INFORME ANUAL 1991

  

HAITI  

           Introducción  

           La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha continuado observando con especial atención la situación de los derechos humanos en Haití.  Las sistemáticas violaciones a los derechos fundamentales de los haitianos durante la dictadura duvalierista llevaron a la Comisión a elaborar un informe especial en 1979.  Después de la salida del Presidente Jean Claude Duvalier, el 6 de febrero de 1986, la Comisión continuó presentando un informe de seguimiento sobre la situación de los derechos humanos en Haití.  

           El Consejo Nacional de Gobierno, que había sucedido a Duvalier, dirigió el 29 de julio de 1986 una invitación a la Comisión para que llevase a cabo la visita in loco, la cual fue realizada por el pleno de la Comisión en enero de 1987.  La segunda visita de la CIDH se efectuó después del derrocamiento del Presidente civil Leslie Manigat en agosto de 1988.  Como resultado de dicha visita y a solicitud del Consejo Permanente de la OEA, la Comisión preparó un informe especial sobre la situación de los derechos humanos en Haití, en el cual se analiza detalladamente la evolución histórica y los derechos humanos afectados dentro del marco de la Constitución de 1987.1  

           Frente a la escalada de violencia y deterioro de los derechos humanos, el Consejo Permanente de la OEA fue convocado el 23 de febrero de 1990 a fin de analizar la situación de Haití y resolvió solicitar a la Comisión que continuara dando atención prioritaria a la situación de los derechos humanos en Haití y con el acuerdo del Gobierno realizara otra visita in situ y preparara un informe especial.2  La agravación de los conflictos en Haití impidieron que el Gobierno del General Prosper Avril concretara la invitación antes de ser substituido por el Gobierno provisional de la Dra. Ertha Pascal Trouillot, con quien la Comisión acordó que la visita de observación se llevaría a cabo del 17 al 20 de abril de 1990.  

           Como resultado de la observación efectuada, la CIDH presentó su tercer informe especial a la Asamblea General de la OEA, reunida en Paraguay en junio de 1990.  Este informe cubre el período del Gobierno del General Prosper Avril y señala en forma especial la preocupación de la CIDH por el problema de la seguridad en que se desarrollarían los comicios.3  

           Por invitación del Gobierno, la Comisión en pleno realizó una visita a Haití del 14 al 16 de noviembre de 1990, con la finalidad de observar la situación de los derechos humanos en el país y en particular los derechos políticos, dentro del marco del proceso electoral que se estaba llevando a cabo. En su Informe de seguimiento sobre la situación de derechos humanos en Haití4, la Comisión mencionó que las elecciones generales se llevaron a cabo en forma pacífica, con la presencia de observadores internacionales de la Organización de los Estados Americanos y de la Organización de las Naciones Unidas (ONUVEH), así como la presencia de representantes de organizaciones no gubernamentales.  Los observadores declararon haber percibido algunas irregularidades de poca importancia, debido a la desorganización o a la falta de medios del Consejo Electoral, pero manifestaron que las elecciones habían sido libres y democráticas.  

           El 23 de diciembre, el Consejo Electoral proclamó oficialmente a Jean Bertrand Aristide Presidente de Haití, al obtener la mayoría absoluta de los votos.  Jean Bertrand Aristide ganó con el 67.39% de los votos depositados en los comicios del 16 de diciembre, que contaron con la participación del 75% del electorado.          

           Faltando un mes para la transmisión del poder al Presidente electo, un intento de golpe de Estado se produjo durante las primeras horas del 7 de enero.  El dirigente neoduvalierista Roger Lafontant, apoyado por un sector del ejército obligó a renunciar a la Presidenta Provisional Dra. Ertha Pascal Trouillot y se autoproclamó, por la radio nacional, Presidente de la nación.  El intento de golpe había sido precedido por una balacera en la zona de la sede de la Presidencia y del cuartel Dessalines, colindante al Palacio.  Los Tontons-Macoutes circulaban en vehículos blindados efectuando disparos para intimidar a la población, quien en respuesta se lanzó inmediatamente a la calle y comenzó a levantar barricadas con neumáticos incendiados, en diversos barrios de la ciudad, para impedir la circulación de la ex militia duvalierista y exigir que se respetara el resultado de las elecciones. 

           El Jefe de las Fuerzas Armadas, General Abrahams, puso fin al golpe de Estado encabezado por Lafontant que pretendía evitar la llegada al poder de Aristide.  Lafontant y 15 seguidores, tanto militares como civiles fueron conducidos al Cuartel General de las Fuerzas Armadas.  EL General Abrahams declaró que los detenidos serían presentados ante la justicia.  Asimismo informó que una Comisión de Investigaciones había sido formada para aclarar los sucesos y descubrir eventuales cómplices.  

           La comunidad internacional repudió el intento de usurpación del poder en Haití.  El mismo día 7 de enero de 1991, el Consejo Permanente de la OEA fue convocado de urgencia para discutir la situación de Haití y resolvió respaldar el Gobierno Provisional de la Presidenta Dra. Ertha Pascal Trouillot y apoyar al proceso democrático en el que resultó Presidente electo el Dr. Jean Bertrand Aristide por manifiesta voluntad del pueblo.5           

           El Gobierno de Haití decretó el toque de queda con motivo de los ataques continuados contra personas que se les consideraba vinculadas a los sucesos del día 7.  Por su parte, Jean Bertrand Aristide hizo un llamado a la disciplina a sus partidarios y al pueblo en general, para que retornara la calma al país, lamentando la violencia de que habían sido objeto las sedes religiosas.  A pesar del clima de violencia e intimidación que prevalecía en el país, suscitado por rumores de una tentativa de golpe de Estado de parte de los neoduvalieristas, el 7 de febrero se llevó a cabo la transmisión del poder al nuevo Presidente, Jean Bertrand Aristide.  

                 Situación de los derechos humanos durante el Gobierno del Presidente Aristide  

           Las elecciones presidenciales del 16 de diciembre de 1990 marcaron una nueva etapa dentro del espectro político de Haití.  La toma de posesión del Presidente Jean Bertrand Aristide significó la esperanza del pueblo haitiano . que deseaba una democracia basada en la participación política y la justicia social y económica.  

           Durante su Gobierno, el Presidente Aristide tuvo que hacer frente a diversos problemas y presiones como las provenientes de los sectores conservadores, duvalieristas, políticos y militares, que percibían grandes cambios y reformas sociales que pondrían en peligro sus intereses.  

           Al iniciar su mandato, el Presidente Aristide se comprometió a adoptar medidas concretas para garantizar el respeto de los derechos humanos.  Así, uno de los primeros pasos de su Gobierno fue el de solicitar al Comandante de las Fuerzas Armadas, General Abrahams, el retiro de seis Generales y un Coronel del Ejército y su reemplazo por algunos de los coroneles que supervisaron las elecciones presidenciales.  Una semana más tarde, los Generales Gérard Lacrète, Serge St. Elio, Acédious St. Louis, Fritz Romulus, Jean-Claude Laurenceau, Roland Chavannes y el Coronel Christophe Dardompré pasaron a retiro.  El Coronel Raoul Cédras, quien dirigió el Comité de Seguridad Electoral, fue ascendido a Mayor General, algunos meses más tarde sería nombrado Comandante en Jefe de la Fuerza Armada.  Asimismo, el Presidente Aristide solicitó la transferencia de un grupo de oficiales que tenían un conocido récord de abusos a los derechos humanos a remotas localidades del país y concedió ascensos a oficiales y soldados que habían sido objeto de abusos durante el régimen del General Prosper Avril.  Estos actos no fueron bien recibidos por las Fuerzas Armadas.  

