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 INFORME SOBRE LA SITUACION DE LOS   
        DERECHOS HUMANOS EN EL SALVADOR 
         
         
         
         La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, durante su 84º período de sesiones, celebrado en octubre de 1993, aprobó, de conformidad con el artículo 62 de su Reglamento, el Informe Especial sobre la Situación de los Derechos Humanos en El Salvador. Dicho informe fue remitido al Gobierno de El Salvador el 18 de octubre de 1993. 
         
                   El 18 de enero
        de 1994 el Gobierno de El Salvador remitió sus observaciones, las
        cuales fueron cuidadosamente analizadas por la Comisión en su 85º
        período de sesiones, incorporándolas a dicho informe, en la medida en
        que la Comisión lo consideró pertinente. 
         
         
         
                   I.         
        ANTECEDENTES. PANORAMA DE LA SITUACION ACTUAL  
         
                  
        1.       
        El Salvador: de la
        confrontación bélica a la búsqueda de la paz. La posición de la CIDH
        durante el conflicto armado 
         
                   Al repasar las
        apreciaciones, recomendaciones y observaciones formuladas por la
        Comisión Interamericana de Derechos Humanos desde 1979 hasta 1992 con
        respecto a El Salvador, se evidencia la presencia constante de varios
        elementos que, incluso independientemente del conflicto armado, han
        persistido en la realidad de ese país, y hoy se encuentran en la base
        misma de la nueva y difícil etapa de reconciliación y reconstrucción
        nacional. Es reiterativo, asimismo, el llamado formulado por la
        Comisión hacia una solución negociada y pacífica del conflicto
        interno, solución que finalmente llegó a El Salvador y frente a cuya
        consolidación  tiene su
        esperanza y confianza la comunidad internacional en general, y el pueblo
        salvadoreño en particular. 
         
                   Los problemas
        esenciales del poder judicial y su falta de recursos, en el más amplio
        sentido de la expresión, unidos, en ocasiones, a la falta de voluntad
        política para fortalecer esa rama de la administración; junto con un
        notable desequilibrio en las condiciones de vida de la población,
        manifestado en la carencia de los servicios básicos necesarios para
        satisfacer las necesidades mínimas de un alto porcentaje de los
        habitantes del país, han sido reseñados año tras año por la
        Comisión, y se han formulado recomendaciones tendientes a obtener una
        mejoría en estos aspectos, en la esperanza de que su efecto
        contribuiría a propiciar, en general, la vigencia de los derechos y
        garantías fundamentales consagrados en la Convención Americana sobre
        Derechos Humanos, de la cual El Salvador es un Estado parte, en virtud
        de su ratificación.           A continuación
        se presenta una síntesis que hace un repaso de las principales
        apreciaciones emitidas por la Comisión durante el conflicto, sin
        detenerse en las circunstancias propias que caracterizaron la violencia
        armada y el desarrollo mismo de la guerra en El Salvador, sino centrando
        su atención en aquellos aspectos que aún hoy, deben ser una prioridad
        y un reto para las generaciones que se encuentran trabajando por la
        reconstrucción de su país. 
         
                   En efecto, en
        su  Informe correspondiente
        a 1979-1980, la Comisión, refiriéndose a la violencia generalizada en
        el país, señaló que "ve con extremada preocupación la
        realización de tales hechos y así se lo ha informado al Gobierno
        salvadoreño en diversas comunicaciones sin que, hasta ahora, haya
        recibido satisfactorias respuestas y, lo que es más grave, sin que sepa
        que las autoridades del Gobierno, incluidas la Fiscalía General de la
        República y el Poder Judicial, se encuentran investigando con la
        celeridad que las circunstancias requiere, la comisión de tales
        asesinatos".  
         
                   Al formular
        recomendaciones al Estado, manifestó la 
        CIDH que se debería adoptar "una acción organizada
        tendiente a superar la violencia actualmente existente, la que, entre
        otras medidas, podría incluir las siguientes: (...) 2) Una
        investigación exhaustiva y rápida respecto de los varios casos de
        homicidios en los que se han denunciado como instigadores o autores a
        personas que han pertenecido o pertenecen a organismos de seguridad y
        sancionar con todo el rigor de la ley a los que surjan como
        responsables". 
         
