ella.  Una señora les dijo:  “Pedro señor, si yo no estoy haciendo nada.  Tenga piedad de mi muchachita”.  De nada valió:  el primero en tirarse al hoyo fue el señor H.L., y luego los otros.  De una vez descargaron sus ametralladoras sobre las cuatro personas, muriendo entre ellos el joven Fernando Morales, de 16 años, hijo de la difunta Profesora que enterraban.  Sin embargo, el señor H.L. resultó ileso y pudo salvarse para contar esta historia porque los otros cuerpos le cayeron encima.  Espero hasta que los guardias habían retirado y salió para pedir auxilio y sepultar a los muertos.”

 

E.                 Muertes ocurridas después de terminadas las hostilidades 

Después de terminadas las operaciones militares en las ciudades más afectadas, alrededor del día 21 de septiembre, se inició una nueva etapa en la cual se responsabiliza a la Guardia Nacional de llevar a cabo una campaña sistemática de persecución y muerte de jóvenes de quienes se sospeche hayan tenido alguna vinculación con el Frente Sandinista, o por el simple hecho de tener simpatías por éste. 

          Durante la visita a Nicaragua, la Comisión recibió muchas denuncias sobre las muertes de numerosos jóvenes, ocurridas de manos de la Guardia Nacional.  Según los reclamantes, en varias ocasiones las muertes ocurrieron por el hecho de que la Guardia Nacional habría disparado contra grupos de jóvenes que al ver llegar repentinamente los saldos se habían puesto a correr despavoridamente.  En otros casos, se alegaba que las personas habrían sido sacadas de sus casas a la fuerza por la Guarida Nacional durante la noche, en la cual está vigente el toque de queda, y en unos casos ejecutadas cerca de sus casas y dejadas en la calle y en otros, lanzados sus cuerpos en un sitio inhóspito donde tomarían cierto tiempo en ser encontrados los cadáveres.  Asimismo, otros reclamantes expusieron a la Comisión algunas muertes que imputan a la Guardia Nacional, y cuyas circunstancias demostraban, según ellos, la perversidad de los responsables. 

          La Comisión investigó un buen número de estos casos, tomando contacto con los familiares de las víctimas, muchos de ellos testigos de los hechos, recibiendo también el testimonio de médicos que examinaron el estado de los cadáveres, y hablando con personas cuya investidura confiere a sus declaraciones gran credibilidad para la Comisión, tales como Obispos, sacerdotes, monjas, miembros de la Cruz Roja, etc.  Asimismo, la Comisión visitó los lugares donde ocurrieron las muertes, pudiendo notar muchos casos numerosos impactos de bala. 

          En la ciudad de Jinotepe, la Comisión Especial recibió el siguiente testimonio: 

          “Una joven mujer embarazada caminaba con su esposo y pequeño hijo.  Se presentó una patrulla de la Guardia Nacional y se llevó detenido al esposo.  Mientras estaba preso le sacaron un ojo, le arrancaron las uñas y la lengua con un cuchillo; le abrieron el vientre y se lo llenaron de lodo y entonces lo ametrallaron.  El médico que examinó el cadáver (había sido abandonado en la carretera y descubierto más tarde por un pariente en la morgue de Managua) encontró que tenía mas de 50 impactos de bala.” 

          En Diriamba, la Comisión Especial recibió la siguiente denuncia: 

          “Manuel Jesús Ribera, era un niño de 12 años, muy querido y popular en el vecindario quien llamaban “la mascota”.  Durante los combates ayudó a los sandinistas trayéndoles recados y alimentos pero sin combatir con ellos.  Este hecho motivó que posteriormente la Guardia Nacional lo persiguiera implacablemente llegando incluso a matar a otro niño a quien confundieron con “la mascota”.  En venganza, el padre del otro niño asesinado lo buscó hasta encontrarlo en el mercado de Diriamba y lo denunció a la Guardia Nacional.  Solados de la Guardia lo ubicaron allí el jueves 5 de octubre, escondido en un cajón, de donde lo sacaron y ametrallaron, matándole.” 

          La muerte del niño Ribera fue confirmada a la Comisión Especial por el propio Comandante Lola de la Guardia de Jinotepe quien, a modo de explicación, agregó que éste “ayudaba a la guerrilla.” 