           Otra de las primeras decisiones adoptadas por el nuevo Gobierno, fue la de prohibir la salida del país a varios funcionarios del Gobierno anterior.  Durante la ceremonia de toma de posesión del Presidente Aristide, el Fiscal de la Nación, Bayard Vincent, quien sería designado más tarde Ministro de Justicia, dio a conocer dos listas con nombres de 162 personas, algunas de las cuales no podían dejar el país hasta que sus estados de cuentas fueran revisados, como el caso del señor Jean-Robert Sabalat, Presidente del Consejo Electoral y dos antiguos alcaldes, Irene Ridoré y Widner Vital.  Una de estas listas incluía el nombre de la señora Ertha Pascal Trouillot, ex-Presidenta Provisional, a quien relacionaban con el intento de golpe de Estado del 7 de enero de 1991.  Otros de los nombres contenidos en esas listas eran de personas involucradas en violaciones de derechos humanos.  

           Durante los dos primeros meses del Gobierno de Aristide la violencia continuó y se presentaron varios casos de "justicia popular".  Uno de ellos tuvo lugar el 19 de marzo, en Montrouis, región de la Artibonite, cuando dos policías mataron a Phanor Mérantus, de 14 años de edad, por negarse a darles la cantidad de 150 dólares.  Al enterarse de este acto, la gente de la localidad se dirigió al puesto policial, donde se encontraban los dos policías y les dieron muerte, mediante el suplicio del "Père Lebrun", que consiste en colocar un neumático en el cuello de la víctima y prenderle fuego.  

           Tratando de buscar soluciones a los crímenes y violaciones de derechos humanos de los Gobiernos anteriores, el 25 de febrero se formó una Comisión Especial que revisaría connotados casos, como los de las masacres de Jean Rabel, Danti y Labadie.  Dicha comisión estaba integrada por los Ministros de Justicia, Asuntos Sociales, Agricultura y Planificación.  Posteriormente, se formaría una segunda Comisión que investigaría los abusos de derechos humanos entre los años 1986-1990.  Esta vez, la Comisión Investigadora quedó integrada por personalidades independientes como el señor Necker Dessables, miembro de la Comisión de Justicia y Paz, Jean Claude Bajeux, Director del Centro Ecuménico para los Derechos Humanos, Lucien Pardo, político de la Artibonite y Patrick Henry y Georges Moises, miembros de organizaciones populares.

           A mediados de marzo, el Gobierno de Aristide comenzó una campaña de persecución en contra de aquellos duvalieristas considerados culpables de la violencia política.  El 26 de marzo de 1991, Anthony Virginie Saint-Pierre, antiguo Ministro de Información del Gobierno del General Prosper Avril y el señor André Isidore Pongnon, antiguo Comandante de Fort Dimanche, fueron detenidos y acusados de conspirar contra la seguridad del Estado.  (La CIDH inició la tramitación del caso del señor Virginie Saint-Pierre).  

           Entre las personas buscadas por la justicia se encontraban el General Williams Regalá, antiguo Ministro de Defensa durante el Gobierno de Namphy, acusado de organizar las masacres perpetradas durante las elecciones de 1987 y el ex-alcalde de Puerto Príncipe, Frank Romain, acusado de haber organizado la masacre de la Iglesia de San Juan Bosco en 1988.  A pesar de los esfuerzos del Ministro de Justicia, Bayard Vincent, para extraditar a esas personas no hubo respuesta de parte de las autoridades de la República Dominicana.  También los terratenientes Nicole Poitevien y Polynice Volcy fueron acusados de participar en la masacre de campesinos en Jean Rabel en 1987 y en Gervais a principios de 1991.6  

           Dentro de este contexto de detenciones, el 4 de abril se libró una segunda orden de comparecencia a la doctora Ertha Pascal Trouillot, para que declarase ante el Tribunal sobre su presunta complicidad en el intento de golpe de Estado del 7 de enero de 1991.  La señora Trouillot permaneció una noche en prisión y posteriormente fue sometida al régimen de arresto domiciliario.  El 10 de abril se suspendió dicho arresto.  

           La violencia y los abusos de autoridad cometidos en las áreas rurales de Haití llevaron al Gobierno del Presidente Aristide a tratar de eliminar el sistema de Jefes de Sección.  El 4 de abril se anunció, mediante un comunicado de prensa, el licenciamiento de los Jefes de Sección y la transferencia de sus funciones de las Fuerzas Armadas al Ministerio de Justicia.  Los Jefes de Sección entregaron sus armas al Ejército y se nombraron nuevos agentes rurales, quienes fueron instalados por los Jueces de Paz.  A pesar de las buenas intenciones del Gobierno, en la práctica se presentaron varios problemas:  Si bien existía la decisión de suprimir el sistema de Jefes de Sección, no se habían creado las estructuras adecuadas para el procedimiento de selección de los nuevos agentes y en muchas localidades la población no llegó a ponerse de acuerdo sobre las personas que representarían el cargo.  Por una parte, los nuevos agentes rurales enfrentaron graves problemas al no contar con armas para combatir la delincuencia y ésta proliferó de tal manera que los delincuentes actuaban con total impunidad.  Por otra parte, los militares seguían operando en las áreas rurales, obstaculizando la acción de la justicia.  

           Durante el mes de junio se produjeron varias manifestaciones de organizaciones populares, tanto en la capital como en provincia, en protesta por las medidas adoptadas por el Primer Ministro, René Preval sobre el alza de precios en los productos alimenticios básicos.  En este contexto de crisis económica se sumó el problema de las expulsiones colectivas de los haitianos que se encontraban trabajando en la República Dominica.  

           El 11 de junio de 1991, organizaciones no gubernamentales denunciaron ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos las violaciones de derechos humanos que sufrían los cortadores de caña haitianos, empleados en la República Dominicana, señalando en particular lo que consideraban el régimen de trabajo forzado que sufrían los niños haitianos en las plantaciones del Consejo Estatal del Azúcar (CEA).  

           Días después de las renovadas denuncias sobre maltratos de haitianos y de que la cadena de televisión estadounidense ABC mostrara imágenes de las deplorables condiciones de vida de los cortadores de caña haitianos, el Presidente Balaguer emitió el Decreto 233, el 13 de junio de 1991, mediante el cual se repatriaría a los haitianos indocumentados menores de 16 años y mayores de 60 años que se encontrasen en la República Dominicana.  

           A partir del 18 de junio, el Gobierno dominicano llevó a cabo expulsiones masivas de haitianos, las que hasta la fecha se cuentan por miles y en ellas se denunciaron prácticas por parte del Gobierno dominicano y sus agentes que son violatorias a la Convención Americana sobre Derechos Humanos.  

           El Gobierno de Haití solicitó la intervención de la Organización de los Estados Americanos y de la Organización de las Naciones Unidas en un esfuerzo por buscar una solución al grave problema que enfrentaba al recibir intempestivamente miles de nacionales.  Una Delegación Especial de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó una visita a la República Dominicana del 12 al 14 de agosto de 1991, para observar la forma en que se estaban llevando a cabo las repatriaciones.  

