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CAPITULO VII

DERECHO A LA LIBERTAD RELIGIOSA Y DE CULTO

 

A. CONSIDERACIONES GENERALES

1. El derecho a la libertad religiosa y de culto es reconocido por la Declaración Americana cuando estipula:

Artículo III. Toda persona tiene el derecho a profesar libremente una creencia religiosa y de manifestarla y practicarla en público y en privado.

2. El enunciado de tipo general contenido en la Declaración ha sido precisado en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Si bien este instrumento no es aplicable a Cuba por no ser país signatario del mismo, la Comisión encuentra de interés tomar en cuenta algunas de sus disposiciones pertinentes a fin de lograr una delimitación más exacta de los alcances concretos del derecho bajo examen, así como de los límites dentro de los cuales el mismo puede ser ejercido.

3. Además de la libre profesión y práctica --pública y privada—de una creencia religiosa, la Convención Americana incluye otros derechos que se encuentran necesariamente asociados al ejercicio de esas libertades (Art. 12). Incorpora así la libertad de divulgar la religión por parte de los creyentes y el derecho de los padres o tutores "a que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones" (inc. 4). Asimismo, la Convención Americana impone al Estado el deber de respetar estas libertades y de no adoptar medidas restrictivas que indirectamente pudiesen menoscabarlas. Por su parte, los límites al ejercicio del derecho a la libertad religiosa y de culto deben estar fijados por la ley y ser los necesarios "para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral pública o los derechos o libertades de los demás" (inc. 3).

 

B. EL MARCO LEGAL

4. El dispositivo fundamental que regula el ejercicio del derecho a la libertad religiosa y de culto en Cuba, es el artículo 54 de la Constitución que estipula:

El estado socialista, que basa su actividad y educa al pueblo en la concepción científica materialista del universo, reconoce y garantiza la libertad de conciencia, el derecho de cada uno a profesar cualquier creencia religiosa y a practicar, dentro del respeto a la ley, el culto de su preferencia.

La ley regula las actividades de las instituciones religiosas.

Es ilegal y punible oponer la fe o la creencia religiosa a la Revolución, a la educación o al cumplimiento de los deberes de trabajar, defender la patria con las armas, reverencias sus símbolos y los demás deberes establecidos por la Constitución.

5. Cabe destacar, en primer lugar, que este artículo utiliza la expresión "reconoce" al referirse al derecho analizado. Ello es positivo en la medida que revela una concepción del derecho bajo examen como algo inherente a la persona humana y a la cual le corresponde por su calidad de tal. Sin embargo, se presentan nuevamente en este artículo expresiones ambiguas que impiden que el mismo funcione como garantía adecuada del derecho proclamado. Así, considerar "ilegal y punible oponer la fe o la creencia religiosa a la Revolución" es dejar a los cuerpos políticos la tarea de interpretar los alcances legales de eventuales creencias o acciones opuestas "a la Revolución".

6. Igualmente, el dispositivo analizado introduce otra de las frecuentes profesiones de fe doctrinarias al establecer que "El Estado socialista, que basa su actividad y educa al pueblo en la concepción materialista del universo …" De este texto se deriva una discriminación indirecta de los creyentes en relación al desempeño de funciones estatales, debido al materialismo en que el Estado fundamenta sus actividades. Asimismo, impide a los padres decidir acerca del tipo de educación que desearían dar a sus hijos en el ámbito religioso o moral. El artículo 54 analizado refuerza, de esta forma, el contenido dogmático de la enseñanza, que es una de sus características tal como fuera expuesto en el Capítulo XI de este Informe.