          En León, se recibió el siguiente testimonio: 

          “El día sábado 30 de septiembre como a las once y media de la mañana, en la finca “Las Delicias”, ubicada en la comarca “El Chague”, apareció la patrulla de la GN en dos vehículos y comandaba por el Sargento Pablo Aguilera y otro de nombre Jorge Luis, quienes en forma violenta llegaron a la finca asuntando a todos los moradores de la casa, de los cuales salieron huyendo dos muchachos en forma despavorida, creyendo que se trataba de asaltantes disfrazados de guardias, por la forma grosera y violenta con la que llegaron; esto dio lugar a que dichos agentes y la guardia desataran una balacera en contra de los dos muchachos, de nombres Yáder Vanegas Camacho, de 18 años de edad y Rigoberto Camacho Padilla, de 14 años de edad, quienes se habían ido a la finca buscando protección en el área rural en vista de que en la ciudad todos los muchachos que caían en poder de la GN se deban por desaparecidos.  Como resultado de los disparos resultaron muertos dichos jóvenes, a quienes primero les dispararon en las canillas y después los mataron, en una huerta vecina, y andaban completamente desarmados los muchachos.  Les quitaron unos pocos centavos y los zapatos que tenían.  Prácticamente fueron acribillados ya que presentaban disparos en todo el cuerpo, especialmente en la cabeza, habiendo sido muertos totalmente indefensos y sin haber cometido delito o falta alguna.” 

          En Managua, la Comisión recibió esta denuncia: 

          “El día sábado 30 de septiembre del presente año se encontraban departiendo unos tragos en su casa de habitación a eso de las 10:30 de la noche, José Daniel Jarquín García, de 18 años, soltero, de 27 años, soldador, con un vecino de nombre Manuel Hernández Velásquez, de 27 años, comerciante, casado y padre de seis niños, todos menores de edad, el mayor de los cuales tiene nuevo años y el menor dos meses; todos ellos de este domicilio.” 

          “Resulta que el terminársele los tragos que tenían, dispusieron ir a comprar una botella de licor a una venta que está situada casi enfrente de la casa, por lo que los tres cruzaron la radial Santo Domingo que es lo que separa a la casa de la verga; al estar golpeando en la puerta de la referida venta se aparecieron dos jeeps color azul de la GN, que se los llevaron con rumbo desconocido.” 

          “Al día siguiente domingo 1 de octubre del presente año, me presenté en la Octava Sección de Policía que es la que corresponde al sector y no me dieron noticias de ellos.  Me presenté también en la Sección Trece de Policía y tampoco me dieron informes por lo que decidí ir a la Central de Policía de Managua y allí me dijeron que no estaban pero que mejor los buscara en el Hospital y en la Morgue ya que si los habían capturado después de las ocho de la noche estaban “out”.  Como a las 12:00 del día me presenté en el local de la morgue de El Retiro y allí se encontraban José, Pedro y Manuel; el encargado de la morgue me manifestó que según el informe los habían encontrado muertos en la Cuesta del Plomo.” 

          “Los cadáveres todos estaban completamente bañados de balas, José presentaba un orificio en la sien, y estaba casi partido por la cintura por balas de ametralladora y ambos brazos estaban quebrados; Pedro tenía la parte superior de la cabeza completamente desbaratada y Manuel tenía la espalda completamente llena de balas.” 

          En Masaya, la Comisión Especial recibió esta denuncia: 

          “El día lunes 2 de octubre, a eso de las cinco y media de la tarde, cuatro personas viajaban en una camioneta marca Datsun, color rojo, con destino al poblado de Veracruz situado a 6 kilómetros hacia la izquierda del Km. 14 y medio, carretera a Masaya.  Los viajeros eran las siguientes personas: el conductor de nombre Adán Martínez García, de 31 años, casado, chofer; Humberto Rodríguez Martínez, de 20 años, soltero, contador en el plantel de carreteras de Batahola, Silvia Antonia Rodríguez Martínez, de 17 años, soltera, estudiante de la Normal de Managua y William Rodríguez, de 13 años, estudiante de 6 grado en la Escuela Máximo Jérez.  Propiamente en la entrada de Veracruz una señora les pidió que le hicieran un viaje a la concepción (Depto. De Masaya) en lo cual convinieron.  Ya en camino hacia la Concepción y adelantito de Ticuantepe se descompuso la camioneta y al no poder componerla la dejaron en una casa vecina y optaron por regresare a su casa en Veracruz.  Eran como las 6:30 de la tarde.  A poca distancia se toparon con una patrulla de la Guardia Nacional que venía de Ticuantepe en dirección a la Concepción, la cual los detuvo a pesar de ver sus documentos de identificación del trabajo, y de sus ruegos se los llevó detenidos en dirección a la Concha.  Al llegar a una cuesta solitaria se detuvieron y los bajaron a todos.  Pusieron a Humberto Rodríguez Martínez contra un paredón, allí dieron varios tiros que le destrozaron la cara y uno de los brazos así como otras partes del cuerpo.  Después lo ametrallaron.  Entonces le ordenaron a Adán que echara el cadáver a un zanjón.  Adán les dijo que sí pero les suplicó que no lo mataran a él.  En ese instante le dispararon hiriéndolo gravemente.  Luego le dispararon al niño William, pero la bala le pasó refilando la barbilla y él se hizo el muerto, rodando hasta el fondo del zanjón, donde le dispararon de nuevo sin herirlo.  Adán, que sólo estaba herido, trató de reincorporarse y rogaba a Dios en voz alta.  Al ver esto, los guardias le dispararon nuevamente hiriéndolo de muerte.”. 