           La información proporcionada por la Delegación Especial fue analizada por la Comisión en pleno durante su 80 período de sesiones (23 de septiembre al 4 de octubre 1991), decidió seguir observando la situación de los haitianos en la República Dominicana y solicitó al Gobierno dominicano que informara sobre la situación actual de proceso de las repatriaciones que se seguía en el país.  El 18 de diciembre el Gobierno dominicano informó a la CIDH lo siguiente: "A raíz de los acontecimientos que se produjeron en Haití a partir del 30 de septiembre de este año, el Poder Ejecutivo suspendió las deportaciones".  

           El 26 de julio se produjo el asesinato de cinco jóvenes por parte de miembros de la policía.  Según información proporcionada a la CIDH, los jóvenes se encontraban en el estacionamiento de un supermercado en Puerto Príncipe, cuando uno de ellos fue agredido y ejecutado públicamente por el Capitán Neptune, Jefe del Servicio de Investigaciones de la Policía, los cuatro restantes fueron conducidos al cuartel por varios policías.  Al día siguiente, se encontraron sus cuerpos abandonados en diferentes lugares de la ciudad, con claras señas de torturas y múltiples balas.  Según se mencionó a la Comisión no hubo investigación alguna sobre el crimen.  

           En medio de un ambiente de violencia y de descontento por la grave situación económica, las relaciones entre el Ejecutivo y el Parlamento se deterioraron aún más.  Según diversas declaraciones, este conflicto tenía su origen a principios del nuevo Gobierno, cuando el Presidente Aristide nombró al Primer Ministro, René Preval, sin consultar al Parlamento.  De acuerdo con el artículo 158 de la Constitución, el Primer Ministro debía presentarse ante el Parlamento con la finalidad de obtener un voto de confianza para su declaración de política general.  El 14 de febrero, el Primer Ministro recibió la aprobación del Parlamento.

           Posteriormente, según se señaló a la Comisión, en el mes de marzo se agravaron las tensiones entre el Ejecutivo y el Parlamento cuando el Presidente nombró los Jueces de la Corte de Casación sin informar de ello al Senado, quien en respuesta declaró los nombramientos nulos en base al artículo 175 de la Constitución.  No obstante, los jueces ejercieron sus funciones hasta el mes de octubre.  Más tarde, el Presidente Aristide llevó a cabo el nombramiento de Embajadores y miembros del Tribunal de Cuentas y del Tribunal Contencioso Administrativo sin consultar, tampoco esta vez,  al Senado.  En respuesta a la actitud asumida por el Ejecutivo, varios Senadores presentaron su dimisión.  

           La tensión política se presentó también entre los miembros del Frente Nacional para el Cambio y Democracia (FNCD), partido que apoyó la candidatura de Aristide y miembros del Movimiento "Lavalas".  Los dirigentes del FNCD criticaban los nombramientos de puestos claves dados a personas con poca experiencia política.  Por su parte, los dirigentes del "Lavalas" acusaban al FNCD de querer ocupar cargos en el Gobierno y repartir posiciones administrativas entre sus partidarios.  En realidad el origen del conflicto radicaba en la diferencia de criterios sobre la forma en que se concebía la democracia.  

           Los conflictos entre el Ejecutivo y el Parlamento continuaron cuando la Cámara de Diputados llamó al Primer Ministro, René Preval, a comparecer el 13 de agosto, y cuestionar su política de gobierno.  Esta interpelación se desarrolló en un ambiente de tensión, dado a que cientos de manifestantes habían rodeado el Palacio Legislativo y proferían amenazas en contra de los parlamentarios.  

           El 29 de agosto, los diputados convocaron nuevamente al Primer Ministro, sin obtener respuesta.  Esta negativa deterioró aún más las relaciones entre el Gobierno y el Parlamento, pero en un esfuerzo por evitar una crisis mayor el Presidente de la Cámara de Diputados, Duly Brutus, propuso al Presidente Aristide que se reuniera con los Presidentes de las Comisiones de la Cámara Baja o que recibiera una Comisión parlamentaria en el Palacio Nacional.  El Presidente Aristide decidió acompañar al Primer Ministro cuando éste fue convocado ante la Cámara de Diputados, el 3 de septiembre.  Al día siguiente, los diputados decidieron suspender la votación sobre la interpelación del Primer Ministro, que debía concluir en un voto de confianza o voto de censura, hasta enero de 1992, donde se tomaría la decisión final.  

           Durante los últimos días del mes de julio se llevó a cabo el juicio en contra de Roger Lafontant y de sus cómplices, por el intento de golpe de Estado del 7 de enero de 1991.  El Gobierno designó defensores de oficio a los acusados, ya que la mayoría de los abogados entrevistados por los familiares de los acusados se negaban a defenderlos, por temor a las amenazas de "dechoukage" proferidas contra ellos.  El señor Lafontant se negó a ser representado en el juicio por el defensor de oficio.  El juicio se desarrolló en un ambiente de tensión, ante las amenazas de la muchedumbre reunida afuera del Tribunal que clamaba con aplicarles el "suplicio del Père Lebrun".  

           Los procesados fueron sentenciados a cadena perpetua, aún cuando el Código Penal señala un máximo de 10 a 15 años para los delitos que atentan contra la seguridad del Estado.  Sólo a uno de ellos se le concedió el recurso de apelación.  Este proceso fue percibido por el pueblo como el fin del duvalierismo y del macoutismo en Haití.  

           A pesar de los problemas enfrentados por el Gobierno del Presidente Aristide, existía una voluntad de llevar a cabo reformas sociales y de ayudar a satisfacer las necesidades esenciales del pueblo haitiano.  Por ejemplo se trató de reformar el poder judicial y el sistema penitenciario.  Se envió al Congreso un proyecto de ley que establecía la separación entre las Fuerzas Armadas y la Policía, el cual desafortunadamente no prosperó.  Se trató también de eliminar el sistema de Jefes de Sección.  Se creó una Comisión de Derechos Humanos del Senado y una Comisión Especial para investigar las violaciones a los derechos humanos.  Sin embargo, la existencia de algunos problemas crónicos obstaculizaron el proceso de desarrollo de los derechos humanos, tales como la ineficacia de los recursos judiciales, la cual creaba un clima de inseguridad en la población y en algunos casos, esto constituía la razón de que algunas personas realizaran justicia por sí mismas; la dependencia de la Policía a las Fuerzas Armadas; el problema de tenencia de tierras, la existencia en la práctica de los Jefes de Sección, así como los agudos problemas económicos y los conflictos generados entre los distintos poderes del Estado.  

                 La situación de los derechos humanos en Haití a partir del golpe de Estado del 29 de septiembre de 1991  

           El 29 de septiembre de 1991, las Fuerzas Armadas de Haití depusieron mediante un golpe de Estado al Presidente democráticamente electo, Jean Bertrand Aristide.  Después de un tiroteo en la casa del Presidente, éste buscó refugio en el Palacio Nacional junto con 150 soldados y policías que se mantuvieron leales a él.  Sin embargo, las fuerzas leales fueron reducidas y el Jefe de la Guardia Presidencial fue muerto.  El Presidente fue forzado a abandonar el Palacio Nacional y conducido a los cuarteles militares, donde fue obligado a dimitir.  Posteriormente le fue otorgado un salvoconducto para viajar a Venezuela, junto con algunos oficiales de su Gobierno, gracias a la mediación de los embajadores de Francia, Estados Unidos y Venezuela acreditados en Haití.  