 

C. LA PRACTICA

7. Para evaluar la práctica del Gobierno de Cuba en relación al ejercicio del derecho a la libertad religiosa y de culto se debe analizar, por una parte, las modalidades asumidas por las relaciones de ese Gobierno con las instituciones religiosas existentes en la isla, en lo referente tanto a las actividades directamente vinculadas con el culto, como a las acciones indirectamente relacionadas con él y que tradicionalmente habían venido siendo desempeñadas por las iglesias hasta 1959. Por otra parte, debe abarcar el examen de los condicionamientos ideológicos y prácticos que operan sobre los creyentes en el desempeño de las actividades sociales y políticas en general. Ello será objeto de la presentación que sigue.

 

1. Relaciones del Gobierno con las Instituciones Religiosas

8. La Iglesia Católica y Protestante habían desempeñado en Cuba, hasta el advenimiento del actual régimen político, actividades similares a las realizadas en la mayor parte de países de América Latina. Así, a las acciones de culto religioso --incluidas las de divulgación pública de sus creencias-- se sumaban aquellas actividades que se relacionaban indirectamente con el ejercicio religioso, entre las cuales debe mencionarse especialmente a la educación y a la ayuda social a los sectores desfavorecidos. Igualmente, las instituciones confesionales, de manera particular la Iglesia Católica, gozaban de una presencia que le proporcionaba un relativo nivel de influencia política.

9. Cabe tener presente, en relación a las actividades mencionadas, que las fronteras entre ellas no se encontraban nítidamente delimitadas; por el contrario, se daba una superposición en la que resultaba --y resulta-- difícil precisar el impacto social y político efectivo de alguna o varias de esas acciones.

10. En lo referente a esta delimitación de las diversas categorías de actividades y a su eventual impacto político y social, una correcta evaluación de la vigencia del derecho a la libertad religiosa implica asumir una posición respecto al marco en que las acciones concretas se ubican. Resulta indudable que las actividades religiosas poseen una dimensión social; el contenido ético de las concepciones religiosas puede traducirse en postulado de carácter general que sirvan tanto para evaluar fenómenos concretos en el ámbito económico, social y político, como para guiar las conductas prácticas de los creyentes en determinados momentos de la vida política de un país.

11. Además, estos postulados generales aplicados al quehacer social concreto, pueden convertirse en la base ideológica que sustenta una acción política. En esta calidad, ellos son, por una parte, elementos legítimos de un orden político democrático y, por otra parte, se independizan relativamente de las concepciones originales en que se basan para ser sometidos a las mismas condiciones que otros postulados políticos; son por tanto, susceptibles de la crítica teórica y práctica, así como de eventual modificación. Este último aspecto es el que los distingue de la base confesional en que se sustentan y, en ese sentido, se convierten en pautas de conducta deseable pero no obligatoria. Prueba de ello es que pueden adherir a estos postulados sociales personas que no pertenecen a la religión de la que ellos se derivan y, a la inversa, fieles de la creencia religiosa en cuestión pueden, legítimamente, sustentar concepciones políticas diferentes.

12. Lo apuntado hasta aquí permite considerar que existe un núcleo de creencias religiosas que se trasuntan en actividades concretas incluyendo la práctica del culto; éste es el contenido fundamental del derecho a la libertad religiosa. De estas creencias básicas pueden deducirse postulados doctrinarios que sirvan de sustento a modelos de organización económica, social y política; en tal carácter, ellos y las acciones en ellos inspiradas escapan al ámbito de la religión e ingresan al campo de la política; su protección, por tanto, es materia derivada de la vigencia de los derechos políticos.

13. En Cuba, la acción de un conjunto de condicionantes determinó que la tenue frontera entre ambos tipos de acciones se hiciera más imprecisa y tendiera casi a desaparecer, situación especialmente aguda en los primeros años del actual régimen político cubano, debido a la hiperpolitización que provocó el proceso. El antagonismo que marcó las relaciones del Gobierno con las instituciones religiosas se vio agudizado por la diferente base social en que fundamentaban su acción éstas y aquél; por el contexto internacional en que el proceso cubano se producía; y por la rigidez de los planteos ideológicos tanto del Gobierno como de las iglesias, en especial de la Iglesia Católica en la cual aún no se había producido la flexibilización de su doctrina social que luego tuvo lugar a partir del Concilio Vaticano Segundo.