          “Al quererse llevar a la jovencita Silvia Antonia Rodríguez, ésta, les suplica que la mataran allí mismo pero los guardias se la llevaron con rumbo desconocido.  Al día siguiente los familiares de los jóvenes muertos recibieron aviso de para de William de lo que había sucedido y fueron a recoger los cadáveres, los cuales enterraron el miércoles 4 de octubre en la mañana.  Después de larga búsqueda los familiares encontraron el cadáver de la jovencita Silvia Antonia en la morgue del Retiro.  La niña había sido ultrajada, le cortaron el pelo, tenía los pechos cortados y estaba degollada; tenía todo el cuerpo amoratado y ametrallado.” 

          El siguiente testimonio proviene de Estelí: 

          “El miércoles 4 de octubre de 1978 por la mañana, en la ciudad de Estelí, desaparecieron José Francisco Rugama Meza, de 41 años y Alfredo Altamirano Pérez, de 25 años, después de haber sido vistos por compañeros de trabajo que los montaron en un jeep del INSS (Instituto Nacional de Seguro Social) color celeste, sin placa, con militares a bordo.  El Sr. Altamirano fue montado frente al Comando de la Guardia Nacional y Francisco Rugama llegando al plantel de carretera a las 7 a.m., arrancando con gran velocidad con rumbo desconocido.” 

          “Fueron encontrados posteriormente muertos, el día lunes 9 del corriente, a 20 kms. Fuera de Estelí, ya en estado completo de descomposición y en parte comidos de los animales, mostrando haber sido torturados y después baleados en la cabeza y todo el cuerpo, siendo testigos la Cruz Roja y el médico forense.  Fueron incinerados posteriormente.  También fueron despojados de prendas y dinero (reloj, anillo de matrimonio, cadena, etc.)” 

          Obran en poder de la Comisión numerosas otras denuncias y testimonios de muertes imputadas a la Guardia nacional ocurridas después del término de las hostilidades.  La Comisión al citar sólo algunos ejemplos ha querido señalar la magnitud con que este fundamental derecho a la vida ha sido reiteradamente violado en Nicaragua.

 

F.                 Situación de los campesinos desaparecidos 

Durante su observación “in loco” la Comisión Especial fue informada del hecho de que 321 campesinos, detenidos por la Guardia Nacional, desaparecieron, presumiéndose su muerte.  Tal hecho, en concepto de la Comisión, constituye una gravísima violación al derecho a la vida, la cual, además, no ha sido investigada ni por el Gobierno ni por la Justicia de Nicaragua, la que no ha adelantado ningún proceso a pesar de las reiteradas, públicas y conocidas denuncias que se han formulado.

 

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1 /         El Artículo I de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre dice: “Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.

 

2 /            Según cifras del Gobierno, obtenidas por la Comisión, la Guardia Nacional sostuvo un total de 52 muertos y 156 heridos.  En cuanto a las bajas del F.S.L.N., la Comisión no cuenta con los datos necesarios para ofrecer un estimado.

3 /            El Artículo 3 de dicha Convención señala:  “En caso de conflicto armado sin carácter internacional y que surja en el territorio de una de las Partes contratantes, cada una de las Partes contendientes tendrá obligación de aplicar por lo menos las disposiciones siguientes:

 

1)                  Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluso los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas que hayan quedado fuera de combate por enfermedad, heridas, detención, o por cualquier otra causa, serán tratadas, en todas circunstancias, con humanidad, sin distinción alguna de carácter desfavorable basado en nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio análogo.

 

A tal efecto, están y quedan prohibidos, en todo tiempo respecto a las personas arriba aludidas:

 

a)                  La toma de rehenes;

b)                  La toma de rehenes;

c)                   Los atentados a la dignidad personal, especialmente los tratamientos humillantes y degradantes;

d)                  Las condenas dictadas y las ejecuciones efectuadas sin previo juicio por un tribunal regularmente constituido y dotado de las garantías judiciales y reconocidas como indispensables por los pueblos civilizados.

 

2)                  Los heridos y enfermos serán recogidos y cuidados.

 

Podrá ofrecer sus servicios a las Partes contendientes cualquier organismo humanitario imparcial, tal como el Comité Internacional de la Cruz Roja.

 

Las Partes contendientes se esforzarán, por otra parte, por poner en vigor mediante acuerdos especiales algunas o todas las demás disposiciones de la presente convención.

 

La aplicación de las disposiciones precedentes no producirá efecto sobre el estatuto jurídico de las Partes contendientes”.

 

 

4 /            La Convención entró en vigencia para Nicaragua seis meses más tarde, es decir el 27 de junio de 1954, de acuerdo con su Artículo 153.