CAPÍTULO
VIII DERECHO
A LA EDUCACIÓN Y DERECHO A LA PRESERVACIÓN
1.
Es difícil evaluar las actividades del Gobierno de Haití, encaminadas a
promover estos derechos fundamentales y el derecho básico al trabajo de que se
habló en el capítulo IX, debido a su renuncia a proporcionar información
estadística actualizada a los organismos internacionales pertinentes.
Aún cuando la Constitución de Haití dejó claramente establecidos
estos derechos (Artículo X), hay pocas pruebas concretas de que haya habido un
esfuerzo sistemático para garantizar su plena aplicación.
2.
El compromiso al pleno desarrollo de estos derechos está seriamente
limitado en Haití, debido a una serie de factores políticos e históricos
restrictivos que exacerban los problemas creados por condiciones de absoluta
pobreza. En un informe publicado por el Banco Mundial en noviembre de 1978, se
estimaba que el 89.7% de la población total tiene un ingreso per cápita
inferior al gasto de consumo mínimo necesario en Gourdes, y que el 94.4% de la
población rural vive en estado de privación.
Sólo el 30% de la tierra de Haití es susceptible de cultivo debido a su
carácter generalmente montañoso, y una gran parte de esta zona relativamente
pequeña consiste en pequeñas parcelas que han sido subdivididas tantas veces
que no pueden proporcionar mantenimiento a una familia.
La erosión constituye un problema devastador ocasionado por la tala
indiscriminada de los bosques para obtener madera para la exportación en el
siglo XIX y por la producción de carbón en el siglo actual, problema acentuado
gravemente por la falta de asistencia oficial que permita la aplicación de técnicas
agrícolas mejoradas. El Gobierno
de Haití no ha emprendido medidas oficiales de reforma agraria, condición que
es exacerbada por la confiscación en gran escala de las tierras de los
campesinos por Ton Ton Macoutes locales a raíz de una disputa o denuncia. Las restricciones físicas y políticas se superimponen
notablemente en Haití: tiene una densidad demográfica de 393 personas por km2
de terreno cultivable, un PNB de $232 por persona en 1977, y una utilización
demasiado intensa y erosión del suelo, se combinan y emanan de un descuido
gubernamental histórico con la mayoría de la población.2
Los servicios del Gobierno que existen, como los de apoyo agrícola del
Departamento de Agricultura, enfrentan dificultades debido a un financiamiento
deficiente y falta de personal.3
El análisis de los procedimientos presupuestarios gubernamentales
realizado por el Banco Mundial da una idea del grado en que las fortunas económicas
del pueblo haitiano dependen de la realidad política contemporánea.
En 1977, el 39% de todos los gastos y el 35% de los ingresos totales se
canalizaron a través de cuentas corrientes especiales mantenidas en el Banco
Nacional; por ende, fue casi imposible determinar su fuente o utilización
final. En tales condiciones, es
dudoso que los programas de asistencia exterior, tan imprescindibles, se provean
con eficacia a los pretendidos beneficiarios.
Las operaciones de la Régie du Tubac del gobierno también indican las
amplias reformas que son necesarias para que el respeto de los derechos humanos
sea más que un objetivo a lograr.
La Régie du Tubac, monopolio de la familia Duvalier, ejerce control
exclusivo sobre la distribución de pescado, algodón, leche evaporada,
condensada y fresca, manteca, queso, margarina, vino, champaña, whiskey, ron,
perfumes, productos odontológicos, jabón, vendas, acondicionadores de aire,
automóviles, aviones y la mayoría de los accesorios eléctricos. Además, en 1977, la Régie recibió ingresos de
aproximadamente G4.9 millones pero sólo asignó 02.9 millones al Tesoro para
gastos presupuestarios generales, sin revelar el destino de los dos millones de
Gourdes restantes.4
Al analizar esta situación, es evidente que deben producirse reformas
políticas específicas antes de que las encomiables metas de la Constitución
haitiana puedan comenzar a hacerse realidad en el área de los derechos
fundamentales a la educación y la salud.