14. En relación a los sectores sociales en que las instituciones religiosas tenían mayor influencia, de manera general puede señalarse que la sociedad cubana conocía, en vísperas de 1959, un elevado nivel de secularidad; carecían por ello las iglesias de la marcada influencia que caracteriza su quehacer en otras sociedades latinoamericanas. Esta influencia, de por sí limitada, se circunscribía fundamentalmente a las clases media y alta, siendo muy escasa entre los estratos más bajos de la sociedad.

15. Así, por ejemplo, la Agrupación Católica realizó en 1957 un estudio de 4.000 jefes de familia rurales el cual reveló que el 53.51% nunca había visto un sacerdote; el 36.74% señaló que sólo lo conocían de vista y sólo el 7.81% declaró haber tenido trato personal con uno. También comprueba la debilidad de la iglesia en las zonas rurales el hecho de que el 41.41% de los encuestados declaró no tener religión alguna, mientras que el 52.10% se identificó como católico, el 3.26% como protestante y el 1.09% como espiritista. De los católicos, el 88.84% no había asistido nunca a misa y sólo el 4.25% lo había hecho tres o más veces por año. Más aún, cuando se les preguntó qué institución les ayudaría más a mejorar a todos los trabajadores rurales sólo un 3.43% mencionó a la iglesia. La mayoría mencionó al gobierno (68.73%) o al empleador (16.72%).1

16. Un fenómeno similar afectaba a las iglesias protestantes, a lo cual debía sumarse su estrecha identificación con las correspondientes iglesias en los Estados Unidos. Así, en 1940 ya se había señalado que:

"La iglesia evangelista no ha ajustado su programa, mantenimiento y liderazgo a las condiciones económicas y sociales de Cuba. La iglesia es una institución de clase media y costosa en medio de una mayoría de clase baja y pobre. Es una institución anglo-sajona y democrática en una sociedad latina y feudal. Es una institución urbanizada que busca expandirse en un ambiente rural".2

17. Dos elementos adicionales contribuyeron a agudizar los enfrentamientos del Gobierno con las iglesias en el campo político. Por una parte, el ambiente de "guerra fría" que caracterizaba la escena internacional y que llevó a las superpotencias a influir marcadamente en la polarización interna de las posiciones, hecho asumido y desarrollado por los liderazgos de las facciones políticas en pugna. Por otra parte, y en referencia a la Iglesia Católica, la ya mencionada rigidez organizativa y doctrinal característica del período previo al Concilio Vaticano Segundo.

18. En este contexto, en marzo de 1959, la Iglesia Católica expresó su preocupación por una ley de educación que prohibiría la instrucción religiosa en las escuelas públicas. La jerarquía eclesiástica sostuvo que el problema podía solucionarse si se permitía a capellanes impartir esa instrucción en las escuelas. La cuestión perdió vigencia cuando el gobierno amplió el número de escuelas primarias y secundarias para las cuales no había capellanes suficientes. La propuesta de suspender los grados y materias acreditadas en las universidades privadas para equiparar las pérdidas sufridas por los estudiantes de la Universidad de La Habana, que había permanecido cerrada desde 1956 hasta 1958 por el depuesto Presidente Batista, generó fuertes protestas de la Universidad Católica de Villanueva y de la Universidad Protestante Candler. La disputa se resolvió eventualmente suspendiéndose la validez de los grados y materias acreditadas por dos años.