                   Por su parte,
        en el Informe 1980-1981, destacaba la Comisión la "cantidad
        verdaderamente alarmante" de ejecuciones ilegales en El Salvador,
        "cometidas directamente por las fuerzas de seguridad que actúan
        impunemente al margen de la ley, como asimismo por grupos paramilitares
        que obran con la aquiescencia o consentimiento tácito de los
        gobiernos".  Y agregó
        que, por regla general, "tal aquiescencia ha significado que las
        autoridades gubernamentales no proceden a una adecuada y eficaz
        investigación de la autoría de tales crímenes".  
         
                   Concluyó a
        este respecto la Comisión señalando que "un poder judicial
        independiente, con suficientes recursos y atribuciones para sancionar
        los abusos de las autoridades y de los ciudadanos debe ser uno de los
        elementos básicos para que el derecho a la vida recupere el valor que
        ha perdido". 
         
                   Avanzando en el
        tiempo, señaló la Comisión en su siguiente Informe, correspondiente
        al período  1981-1982, 
        que el derecho a la vida continuaba "siendo el más 
        lesionado".  Refiriéndose
        a sus anteriores recomendaciones "tendientes a investigar y
        sancionar a los responsables de las pérdidas de vidas de miles de
        personas que han perecido de manera atroz en los últimos años, la
        Comisión no ha recibido informes concretos del Gobierno de El Salvador
        sobre este particular".  "Hasta
        el momento --destacó-- resulta evidente que no hay sanción penal para
        una buena parte de los autores de tan horrendos crímenes".  
         
                   Al comentar la
        importancia de respetar las organizaciones no gubernamentales de
        derechos humanos, como elemento que puede coadyuvar a superar la
        violencia, la  Comisión
        expresó que "ve con preocupación que la situación de esas
        entidades no ha mejorado, ya que muchos de sus miembros han tenido que
        buscar refugio en otros países, y los locales donde funcionaban tales
        organizaciones, allanado y saqueado por fuerzas de seguridad...". 
         
                   Con
        preocupación señaló la CIDH en su Informe 1982-1983, "la
        continuación del clima de violencia que continúa viviendo El Salvador
        donde han proseguido las ejecuciones ilegales y desapariciones de
        personas.  Como señaló en
        informes anteriores tales actos, la mayoría de las veces han sido
        cometidos por fuerzas de seguridad que actúan impunemente al margen de
        la ley, como asimismo por grupos paramilitares que ante la ausencia de
        una eficaz y adecuada investigación de los crímenes pareciera que
        obran con el consentimiento tácito del Gobierno. 
         
                   Al plantear la
        situación de conflicto interno, reiteró la Comisión su recomendación
        acerca de la necesidad de encontrar una solución política que
        involucre a todos los sectores; que se fije sobre la base de ese acuerdo
        una fecha para elecciones generales a las cuales tengan acceso todos los
        grupos políticos con las garantías necesarias para que sus resultados
        representen la voluntad popular. 
         
                   En el Informe
        1983-1984, al señalar con satisfacción la elección de un Presidente
        civil, expresó que "si bien resulta muy difícil establecer
        prioridades en materia de derechos humanos, puede sin embargo señalarse
        que en la situación actualmente imperante en El Salvador parecería
        imprescindible lograr, de inmediato, un efectivo control de las Fuerzas
        de Seguridad por parte de las nuevas autoridades, así como otorgar una
        efectiva autonomía y autoridad al Poder Judicial, dotando a sus
        integrantes de las garantías imprescindibles para que lleven a cabo sus
        importantes funciones.   La
        evaluación de la forma en que esos cometidos vayan siendo planteados y
        ejecutados, permitirá emitir un juicio fundado sobre las efectivas
        posibilidades de lograr una efectiva vigencia de los derechos humanos en
        El Salvador". 
         
                   Y agregaba la
        CIDH que "un punto al cual la Comisión desea referirse de manera
        particular, es el relativo a los caracteres que debe reunir la
        superación de la violencia que agita a El Salvador. 
        Diversos sectores independientes y asociaciones cívicas de este
        país y numerosas entidades y personalidades de toda la región,
        coinciden en señalar que a través del diálogo y dentro del marco
        jurídico de la Nación, se debe llegar a una fórmula política,
        pacífica y global del problema en su conjunto". 
         