3.
Los artículos 29 y 180-1 de la Constitución haitiana establecen una
meta de educación libre y obligatoria en las escuelas primarias, como medio de
reducir el analfabetismo. La mayor
parte de la información reciente de que se dispone indica que el 76.7% de la
población de Haití es analfabeta.5
La misma fuente indica que el 85.5% de la población no había recibido
instrucción escolar en 1971 y que sólo el 4% había terminado la escuela
primaria. Las leyes de educación
obligatoria de Haití tienen poco más que un interés académico ya que, con
frecuencia, no hay escuelas adecuadas, a una distancia razonable, en las zonas
rurales. En 1974, el último año para el que se dispone de datos, los gastos
gubernamentales totales para la educación ascendían solamente a G24.300.000, o
$4.8 millones, lo que representa gastos del 0.7% del Producto Nacional Bruto.6
En 1978, el Banco Mundial calculó que esta es la tasa de gastos más
baja del mundo, agregando que el analfabetismo es el más elevado del hemisferio,
con un 83%, y con más del 90% en las zonas rurales.
4.
El compromiso oficial del Gobierno de Haití para el mantenimiento de la
salud y el bienestar general de la población se encuentra en el Artículo 162
de la Constitución: El régimen económico se ocupa de asegurarles a todos los
miembros de la comunidad una existencia digna del ser humano. Básicamente cumple con los principios de la justicia social.
Sin embargo, en realidad, los artículos de primera necesidad de la vida,
tales como el calzado, una vivienda adecuada y agua potable para beber y lavarse,
son lujos fuera del alcance de la familia promedio.7
Por ejemplo, un informe del Banco Mundial de 1978 indica que de acuerdo
con las estimaciones más recientes, el 96% de toda vivienda ocupada no tiene
agua corriente, y menos del 30% tienen acceso a la energía eléctrica.
5.
La vida promedio en Haití figura entre las más bajas del hemisferio
occidental, estimándose a 52 años, de acuerdo con el informe del Banco Mundial
de 1978. Este mismo informe refleja
cifras para la mortalidad infantil de 149.1 por 1000 niños que nacen vivos (este
porcentaje sólo es más alto en un otro país del hemisferio).
De acuerdo con el Informe del Banco Mundial de 1978, la tasa de
fallecimientos de niños de 1 a 4 años era 33 por 1000 en 1970, lo cual
representa un aumento sobre la tasa de 1960 que era del 27 por 1000.
En el último informe de la OMS relacionado con las estadísticas de vida
en Haití, el Gobierno de Haití sólo proporcionó una de las cinco cifras
solicitadas por los gobiernos miembros. Por tanto, es imposible apreciar la
mejora o el deterioro del estado de salud del niño haitiano.
6.
El estado de la nutrición de la población de Haití figura
probablemente entre los peores del hemisferio occidental, dejándola susceptible
a la enfermedad (más del 75% de los niños menores de cinco años sufren de
desnutrición).8
A partir de la edad de cuatro (4) meses, los niños haitianos presentan
tasas de crecimiento por debajo de la norma, que empeoran continuamente debido a
deficiencias tanto calóricas como proteínicas.
El crecimiento inferior a la norma termina con grandes diferencias entre
1.5% de los niños urbanos criados en familias ricas y el niño rural promedio:
al llegar a los diez años, hay una diferencia de 50 libras en el peso y seis
pulgadas en la estatura entre los niños de ambas clases.9
Las tasas de morbilidad y mortalidad de las enfermedades contagiosas
vinculadas con la desnutrición –-el paludismo hiperéndemico, la diarrea, la
ameobiasis, la tuberculosos, la “kwashiorkor”, la avitaminosis, el marasmo,
el tétano y la framesia existen en tasas que quizás no se hallan superadas en
el hemisferio occcidental.10
Además de los niños, las mujeres de edad reproductiva y los hombres
activos que participan en la fuerza de trabajo han sido objeto de estudios
selectivos y se les han encontrado desnutridos, lo cual produce niveles
inferiores de salud y productividad: el consumo cotidiano promedio de proteínas
es de 39 gramos y de calorías, 1700; estas cantidades son muy inferiores a las
necesidades mínimas calculadas para el ser humano.