19. El primer conflicto serio con los miembros de la iglesia provino de la circulación del proyecto de ley de reforma agraria en mayo de 1959. Bien acogida por el Obispo Evelio Díaz, de La Habana, en nombre de la jerarquía eclesiástica, fue condenada por la Agrupación Católica. La cuestión de la reforma agraria ayudó a convocar a reunión a sesenta y dos sacerdotes en Belén, colegio jesuita del Presidente Castro, en junio de 1959, para examinar la situación política en general. Aunque no fue posible lograr unanimidad de criterios, la reunión sirvió para reforzar las preocupaciones de aquellos clérigos temerosos del rumbo marxista del régimen y después de ella fueron más los sacerdotes que utilizaron los púlpitos para criticar la dirección de la revolución. Los protestantes compartían algunas de las mismas inquietudes y, en general, sentían que el gobierno era más radical de lo que se esperaba. En general, hubo una preocupación creciente en la Iglesia Católica por la vigencia de la propiedad privada, piedra fundamental de su doctrina social.

20. Las divisiones que surgieron, tanto en la Iglesia Católica como en la Protestante, limitaron en gran medida de la capacidad de ambas de influir en el curso del proceso político. Esto las llevó a reaccionar con lentitud a las iniciativas del Gobierno y con limitaciones en la formulación de alternativas. Las divisiones entre la jerarquía eclesiástica se vieron exacerbadas por las conflictivas presiones emanadas de los laicos.

21. Ante el colapso de los partidos políticos tradicionales frente a los planteos y medidas del Gobierno, las iglesias --en especial la Católica-- fueron convirtiéndose en catalizadoras de la oposición al régimen. Así, más de un millón de personas asistieron al Congreso Católico Nacional en noviembre de 1959, cuando la concurrencia normal a ese acto había sido de alrededor de 10.000 personas en años anteriores. Fue en ese ambiente en el que las procesiones religiosas comenzaron a convertirse en reuniones antigubernamentales y que partidarios del régimen comenzaron a interrumpir los servicios religiosos y a invadir las casas parroquiales.

22. En el otoño de 1960 los obispos cubanos emitieron una serie de cartas pastorales en las que declaraban que, en cualquier conflicto que tuvieran Estados Unidos y la Unión Soviética a causa de Cuba, ellos apoyarían al primero. Estos documentos, al aparecer después de las nacionalizaciones de propiedades norteamericanas en junio de 1960, pusieron a la Iglesia Católica en clara oposición a la revolución. Esta situación revela la influencia del clima de guerra fría que se vivía a nivel mundial, caracterizado por la polarización y enfrentamiento entre las dos grandes potencias que pugnaban por lograr adhesiones al interior de Cuba, impidiendo, de esta forma, adoptar posiciones que respondieran de manera adecuada a la verdadera naturaleza social y nacional de los conflictos políticos suscitados.

23. La invasión de Playa Girón, llevada a cabo el 17 de abril de 1961, fue comandada por Manuel Artimé, de Agrupación Católica, y acompañada por cuatro sacerdotes de origen español, así como de otros miembros de esa institución. Esto sirvió de base al Gobierno para clausurar la sede a Agrupación Católica en La Habana. Igualmente, el Gobierno adjunto que varias escuelas privadas habían sido utilizadas para preparar la sublevación que debía seguir al desembarco en Playa Girón.

24. El 1o. de mayo de 1961 el Gobierno nacionalizó las escuelas privadas, provocando un nuevo enfrentamiento con las iglesias. En septiembre de ese año prohibió las procesiones religiosas luego que uno de los asistentes a una de ellas resultara muerto. Tanto la invasión de Playa Girón como la nacionalización de las instituciones de enseñanza y la prohibición de las procesiones religiosas llevaron a su punto más bajo las relaciones del Gobierno con las iglesias, procediendo aquél, en esas oportunidades, a expulsar sacerdotes y religiosos, calculándose que de ellos un 8% fueron víctimas de esa medida por alegadas "actividades contra-revolucionarias". Estos hechos, y la radicalización de las medidas adoptadas por el Gobierno en otros ámbitos, provocó un éxodo de religiosos y de ciudadanos que no compartían el rumbo adoptado por el proceso político, entre los que se encontraba un número significativo de creyentes. La comunidad judía también participó de este movimiento, resultado de lo cual se redujo, con el correr del tiempo, a la décima parte del volumen que tenía antes de 1959.