           Inmediatamente una Junta Militar, compuesta por el General Raoul Cédras, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas haitianas, Coronel Alix Sylva, Sub-Comandante en Jefe y el Coronel Henri Robert Marc Charles, antiguo militar asignado en Washington, declaró tener el control del Gobierno.  

           La Comisión fue informada de los hechos ocurridos como consecuencia del golpe de Estado, así como de la reacción popular.  La población haitiana, al enterarse del golpe de Estado, salió a las calles y en algunos sectores de Puerto Príncipe levantaron barricadas.  Algunas organizaciones llamaron a huelgas generales y manifestaciones, pero los militares reprimieron violentamente las protestas callejeras con disparos indiscriminados, impidiendo así que la población organizara un levantamiento popular como había ocurrido anteriormente en el intento de golpe de Estado del 7 de enero de 1991.  Diversas fuentes señalaron a la Comisión que centenares de personas habían resultado muertas y heridas en los enfrentamientos de los primeros días, especialmente en los barrios pobres.  La Junta Militar estableció un toque de queda.  

           El golpe militar que derrocara al Presidente Aristide provocó el rechazo inmediato del sistema interamericano.  El Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos se reunió de urgencia, el 30 de septiembre, expresando en su Resolución 567 (870/91) su más enérgica condena a tales hechos y a sus autores y demandó el respeto a la Constitución y al Gobierno legítimamente establecido por la libre expresión de la voluntad popular de ese país.  Asimismo, reafirmó de acuerdo con los principios de la Carta de la OEA y del "Compromiso de Santiago con la Democracia", su solidaridad con el pueblo de Haití en su lucha por consolidar su sistema democrático sin injerencias externas y en su  ejercicio de su  soberana e inalienable voluntad.  En la misma resolución, el Consejo Permanente deploró las pérdidas de vidas humanas y exigió que se pusiera fin a la violación de los derechos del pueblo haitiano, se respetara la vida del Presidente Jean Bertrand Aristide y se restituyera en el ejercicio de su autoridad constitucional.  Por último el Consejo Permanente acordó convocar una reunión ad hoc de Ministros de Relaciones Exteriores conforme a la Resolución 1080 (XXI-0/91), para discutir medidas que permitieran restablecer la legalidad constitucional en Haití.  

           Ante la gravedad de la situación, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó su profunda consternación, mediante un comunicado de prensa emitido el 1° de octubre de 1991, sobre los hechos producidos en Haití el 29 de septiembre que provocaron la pérdida de vidas humanas y que interrumpieron el proceso democrático que se iniciara con las elecciones del 16 de diciembre de 1990, las cuales reflejaron de manera auténtica la voluntad del pueblo haitiano en legítimo ejercicio de sus derechos políticos, tal como están reconocidos por la Convención Americana sobre Derechos Humanos.  En este sentido, la Comisión señaló que el golpe ocurrido en Haití constituía una clara vulneración de esos derechos políticos y de otros derechos y libertades fundamentales reconocidos también en la mencionada Convención.  Asimismo, la Comisión señaló que la carencia de orden legal así generada podía conducir a violaciones de muchos de los derechos humanos garantizados internacionalmente.  

           En ese mismo comunicado de prensa, la Comisión encontró oportuno recordar que la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos de 1990 había considerado que el "régimen de la democracia representativa es fundamental para el establecimiento de una sociedad política donde se puedan realizar plenamente los derechos humanos y que uno de los elementos esenciales de tal régimen es la efectiva subordinación del aparato militar al poder civil".  Igualmente, la Comisión manifestó su esperanza a que se procediera a un rápido restablecimiento del régimen democrático, restituyendo en su cargo a las autoridades constitucionales con un irrestricto respeto a los derechos humanos, se concediera especial protección a los grupos que se dedican a la defensa y protección de esos derechos e indicó su intención de continuar observando con especial atención la evolución de los derechos humanos en Haití.  

           Ante la gravedad de los acontecimientos ocurridos en Haití, la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores se llevó a cabo en Washington, el 2 de octubre de 1991.  En esa reunión el Presidente Aristide tuvo la oportunidad de describir la forma en que se sucedieron los hechos en su país.  La Reunión de Ministros reiteró su enérgica condena al golpe de Estado y aprobó la Resolución (MRE/RES.1/91) "Apoyo al Gobierno Democrático de Haití", mediante la cual resolvió lo siguiente:  

         1. Reiterar la enérgica condena efectuada por el Consejo Permanente respecto a los graves hechos que suceden en Haití que ocasionan el desconocimiento del derecho a la libre determinación de su pueblo y exigir la plena vigencia del estado de derecho, del régimen constitucional y  la inmediata restitución del Presidente Jean-Bertrand Aristide en el ejercicio de su legítima autoridad.  

 

         2. Solicitar al Secretario General de la Organización que en unión de un grupo de Ministros de Relaciones Exteriores de Estados miembros se traslade con urgencia a Haití y exprese a quienes detentan de hecho el poder el rechazo de los Estados americanos a la interrupción del orden constitucional y haga de su conocimiento las decisiones adoptadas en esta Reunión.  

 

         3. Tener por únicos representantes legítimos del Gobierno de Haití ante los órganos, organismos y entidades del sistema interamericano a los designados por el Gobierno constitucional del Presidente Jean-Bertrand Aristide.  

 

         4. Instar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a que, de acuerdo con la solicitud del Presidente Jean-Bertrand Aristide y de manera inmediata, adopte todas las medidas a su alcance para tutelar y defender los derechos humanos en Haití e informe al respecto al Consejo Permanente de la Organización.  

 

         5. Recomendar, con el debido respeto a la política de cada uno de los Estados miembros en materia de reconocimiento de Estados y Gobiernos, una acción que procure el aislamiento diplomático de quienes detentan de hecho el poder en Haití.  

 

         6. Recomendar a todos los Estados que suspendan sus vínculos económicos, financieros y comerciales con Haití, así como la ayuda y cooperación técnica que fuera del caso, con excepción de los aspectos estrictamente humanitarios.  

 

         7. Solicitar al Secretario General de la Organización que adelante gestiones tendientes a incrementar el Fondo Interamericano de Asistencia Prioritaria a Haití, el que sin embargo no podrá ser utilizado mientras la actual situación subsista.  

 

         8. Recomendar a la Secretaria General de la Organización la suspensión de toda asistencia a quienes detentan de hecho el poder en Haití y solicitar a los órganos e instituciones regionales tales como la Comunidad del Caribe, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura y el Sistema Económico Latinoamericano, adopten igual medida.  

 

         9. Instar a todos los Estados que se abstengan de otorgar todo tipo de asistencia militar, policial o de seguridad y de transferir bajo cualquier modalidad, pública o privada, armamentos, municiones, y equipos a dicho país.  

 

         10. Mantener abierta la Reunión ad hoc de Ministros de Relaciones Exteriores para recibir, con la urgencia que la situación requiere, el informe de la Misión a que se refiere el párrafo dispositivo 2 de la presente resolución y adoptar, de acuerdo con la Carta de la OEA y el derecho internacional, las medidas adicionales que fueren necesarias y apropiadas para asegurar la restitución inmediata del Presidente Jean-Bertrand Aristide en el ejercicio de su legítima autoridad.  

 

        11. Transmitir la presente resolución y exhortar a la Organización de las Naciones Unidas y sus organismos especializados a que tengan en cuenta el espíritu y sus objetivos.  