El Banco Mundial estima que será necesario desembolsar 200 dólares o
1000 gourdes per cápita para permitir el acceso al régimen alimenticio mínimo
recomendado y para la compra de artículos de consumo alimenticio. Estas cifras arriba expuestas reflejan que más del 90% de la
población de Haití no es capaz de obtener la norma mínima de consumo.
Por tanto, el consumo mínimo per cápita de calorías recomendadas para
Haití es de 2000 diarias. Sin embargo, un informe de la Oficina de la Salud, Educación
y el Bienestar (HEW) de los Estados Unidos de América citado por el Banco
Mundial en 1979, menciona un promedio diario de aproximadamente 1500, sin tomar
en cuenta el equilibrio entre las proteínas y las grasas. Muchas personas adolecen de deficiencias nutricionales múltiples,
y sólo el 13% de todos los niños haitianos se consideraban normalmente
alimentados en 1975.11
Incluso esta cifra parece elevada cuando se la compara con el 9.6% en las
zonas urbanas del norte y el 8.1% en las zonas rurales del norte que están
adecuadamente alimentados. De
acuerdo con un informe del Banco Mundial de 197812
más del 50% de los niños haitianos con menos de cinco años de edad sufren de
desnutrición hasta tal punto que requieren asistencia médica.
El mismo informe señala que Haití se ha distinguido como el único país
del hemisferio donde el consumo de calorías es la que más ha disminuido,
aunque el consumo de calorías per cápita también fue el más bajo en 1971-73.
El Dr. Kendall W. King llegó a la conclusión siguiente:
“A menos que se encuentren medios para reactivar los servicios
gubernamentales vitales tales como los de otras públicas, educación,
agricultura y salud, no es realista prever mejoras importantes en la condición
nutritiva de la población”.13
El Gobierno de Duvalier ha emprendido pocas medidas, si bien algunas,
para reducir esta desnutrición debilitante y general en el país. De hecho, en 1978, el informe del BID reflejó que la situación
había empeorado.
7.
De acuerdo con el Banco Mundial, el estado de la salud pública en Haití
es totalmente inadecuado. Las
instalaciones médicas y el personal capacitado en el país son mínimos.
En 1970, había un médico por cada 13.000 habitantes. La verdad del caso
es aún peor: la mitad de todos los
médicos y una gran proporción de instalaciones hospitalarias se encuentran
concentrados en Port-au-Prince y la mitad de la población no recibe asistencia
médica alguna. Más de la mitad de
los médicos y enfermeras capacitados en Haití han salido al exilio debido a
motivos políticos y económicos. [Índice | Anterior | Próximo ] 1 Convención
Americana sobre Derechos Humanos Artículo 26. Desarrollo
Progresivo Los Estados Partes se comprometen a
adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la cooperación
internacional, especialmente económica y técnica, para lograr
progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las
normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura,
contenidas en la Carta de la Organización de los Estados Americanos,
reformada por el Protocolo de Buenos Aires, en la medida de los recursos
disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados. 2 Informe
del Banco Mundial, diciembre de 1978. 3 Ibid. 4 Banco
Mundial, Informe, diciembre de 1978. 5 UNESCO,
Anuario Estadístico 1977, p. 45. 6
Ibid. 7
Vera Rubin y Richard P. Schaeder, Eds. 1975.
The Haitian Potential: Research and Resources of Haiti.* N.Y. Teachers College Press, p. 158. *
El Potencial Haitiano: Investigación y Recursos de Haití. 8 Informe
del Banco Mundial, p.30. 9 Rubin
y Schaeder, supra, p. 148. 10
Informe Estadístico Anual de la OMS. 11
Informe del Banco Mundial, 1978, p. 64. 12
Progreso Económico y Social en la América Latina, 1978, p. 138. 13
Rubin y Schaeder, supra, p. 156. |