25. La disminución de personal religioso derivada del éxodo y las expulsiones, sumada al clima de hostilidad existente, determinó que algunas iglesias dejaran de funcionar. Para evitarlo, ciertas iglesias protestantes pusieron a cargo del culto a laicos --incluso mujeres- - lo cual no fue el caso de la Iglesia Católica. Sin embargo, el número de parroquias de esta religión aumentó de 210 en 1959 a 226 en 1965.3

26. Durante estas etapas iniciales, el Gobierno adoptó otras medidas como la eliminación de los feriados religiosos y la organización de actividades deportivas y clases de adoctrinamiento durante los domingos para obstaculizar la asistencia a los oficios religiosos. Igualmente, se negó el acceso de los creyentes a los medios de comunicación de masas para divulgar su credo. Diversas otras formas de discriminación se hicieron sentir sobre quienes profesaban una religión, lo cual correspondía al marcado dogmatismo marxista-leninista oficialmente proclamado.

27. A mediados de la década de 1960, otro conflicto de las iglesias con el Gobierno fue suscitado por la adopción del adiestramiento militar obligatorio en Cuba, lo cual llevó a varias iglesias a solicitar que sus fieles, encargados del ministerio religioso, pudieran ser asignados a un servicio alternativo. La respuesta del Gobierno fue incorporar sacerdotes, pastores, seminaristas y religiosos a las Unidades Militares para Ayuda a la Producción (UMAP), en las cuales realizaban trabajo forzoso empleados del Gobierno culpables de errores administrativos punibles, los homosexuales, los soplones y ex-convictos por delitos comunes. El tratamiento dispensado a los religiosos fue a todas luces injusto y reveló los abusos a que podían ser sometidos por parte de las autoridades gubernamentales. Cabe señalar que las UMAP fueron desmontadas en 1976 debido alas fuertes críticas públicas de que fueron objeto.

28. Algunos grupos religiosos tuvieron --y continúan teniendo-- conflictos serios con el Gobierno. Tal es el caso de los Testigos de Jehová, la Congregación Evangélica Gideon y los Adventistas del Séptimo Día. Sus actividades se consideran como contra-revolucionarias, particularmente los continuos vínculos de los Testigos de Jehová con los Estados Unidos, los métodos de proselitismo y la oposición al servicio militar y a la educación pública. A la Congregación Evangélica Gideón se le considera abiertamente contra-revolucionaria. Se señala a los Adventistas del Séptimo Día porque se niegan a trabajar o a enviar a sus hijos a la escuela los sábados. En una campaña nacional, se tildó a los Testigos de Jehová y a los Adventistas del Séptimo Día los contra-revolucionarios, antisociales y antipatrióticos. Algunos Testigos de Jehová fueron encarcelados por negarse a hacer el servicio militar. En 1974 los Testigos de Jehová perdieron su estatus legal como entidad privada, habilitada para realizar transacciones comerciales y se convirtió en una simple asociación religiosa como los otros grupos.

29. El conflicto originado por la incorporación de religiosos a las UMAP fue el último enfrentamiento de proporciones entre las autoridades eclesiásticas y del Gobierno. Consolidado el poder político del régimen y encuadradas las actividades de las iglesias en un marco que les proporciona escasos márgenes de influencia sobre la población, las relaciones han tendido a estabilizarse en un ambiente de tolerancia. Ello fue acentuado por las posiciones asumidas por las iglesias, de manera especial por los obispos de la Iglesia Católica. Dos cartas pastorales de abril y septiembre de 1969 condenaron el bloqueo económico de Estados Unidos y afirmaron la licitud de la colaboración de los católicos con el Gobierno en aquellas actividades que promovieran en bien común. Las autoridades religiosas, sin embargo, no han dejado de plantear al Gobierno la necesidad de otorgar mayores facilidades para la educación de los niños de acuerdo a las creencias religiosas de los padres y sus requerimientos para contar con medios para divulgar sus creencias entre sectores más amplios de la población. Cabe señalar que en Cuba funcionan dos seminarios católicos y cinco protestantes.4