            Posteriormente, la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores exhortó a los Estados miembros de la OEA al congelamiento de los activos del Estado haitiano y a la aplicación de un embargo comercial a Haití, salvo excepciones de carácter humanitario.  Durante esta reunión, se creó una misión de carácter civil (OEA/DEMOC), para el reestablecimiento y fortalecimiento de las instituciones democráticas (MRE/RES.2/91 del 8 de octubre de 1991).  

             Durante su 80° período de sesiones, el 3 de octubre de 1991, la Comisión se reunió con el señor Presidente de la República de Haití, Jean Bertrand Aristide, quien fue acompañado por el señor Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, Embajador Joao Clemente Baena Soares y el señor Embajador de Haití ante la Organización, Embajador Jean Casimir.  Durante esa reunión se produjo un fructífero intercambio de ideas sobre la forma en que la Comisión Interamericana podría ser útil en la defensa de los derechos humanos en Haití, frente a los acontecimientos ocurridos a partir del 29 de septiembre pasado y contribuir a la pronta restauración del régimen democrático y de sus autoridades legítimamente electas.  También se intercambiaron ideas referidas a la forma de poner en práctica la solicitud formulada por la Reunión ad-hoc de Ministros de Relaciones Exteriores, por solicitud del Presidente Aristide, para que la Comisión Interamericana adoptara las medidas a su alcance para tutelar y defender los derechos humanos en Haití.  

             Ese mismo día el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, después de haber escuchado al Presidente Aristide condenó el golpe de Estado y exigió el restablecimiento del Gobierno legítimo.  El 11 de noviembre de 1991 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Resolución A/46/L.8, relativa a la "Crisis de la democracia y de los derechos humanos en Haití".  

             El 7 de octubre, el Parlamento haitiano, eligió al magistrado Joseph Nerette, Decano del Tribunal de Casación, como Presidente Provisional en sustitución del depuesto Presidente Aristide.  La votación se hizo en base al artículo 149 de la Constitución, que prevé la posibilidad de que un miembro del Tribunal Supremo ocupe provisionalmente la Jefatura del Estado en caso de que ese puesto quede vacante.  Dicha elección se llevó a cabo después de que un destacamento de soldados rodeara el Palacio Legislativo y disparara sobre el edificio.  

             El Presidente interino fue encargado de formar un nuevo Gobierno y de organizar elecciones en un plazo de 45 a 90 días.  El fundador y director del Centro Haitiano de Derechos Humanos y de Libertades (CHADEL), señor Jean-Jacques Honorat fue designado Primer Ministro del Gobierno Provisional.  

             A raíz de la situación producida por el golpe de Estado en Haití, se registraron una serie de violaciones a los derechos humanos.  La Comisión tuvo conocimiento de la represión ejercida por los militares en contra de algunos sectores de la población haitiana, en particular del barrio Cité Soleil, donde la mayoría de sus pobladores son partidarios del Presidente Aristide.  La Comisión recibió denuncias informando que grupos de militares habían irrumpido en varios hospitales, uno de ellos en Carrefour, para atacar aquellas personas que habían resultado heridas a causa de los enfrentamientos callejeros. Atemorizando también, al personal de los hospitales para evitar que se proporcionara atención médica a las víctimas de las protestas contra el golpe de Estado.  

             Después del golpe de Estado, numerosas personas fueron detenidas ilegalmente, maltratadas y torturadas por las Fuerzas Armadas y la Policía.  En algunos casos las víctimas formaban parte del personal administrativo del Gobierno del Presidente Aristide, en otros casos, simplemente se trataba de gente que apoyaba su política.  El Alcalde de Puerto Príncipe, Evans Paul fue detenido el 7 de octubre, en el aeropuerto de la capital, cuando se preparaba para hablar con los delegados de la Misión Civil de la OEA.  El señor Paul fue trasladado al Servicio de Investigaciones Antigang, donde fue seriamente golpeado por los militares, doce horas más tarde fue liberado.  El cantante Joseph Emmanuel Charlemagne, simpatizante del Presidente Aristide, fue detenido en dos ocasiones y liberado días más tarde; el acaudalado comerciante Antoine Izmery fue detenido el 15 de octubre y liberado 10 días más tarde.  Joseph Manucy Pierre, Secretario de información de la CATH fue detenido el 20 de octubre y no se han tenido noticias sobre su liberación.  Jean Claude Nord, Secretario General de la Liga de Derechos Humanos fue detenido el 12 de octubre y liberado el mismo día. Raymond Toussaint, miembro del Comité Nacional del Congreso de los Movimientos Democráticos (KONAKOM), fue detenido el 24 de octubre y no se ha tenido tampoco conocimiento de su liberación.  

             EL día 12 de noviembre, la Comisión recibió la denuncia sobre la detención de 120 estudiantes, mientras estaba en Puerto Príncipe la Misión Civil de la OEA.  Los estudiantes se habían reunido en el interior de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad, en protesta por el derrocamiento del Presidente Aristide.  Según esta información, algunos de los estudiantes fueron golpeados en el momento de la detención por la policía.  La mayoría de ellos fueron liberados en los días siguientes, quedando bajo arresto alrededor de 50 estudiantes.  

             En provincia también se llevaron a cabo detenciones arbitrarias por los militares, como la del Alcalde y Juez de Paz de Cayes-Jacmel.  Senatus y Fritzner Nosther fueron detenidos en los cuarteles de Thiotte, Jacmel y Patrick Bauchard y Sauveur Gomez en los cuarteles de Hinche.  El Padre Eddy Julien también fue detenido sin mandato judicial  en Jeremie.  Grupos de campesinos pertenecientes al "Grupo de Defensa de Agricultores" fueron detenidos en Bocozelle.  Numerosos campesinos del "Mouvement Paysan de Papaye" fueron detenidos en las poblaciones de Thomonde, Hinche, Maissade y Crochu y se les tiene por desaparecidos.  En la mayoría de esas detenciones, los militares se llevaron los bienes de los campesinos y quemaron las edificaciones comunitarias que el Gobierno del Presidente Aristide ayudó a construir.  

             La Comisión fue informada sobre numerosas muertes a partir del 29 de septiembre.  Una de las primeras víctimas de la violencia fue el Pastor Sylvio Claude, Presidente del Partido Demócrata Cristiano (PDCH) quien fue linchado y quemado con el collar del "Père Lebrun".  Las Fuerzas Armadas han responsabilizado al Presidente Aristide de dicho crimen.  Otra de las víctimas del 29 de septiembre fue Roger Lafontant, quien se encontraba prisionero en la Penitenciaría Nacional cuando fue asesinado.  Los militares, en su "Memoria de las Fuerzas Armadas de Haití sobre los hechos del 29 y 30 de septiembre de 1991" publicaron una  declaración firmada por el capitán que estaba a cargo de la guardia en la Penitenciaría, donde éste afirmaba haber recibido órdenes por teléfono del Presidente Aristide de ejecutar esa noche al señor Lafontant.  Ninguno de estos crímenes ha sido debidamente investigados ni las acusaciones probadas.  

             El 12 de noviembre, la Comisión fue informada sobre el descubrimiento de dos fosas comunes, en donde se encontraron 60 cadáveres de hombres, mujeres y niños.  Según las denuncias dichas fosas se encontraban al sur de Puerto Príncipe, la primera en Lamentin y la segunda en Ti-Taynen.  

             La represión también fue ejercida en contra de los medios de comunicación y la mayoría de las estaciones de radio dejaron de difundir información debido a las amenazas recibidas de parte de los militares.  En algunos casos se les había destruido parte de sus equipos transmisores.  Algunos periodistas fueron detenidos, confiscando sus documentos de identificación, notas y aparatos fotográficos, entre ellos, se encuentran los casos de Miché Sully de Radio Galaxie, Fernand Billon de Radio Soleil, Jean Robert Phillipe del Servicio Creole de la Voz de América, Luciane Gani, periodista italiana; Edwige Balutansky de la agencia británica Reuter, Ives Marie Jasmin, corresponsal de la Radio Nacional, Thony Belizaire, fotógrafo de la Agencia France-Presse, Nicolas Florenville, corresponsal de Radio Antillas y Richard Favard, director de la Radio Nacional.  Jacques Daudier, director de Radio Caribe, fue detenido por militares y días más tarde su cadáver fue encontrado con señales de tortura.  

             La Comisión también fue informada de los allanamientos de domicilios sin mandamiento judicial, realizados por militares o agentes de la policía sobre aquellas personas que se les consideraba vinculadas con el Movimiento Lavalas.  Las residencias de los señores Jean Claude Nord, Leslie Delatour, Carl Braun, Gabriel Verret, Dr. Rudolph Malbranche y Robert Jean-Louis, entre otras, fueron registradas arbitrariamente.  

             Las manifestaciones en favor del Presidente Aristide fueron violentamente reprimidas por los militares, quienes a su vez permitían y propiciaban las manifestaciones en contra del Presidente Aristide y el embargo comercial de la OEA.  Numerosos manifestantes en favor de Aristide fueron golpeados, detenidos y otros pasaron a la clandestinidad.  

             Tomando en consideración las denuncias recibidas y el continuo deterioro de los derechos humanos en Haití, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, reunida en su sede en Washington, D.C., el 21 de noviembre de 1991, analizó nuevamente la situación de Haití y emitió el siguiente comunicado de prensa:  

El 21 de noviembre de 1991 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, reunida en su sede en Washington, D.C., analizó con profunda preocupación informes sobre la situación de los derechos humanos en Haití, según los cuales, la misma se ha venido deteriorando desde el golpe de Estado del 29 de septiembre de 1991, y ha provocado, hasta la fecha, la pérdida de más de 1500 vidas humanas.  

La Comisión ha sido informada, asimismo, de la represión que están sufriendo algunos sectores de la población haitiana, en particular de aquellos que simpatizan con el legítimo Presidente Jean Bertrand Aristide, por parte de autoridades de facto. Igualmente, se sabe que toda protesta o manifestación de disentimiento contra las actuales autoridades han sido reprimidas, dando como resultado un gran número de muertos y heridos.

  

Las denuncias presentadas ante esta Comisión indican numerosas detenciones arbitrarias, maltratos, torturas y hostigamientos cometidos por agentes de las Fuerzas Armadas y la Policía en contra de algunos sectores de la población.  Asimismo, señalan las repetidas violaciones ejercidas contra los medios de comunicación, a través de la destrucción de equipos de transmisión y de amenazas y muertes de sus periodistas.  De igual manera, la Comisión tomó  conocimiento, con profunda consternación, del descubrimiento del 12 de noviembre de dos fosas comunes, en donde se encontraron 60 cadáveres de hombres, mujeres y niños.  

 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos está firmemente decidida a trasladarse a Haití a fin de investigar sin limitaciones sobre el terreno las graves situaciones denunciadas, entrevistarse con las personas que deseen hacerlo sin temor a sufrir represalias y a viajar al interior del país donde estarían teniendo lugar, según las informaciones recibidas, graves violaciones a los derechos humanos.  Con tal objeto, la Comisión enviará una misión exploratoria tan pronto existan las condiciones mínimas de operación requeridas.  

 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace un llamado a todos los organismos no gubernamentales de derechos humanos, particularmente los que operan en Haití, así como a los familiares de las víctimas y en general a todos aquellos que con motivo de la crisis política hayan sufrido alguna violación de sus garantías individuales, para que transmitan sus denuncias con el objeto de iniciar la tramitación correspondiente y se establezcan responsabilidades una vez restaurado el Gobierno legítimo de Haití.  

 

La Comisión desea señalar, que independientemente de la situación política imperante en un Estado parte, no se suspende la vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.  En consecuencia, la Comisión enfatiza que quienes ejercen el poder en un Estado, aunque sea de facto, están obligados a respetar los derechos individuales reconocidos por la Convención Americana sobre Derechos Humanos.  

 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos desea expresar su esperanza de que las gestiones realizadas por la Misión Civil de la OEA, en el sentido de lograr una negociación política que evite una confrontación violenta, se alcance a la brevedad posible.  

 

Finalmente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace un llamado a las autoridades de facto de Haití y particularmente a las Fuerzas Armadas para que cesen en la represión y sistemática violación de los derechos humanos cuyas víctimas es el noble pueblo haitiano y restituyan a la brevedad posible la total vigencia de las instituciones democráticas previstas por la Constitución, en el marco del respeto a los derechos y garantías reconocidos por la Convención Americana sobre Derechos Humanos.  

             Visita in loco  

             El 26 de noviembre de 1991, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, teniendo en cuenta los graves acontecimientos ocurridos en Haití y los efectos que ellos tienen sobre la vigencia de los derechos humanos, decidió enviar una misión exploratoria a Haití.  El objetivo de la misión sería el de constatar la existencia de condiciones para la realización del trabajo de la Comisión en Haití, identificar los problemas que requerirían desarrollar un trabajo de investigación en mayor profundidad y, en caso de detectarse situaciones especiales, llevarlas a conocimiento del Gobierno para que fueran resueltas.  

             La Delegación Especial de la CIDH estuvo compuesta por el señor Presidente de la CIDH, Dr. Patrick L. Robinson, el Vicepresidente, Dr. Marco Tulio Bruni Celli y los abogados de la Secretaría Ejecutiva, Dra. Bertha Santoscoy-Noro y Dr. Luis Jiménez.  La misión de exploración se realizó durante los días 5 y 6 de diciembre de 1991.  

             Durante su estadía en Haití, la Comisión Especial se reunió con el Ministro de Asuntos Exteriores y Cultos, señor Jean Jacques Honorat; miembros del Parlamento: señor Senador Hebrane Cadet y los señores Diputados Duly Brutus y Pierre Carel Rindal; así como con el Jefe de las Fuerzas Armadas, General Raoul Cédras acompañado por el Estado Mayor.  

             La delegación de la CIDH también se reunió con representantes de organizaciones de derechos humanos y de partidos políticos a fin de recabar información sobre la situación política del país.  Se entrevistó con representantes de la prensa escrita y oral con el objeto de informarse sobre el estado de la libertad de expresión.  Asimismo, la Comisión Especial sostuvo entrevistas con representantes de sindicatos, de la Iglesia, así como con otras fuerzas vivas de la nación.  

             La Comisión Especial visitó el centro de asistencia para la niñez "La famille c'est la vie", donde se entrevistó con los encargados de dicho establecimiento.  Recogió información acerca de las investigaciones de varios casos que le habían sido sometidas, en particular los casos de detenciones arbitrarias cometidas durante el régimen actual.  También escuchó a personas provenientes de diversos estratos sociales, de las cuales recibió quejas, comunicaciones e informaciones relativas al respeto de los derechos humanos.  