 

2. Condicionamientos Ideológicos y Prácticos

30. Tal como ha sido reiteradamente señalado a lo largo de este Informe, la ideología oficial del régimen cubano es marxista-leninista. Es conocido tanto el antagonismo de esta ideología con las concepciones religiosas en general, como la exigencia de profesarla a fin de ser miembro del Partido Comunista, requisito indispensable para ocupar cualquier posición política en Cuba. Necesariamente, por tanto, se da una discriminación de hecho en razón de las creencias religiosas para acceder a puestos de alguna jerarquía en la administración estatal, incluidas las Fuerzas Armadas.

31. El mencionado antagonismo ha provocado, por una parte, una activa promoción del marxismo-leninismo en todos los ámbitos de la vida social cubana y, por otra parte, ha determinado un conjunto de restricciones a las actividades religiosas. En efecto, el fenómeno religioso ha sido sistemáticamente considerado por el marxismo como uno de los varios instrumentos de que se vale una clase social para mantener y reforzar su dominación sobre otra; igualmente, esa ideología ha postulado que la religión es una transgresión fantástica de la realidad destinada a desaparecer al ser superada por la concepción materialista del universo.

32. Se da, por tanto, una competencia inherente a las relaciones entre la ideología marxista-leninista y las concepciones religiosas, que inicialmente asumió la forma de un antagonismo. Ello es lo que ha llevado al Gobierno, por una parte, a la mencionada promoción del materialismo científico, de manera oficial, en todos los ámbitos del quehacer social. Por otra parte, ha limitado restrictivamente la posibilidad que las iglesias divulguen sus creencias de manera masiva, eliminando su acceso a los medios de comunicación --instrumentos de formación ideológica, según se viera en el Capítulo V de este Informe-- y erradicando la instrucción religiosa del sistema educativo, que es también un elemento fundamental de transmisión de la doctrina oficial.

33. En el campo de la aplicación a la práctica social de las visiones religiosas y de la concepción materialista, se ha producido en Cuba una evolución por parte de las iglesias así como también por parte del Gobierno y del Partido Comunista cubano. Es imprescindible tener en cuenta este proceso, a fin de comprender de manera adecuada las características que asume la vigencia práctica del derecho a la libertad religiosa y de culto.

34. De parte de las iglesias, dos elementos han influido en la evolución que se ha llevado a cabo en el lapso aproximado de los últimos catorce años. Uno de ellos ha sido la consolidación política del actual régimen y el hecho de asumir como irreversibles a la casi totalidad de los cambios operados en la sociedad cubana; ello ha conducido a las iglesias a replantear las modalidades de inserción en esa sociedad, lo cual ha implicado, necesariamente, redefinir sus relaciones con el Gobierno. Este aspecto ha incluido la atenta consideración de los resultados de la acción gubernamental en el campo de las condiciones de vida de los sectores sociales más desfavorables en la etapa anterior a 1959. El otro elemento que ha impactado en la evolución registrada por las iglesias, en particular por la Iglesia Católica, han sido los cambios operados a nivel universal que han llevado a enfatizar el compromiso con la justicia social como un postulado derivado de las creencias religiosas básicas.

35. Resultado de ello ha sido una mayor flexibilidad en la consideración del socialismo como forma de organización social, independizándolo de la concepción más amplia propia al marxismo-leninismo, que sigue siendo considerada como definitivamente incompatible con la creencia religiosa. Ello ha removido uno de los obstáculos que impedían una acción más fluida de las iglesias en la sociedad cubana en general y con el Gobierno en particular.