             La Comisión no fue informada que las personas entrevistadas hubiesen tenido inconvenientes para llegar a prestar su testimonio y tampoco fue informada que, hasta el momento de la partida, hubiesen sufrido represalias.  La Comisión fue informada que este era un cambio respecto a la situación prevaleciente durante la visita anterior de la Misión Civil de la OEA, durante la cual, según se manifestó, diversas personas habían tropezado con serias dificultades para vincularse con ella.  

             Durante su estadía en Haití la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no encontró obstáculos para desempeñar sus labores, pudiendo desplazarse sin inconvenientes por diversos lugares  de Puerto Príncipe sin percibir que fueran afectadas su independencia, seguridad y la necesaria discreción de sus actividades.  Debido al corto lapso requerido por la naturaleza exploratoria de la misión, la Comisión no pudo trasladarse a ciudades del interior como hubiese sido su deseo.  

             La delegación también observó que existía una profunda desconfianza y temor por parte de importantes partidarios o funcionarios del Gobierno del Presidente Aristide.  Muchos de ellos habían sido objeto de persecución y se encontraban en la clandestinidad y sus familiares eran objeto de hostigamientos.  

             Un aspecto que fue insistentemente presentado a la Delegación de la CIDH fue las restricciones que había sufrido y continuaba sufriendo la libertad de expresión.  Según información proporcionada, de nueve radios que funcionaban en Puerto Príncipe, sólo tres seguían transmitiendo: Radio Nationale (controlada por el Gobierno), Radio Tropique y Radio Galaxie.  La totalidad de las radios de Cabo Haitiano y Jeremie habían cesado sus transmisiones ante los hostigamientos y ataques de que habían sido víctimas.  Si bien no existía ninguna disposición especial vigente que impidiera que esas radios continuaran con sus emisiones, las mismas habían sufrido ataques de parte de soldados y contra ellas se había emitido amenazas, por lo cual habían considerado que no existían garantías para funcionar normalmente.  Tanto en su reunión con el Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de facto, como el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recibió la seguridad de que las radioemisoras contaban con todas las garantías para funcionar normalmente.  Pese a tal declaración, la Comisión recibió el día 11 de diciembre de 1991, una comunicación denunciando la desaparición del Director de Radio Galaxie, Felix Lamy y la destrucción y saqueo de la radio difusora por un grupo de militares.  El ejercicio del derecho a la libertad de expresión, garantizado por el Gobierno y Fuerzas Armadas de Haití, es una de las áreas que la Comisión deberá observar con especial atención.  

             La Delegación Especial recibió abundante información sobre numerosos arrestos y detenciones ejecutadas por las Fuerzas Armadas a partir del 29 de septiembre de 1991.  Las diversas fuentes consultadas coincidieron en que era muy difícil proporcionar un número exacto sobre la cantidad de personas que habían sido afectadas.  La delegación pudo percibir que en muchos casos se trataba de arrestos por períodos cortos, acompañados de golpes y maltratos al momento de la detención, y que seguían una pauta de hostigamiento a partidarios del Presidente Aristide o familiares de ellos.  La Comisión recibió también información sobre el caso de 120 estudiantes detenidos el 12 de noviembre pasado que se encontraban reunidos en el interior de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad.  Según la información recibida, quedaban aún bajo arresto alrededor de 50 estudiantes.  Las autoridades indicaron que todos los estudiantes habían sido liberados, restando quizás algunas personas detenidas por no haber sido consideradas como estudiantes.  Las condiciones en que se ejerce el derecho a la libertad personal será otro de los aspectos que continuará siendo investigado por la Comisión.  

             Durante su estadía, la delegación fue informada de la restauración de la institución de los jefes de sección.  La explicación proporcionada por el Comandante en Jefe del Ejército es que la eliminación del cargo de jefe de sección fue ejecutada por una disposición administrativa y que no pudo dictarse la ley que los reemplazara por otra institución, generándose así un vacío de poder que, en muchos casos, dio lugar a una situación caótica.  

             En lo relativo al derecho a la vida, la Delegación continuó recibiendo informaciones sobre el elevado número de personas que habrían perdido la vida desde los acontecimientos del 29 de septiembre.  En esa oportunidad los esfuerzos realizados por la Delegación para lograr mayores precisiones fueron infructuosos, habiendo sido informada que resultaba especialmente difícil conseguir información exacta sobre lo que estaba ocurriendo en el interior del país.  Se trata de un área prioritaria en la cual la Comisión deberá continuar esforzándose por esclarecer lo ocurrido en el futuro inmediato y colaborar para prevenir que nuevas violaciones ocurran en el futuro.  

             La delegación recibió informes coincidentes sobre las profundas dislocaciones que se estaban produciendo en la sociedad haitiana como resultado de los hechos posteriores al 29 de septiembre de 1991.  Uno de esos fenómenos era el éxodo masivo de habitantes de Puerto Príncipe hacia las zonas rurales, considerándose que tal fenómeno habría afectado alrededor de 300,000 personas.  Se mencionaron como causas de este fenómeno la grave represión desatada en contra de los grupos que apoyan al Presidente Aristide, que fue especialmente grave en los primeros días y en ciertos barrios de la capital.  Asimismo, el clima de inseguridad y de temor que existía en la capital había llevado a muchas personas a buscar refugio en las zonas rurales.  Otra causa del desplazamiento masivo era el incierto futuro y las previsibles restricciones provenientes del embargo económico, cuyas manifestaciones eran especialmente agudas en lo referido a los combustibles y que, por esa vía, terminaría por afectar la casi totalidad de la vida social haitiana.  La represión y la degradación de la situación política y económica ha forzado también a un gran número de haitianos a huir del país en pequeñas embarcaciones.  

             Con anterioridad al golpe de Estado en Haití, el 29 de septiembre de 1991, el Gobierno de los Estados Unidos, basado en un acuerdo bilateral con Haití, mantenía la política de interceptar pequeñas embarcaciones con nacionales haitianos en aguas internacionales del mar del Caribe y su posterior retorno compulsivo a su país de origen.  

             A  partir  del  golpe  de  Estado  miles  de  haitianos  abordaron pequeñas  e  inseguras embarcaciones con destino hacia los Estados Unidos.  La Guardia Costera estadounidense interceptó un gran porcentaje de estas embarcaciones.  Se estimó que muchas de ellas naufragaron y que sus ocupantes murieron ahogados.  Desde el golpe de Estado alrededor de 15,000 nacionales haitianos han sido detenidos.  

             Una vez interceptadas, la gente de los barcos era llevada a la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba, donde eran entrevistados por representantes del Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos para determinar si según el derecho internacional, calificaban para el status de refugiados.  

             Estos acontecimientos trajeron como consecuencia un gran número de demandas ante las Cortes Federales de los Estados Unidos en Florida, las que fueron llevadas por asociaciones no gubernamentales de asesoría legal en representación de los "boat people".  Las reclamaciones estaban basadas en el posible peligro físico a que serían expuestas estas personas, si se les retornaba compulsivamente a Haití.  

             El Juez de la Corte del Distrito emitió una orden en este caso para la suspensión de los retornos compulsivos.  Mientras tanto, los medios de comunicación y los abogados de los "boat people" fueron autorizados a visitar Guantánamo.  Señalando que el porcentaje de casos de personas que podrían obtener el status de refugiado era aproximadamente de un 33%.  