36. De parte del Gobierno de Cuba y del Partido Comunista de ese país, también ha ocurrido una evolución que ha desplazado el foco de sus relaciones con las iglesias del antagonismo político inicial a la competencia ideológica actual. Así, en el Primer Congreso Cubano de Educación y Cultura, celebrado en 1971, se concluyó que el combate contra las creencias religiosas correspondía más al Partido que al Estado, sosteniéndose que ello con constituía al centro de las tareas a realizar, sino más bien un aspecto de la "batalla ideológica" que debía llevarse a cabo como parte de la construcción de la sociedad socialista. Se afirmaba, asimismo, la total separación del Estado y la educación de la Iglesia, prescindiendo tanto de apoyar, asistir o alentar a ningún grupo religioso, como de solicitar favores de ninguno de ellos. Se afirmaba la carencia de toda concepción religiosa, pero al mismo tiempo se postulaba el respeto, por parte del régimen, de las creencias religiosas y de los cultos correspondientes "como derecho individual", por lo cual se enfatizaba la inexistencia de persecución religiosa. Considerando a la construcción de la sociedad socialista como el centro de las tareas a realizar, se afirmaba que en ese empeño debían ser incorporados todos los ciudadanos, sin distinción de credos religiosos.

37. El Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en1975, recalcó que la lucha por una visión científica del mundo estaba subordinada a la tarea de construir una sociedad nueva. En esta última se afirmaba, los creyentes, los no creyentes, los miembros de las órdenes religiosas y los ateos han participado, continúan participando y deben necesariamente participar, pues la construcción de una sociedad nueva requiere la unión de todos los cubanos y, en consecuencia, se sostenía que no debía aislarse ni rechazarse a los creyentes sino más bien incorporarlos al proceso político en curso. Además, se postulaba que la diseminación del materialismo histórico y dialéctico debía hacerse de manera de no ofender los sentimientos personales y religiosos de los creyentes. No obstante, se recalcaba que la asociación al Partido Comunista y a la Unión de Jóvenes Comunistas debía limitarse a quienes aceptaran sus programas y el marxismo-leninismo.

38. La plataforma del Partido Comunista en 1978 se centró en dos elementos relativos a la religión: las relaciones con los miembros de la iglesia y la religión como ideología. Respecto al primero, el Partido reafirmó la libertad de conciencia, la libertad de culto dentro de la ley, y objetó el uso de la religión para oponerse a la revolución y al socialismo. Se establecieron los mismos derechos y responsabilidades sociales tanto para los creyentes como para los no creyentes. En cuanto a la religión como ideología, la plataforma reafirmó la necesidad de la diseminación sistemática del materialismo científico y la oposición a las campañas anti-religiosas, al uso de medidas coercitivas o administrativas contra la religión y al aislamiento de los creyentes.

39. El Segundo Congreso del Partido Comunista cubano, llevado a cabo en 1980, reafirmó los conceptos sustentados por el anterior Congreso y los amplió en lo referente a la colaboración, en el ámbito político, de cristianos y marxistas, especialmente en el hemisferio occidental.

40. El Presidente Fidel Castro, en diversas entrevistas y discursos, ha sustentado las mismas posiciones: competencia ideológica entre las creencias religiosas y el marxismo-leninismo; legitimidad del empleo de todos los recursos estatales para la promoción de la ideología oficial; represión de miembros de ciertas iglesias no por razón del credo sino de las posiciones políticas derivadas de él y que se oponen a políticas fundamentales del Gobierno; vigencia de la libertad religiosa como derecho individual; y ausencia de contradicción entre los fines sociales perseguidos por el socialismo y aquéllos derivados de las creencias religiosas, específicamente del cristianismo.5