             El 31 de enero de 1992, el Fiscal General solicitó el sobreseimiento de la orden emitida por la Corte del Distrito y ésta fue concedida por la Corte Suprema de los Estados Unidos.  

             La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha solicitado en dos ocasiones al Gobierno de los Estados Unidos que suspenda el regreso de los haitianos por razones humanitarias.  

             La Comisión manifestó su esperanza de que las actividades de la Misión Humanitaria de la Organización de los Estados Americanos contribuirían a identificar y resolver los requerimientos más apremiantes, dentro de los parámetros que habían sido establecidos para sus actividades por los órganos de la OEA.  

             La delegación pudo percibir que existía una profunda polarización política entre los partidarios del Presidente Aristide y los grupos que ejecutaron y apoyaron su deposición.  La Delegación recibió detallados informes sobre lo que se consideraron abusos cometidos durante los ocho meses del Gobierno anterior y de las formas en que resultaron afectadas las instituciones del régimen constitucional.  

             Con posterioridad a la visita de exploración efectuada por la Comisión, ésta fue informada del asesinato del señor Astrel Charles, diputado del PANPRA, el 15 de diciembre de 1991.  Según las denuncias recibidas, el asesinato fue perpetrado por un ex-Jefe de Sección reinstaurado después del  

golpe de Estado.  Durante el mismo día, las residencias de los diputados Mandenave, Fignole y Milord fueron saqueadas y quemadas por agentes de las Fuerzas Armadas.  Dos días más tarde, el señor Duly Brutus, Presidente de la Cámara de Diputados fue amenazado para que dejara su domicilio, como lo habían hecho los otros diputados.  

             El 18 de diciembre, la radio de Voluntarios de la Seguridad Nacional (VSN) (perteneciente a los Macoutes) difundió un comunicado en el que se exhortaba a "limpiar la administración pública", eliminando a todos los "lavalassiens" e incitando a efectuar masacres en los barrios marginales de Puerto Príncipe.  Con ese propósito se mencionaron nombres y direcciones de empleados públicos que apoyaban el retorno del Presidente Aristide.  

             El 25 de diciembre, la Comisión fue informada que el Gobierno de facto había emitido un decreto concediendo amnistía plena, para todos los ciudadanos que habían sido detendidos, juzgados y condenados por delitos políticos, entre el 16 de diciembre de 1990 y el 27 de septiembre de 1991.  Esto fue percibido como un acto de intimidación contra la población que apoyaba al Presidente Aristide, ya que la mayoría de los prisioneros amnistiados habían sido juzgados por haber cometido violaciones a los derechos humanos.  

             Las violaciones al derecho a la libertad individual y a la integridad física continuaron con arrestos extrajudiciales y abusos cometidos por parte de los militares en contra de jóvenes habitantes de los barrios populares de Puerto Príncipe, tales como Tiburón, Bouzi, Plateau Central, Limbé, Limonade, Fort-Liberté y St. Louis du Nord, entre otros.  

             Un ejemplo más reciente de la violencia e inseguridad que impera en Puerto Príncipe fue el ataque ocurrido el 25 de enero de 1992 en las oficinas del Movimiento de Reconstrucción Nacional, por miembros de la policía.  Según las denuncias recibidas por esta Comisión, ese día se llevaba a cabo una reunión a la que habían asistido varios parlamentarios y políticos haitianos, cuando fue irrumpida violentamente por miembros de las Fuerzas Armadas, quienes insultaron y golpearon a las personas presentes.  Como consecuencia de ese ataque, el señor Yves Jean-Pierre, guardaespalda del señor René Theodore, fue asesinado por uno de los policías que formaba parte del operativo.  Ese acto constituía el segundo ataque producido contra el local del MRN; el anterior había sido perpetrado el 18 de enero del presente año.  

             Tomando en consideración la resolución MRE.RES.2/91 emitida por la Reunión Ad-Hoc de Ministros de Relaciones Exteriores el 2 de octubre de 1991, mediante la cual resolvió en su numeral 4 lo siguiente:    

Instar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a que, de acuerdo con la solicitud del Presidente Jean-Bertrand Aristide y de manera inmediata, adopte todas las medidas a su alcance para tutelar y defender los derechos humanos en Haití e informe al respecto al Consejo Permanente de la Organización.  

             El Presidente de la CIDH, señor Patrick L. Robinson y el Vicepresidente, doctor Marco Tulio Bruni Celli presentaron la información obtenida durante la visita de exploración en Haití al Consejo Permanente de la OEA, el 9 de enero de 1992.  

             La Comisión debe reiterar su convencimiento de que es sólo a través de procedimientos democráticos que deben resolverse los problemas que pudieren haberse suscitado y que continuará investigando las denuncias recibidas tanto con anterioridad como con posterioridad al 29 de septiembre de 1991.  

             La Comisión debe reiterar, asimismo, que el respeto a las instituciones propias al régimen de la democracia representativa constituye la mejor garantía para la vigencia de los derechos humanos y que éste es otro de los aspectos que la Comisión continuará observando con especial atención.  En efecto, el ejercicio de los derechos políticos, reconocidos por el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos de la cual Haití es Estado parte, resultó de gran trascendencia en el curso de las elecciones del 16 de diciembre de 1990, por lo cual los resultados obtenidos deben ser escrupulosamente respetados; de allí que la Comisión, en dos oportunidades anteriores, haya llamado a respetar tal resultado y el ordenamiento constitucional en lo referido al período en que el Presidente ejerce el poder, a través de la restitución del Presidente Aristide.  

             La Comisión debe manifestar su profunda preocupación por el restablecimiento de los jefes de sección, los cuales han sido en el pasado responsables de numerosas violaciones a los derechos humanos y son pieza clave del sistema represivo que ha existido en Haití.  La Comisión urge al Congreso haitiano a encontrar un sistema que reemplace los jefes de sección por funcionarios elegidos por voto popular y que los separe del Ejército.  

             La Comisión está consciente de la profundidad de los problemas que afectan a la sociedad haitiana en materia de derechos humanos y este convencimiento ha sido reforzado por las informaciones e impresiones que ha podido obtener durante su misión exploratoria.  La grave crisis institucional planteada, las negativas condiciones de vida de gran parte de la población haitiana, la seria polarización política existente, el tradicional recurso a la violencia para resolver conflictos sociales y la ausencia de una práctica democrática arraigada, hacen que la situación de los derechos humanos en Haití sea altamente imprevisible y en extremo peligrosa.  Tan serios problemas sólo pueden ser resueltos por los ciudadanos haitianos mismos, con la cooperación de la comunidad internacional.  En lo que toca al quehacer de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, su contribución será la de continuar trabajando con los otros órganos de la Organización y con el Gobierno y pueblo haitiano para lograr el irrestricto respeto de los derechos humanos y la total vigencia de los derechos políticos y de la institucionalidad propia a la democracia representativa.  

                La Comisión continuará observando la evolución de la situación de los derechos humanos en Haití.

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1. Cf. OEA/Ser.L/V/II. 74. doc. 9 rev. 1, del 7 de septiembre de 1988.

2. Cf. OEA/Ser.G. CP/RES. 537/90 del 23 de febrero de 1990.

3. Cf. OEA/Ser. L/V/II. 77, rev. 1, doc. 18 del 8 de mayo de 1990.

4. Cf. Informe Anual de la CIDH 1990-1991 pp. 485-505. 

5. Cf. CP/RES. 555 (842/91)

6. Cf. Informe Anual de la CIDH, 1990-1991.

 

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