41. La evolución reseñada ha provocado un relajamiento de las otrora tensas relaciones entre el gobierno cubano y las iglesias; si bien existen vestigios de actitudes anti-religiosas, ellas serían el resultado de posiciones personales y no de políticas gubernamentales o partidarias. Sin embargo, diversos condicionantes operan, en los hechos, para provocar una discriminación de los creyentes. Así, además, de la ya mencionada restricción para pertenecer al Partido Comunista --con el consiguiente impedimento para ocupar posiciones políticas de importancia en el Gobierno y las Fuerzas Armadas-- se suman otras de carácter laboral, como son por ejemplo, la imposibilidad para los creyentes de dictar cursos que de alguna manera pudiesen tener implicaciones políticas o ideológicas --economía, filosofía, ciencias sociales, etc.--; las promociones laborales, igualmente, incluyen entre los requisitos aquéllos de carácter ideológico, al igual que los certificados requeridos para la adquisición de bienes de consumo durables. En el campo educativo, el factor ideológico también condiciona los ingresos a las universidades colocando en desventaja a quienes sustentan creencias religiosas; ocurre lo mismo con el acceso a becas de estudio, uno de cuyos requerimientos es que los postulantes "sean fieles a la revolución". Si bien la Comisión reconoce que no cuenta con el necesario estudio sobre el terreno para evaluar el alcance político de estos mecanismos, considera que su sola existencia configura una amenaza potencial a la real vigencia de la libertad religiosa y de cultos.

42. Lo señalado permite considerar que existe en Cuba, actualmente, una libertad religiosa y de cultos limitada en lo que a la divulgación se refiere por dos restricciones fundamentales: el empleo de los medios de comunicación de masas y la educación. El antagonismo inicial entre el Gobierno y las iglesias ha cedido paso a una competencia ideológica, en la cual el Gobierno cuenta --y utiliza-- los vastos recursos que tiene en su poder a fin de promover activamente la concepción oficial del marxismo-leninismo. Igualmente, cabe poner de manifiesto que se ha producido una evolución en las posiciones de las iglesias y del Gobierno, lo cual ha traído consigo un positivo ambiente de tolerancia mutua. No existe persecución religiosa; las restricciones a que han sido sometido ciertos grupos religiosos -- incluido el encarcelamiento de algunos de sus miembros-- se originan en el impacto que sobre el sistema político tienen sus acciones y no en el hecho de profesar creencias religiosas como tales. Sin embargo, continúan actuando restricciones indirectas sobre los creyentes, lo cual provoca una discriminación de los mismos en relación a varios aspectos centrales de la vida social y política cubana.

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1  Echeverría Salvat, Oscar A., La agricultura cubana, 1934-1966: Régimen social, prodauctividad y nivel de vida del sector agrícola (Miami: Ediciones Universal, 1971), págs. 14-16 y 25.

2  J. Merle Davis, The Cuban Church in a Sugar Economy (New York: International Missionary Council, 1942), p. 133. Este estudio, comisionado por el Consejo Misionero Internacional, analizó oficialmente todas las iglesias protestantes de Cuba en un esfuerzo por diseñar estrategias más efectivas. Davis recomendó aumentar la acción de bienestar social y de evangelizar en las zonas rurales y disminuir la dependencia de las iglesias "madre" de los Estados Unidos. No fue sino en los años cincuenta que las iglesias protestantes intensificaron su acción en las zonas rurales y a fines de los años sesenta que se tornaron autosuficientes y legalmente independientes de las entidades misioneras de los Estados Unidos.

3  Anuario Pontificio, 1982.

4  Los cinco seminarios protestantes son Nazareno, en Punta Brava, Bautista Occidental, en La Habana, Bautista Oriental, en Santiago, Pinos Nuevos, en Placetas, y Seminario Evangélico, en Matanzas. Los católicos tienen un seminario pequeño en Santiago y uno más importante en La Habana (San Carlos).

5  Ver especialmente, las manifetaciones del Presidente Fidel Castro en la reunión con Cristianos para el Socialismo, Chile, 1972; su discurso ante el Consejo Jamaiquino de Iglesias del 11 de octubre de 1977; y ""here are no contradiction between the aims of religion an d the aims of socialism", Granma, XII, 47 del 20 de noviembre de 1977, pág. 4.