                   Al formular al
        nuevo Gobierno sus recomendaciones manifestó la Comisión que
        "Resulta indispensable se lleven adelante las investigaciones
        tendientes a sancionar a los responsables de las gravísimas violaciones
        a los derechos humanos cometidas durante las administraciones
        precedentes;" 
         
                   Y agregó que
        "f) Deberían continuarse los esfuerzos tendientes a lograr,
        mediante el diálogo y la voluntad de paz, una solución política
        integral de la crisis salvadoreña y regional. 
        En este cometido, deberían explorarse fórmulas que ofrezcan
        perspectivas de poner fin al derramamiento de sangre en dicho país, ya
        que las opciones armadas implican prolongar indefinidamente una
        situación que propicia las graves y generalizadas violaciones a los
        derechos fundamentales que han caracterizado la historia reciente de El
        Salvador". 
         
                   Al presentar su
        Informe a la Asamblea General, correspondiente a 1984-1985, señaló la
        Comisión que "d) Resulta esencial que se efectúen las
        investigaciones pendientes en relación con las violaciones a los
        derechos humanos que se atribuyen a las fuerzas de seguridad de El
        Salvador, puestas en conocimiento de dicho Gobierno por la CIDH, con la
        finalidad de sancionar a los responsables". 
         
                   Por su parte, 
        en el Informe 1986-1987, señaló la CIDH que "ha concedido
        siempre especial importancia y alentado muy vivamente una solución
        pacífica y negociada al conflicto entre el Gobierno de El Salvador y
        las fuerzas insurreccionales que se le oponen. 
        De allí que la Comisión considere necesario señalar como un
        hecho positivo que hayan surgido nuevas esperanzas de paz, mediante la
        negociación y el diálogo a través del acuerdo logrado en la
        República de Guatemala en la reciente reunión de Presidentes de los
        países centroamericanos llevada a cabo entre los días 13 y 16 de
        agosto del presente año". 
         
                   Al resumir sus
        apreciaciones sobre el período 1987-1988, señalaba la CIDH que "A
        juicio de la Comisión, los aspectos en los que la inobservancia a los
        derechos humanos han sido más graves son los que se refieren
        especialmente al derecho a la vida, por el resurgimiento de la violencia
        habida en el país.  Pese a
        los problemas antes señalados, la Comisión considera meritorio el
        mantenimiento formal de todos los derechos y garantías
        constitucionales, aunque éstos en la práctica han sido también
        vulnerables". 
         
                   Y reiteraba la
        CIDH su ya tradicional llamado a las partes en el conflicto, así:
        "La Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace nuevamente
        una invocación tendiente a humanizar el conflicto armado, a dar
        cumplimiento a las normas del derecho internacional humanitario
        facilitando la evacuación de los heridos y mutilados de guerra, a
        realizar toda clase de esfuerzos para eliminar las actividades de los
        denominados escuadrones de la muerte, a reemprender el camino del
        diálogo para buscar la paz y asimismo, tiene la esperanza de mantener
        muy activa la cooperación y asistencia del Gobierno de El Salvador con
        las tareas de la Comisión". 
         
                   Posteriormente,
        al reseñar ante la Asamblea lo más destacado de su Informe 1988-1989,
        expresó la Comisión que "en relación con el diálogo entre todos
        los sectores salvadoreños que ha venido reiteradamente propiciando en
        los últimos años, tuvo la oportunidad de manifestar al Presidente
        electo que el reinicio de tal diálogo, sin exclusiones, constituye a su
        juicio el mejor camino para buscar la paz y la reconciliación entre los
        salvadoreños, sin las cuales no puede haber una verdadera observancia
        de los derechos humanos. 
         
                   Y agregó que
        "Frente a hechos (...) que afectan de una manera tan sensible la
        vida humana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresa su
        esperanza de que las conversaciones entre representantes del Gobierno de
        El Salvador y del FMLN, iniciadas en Ciudad de México del 13 al 15 de
        septiembre de 1989, y que deberán continuar en San José, Costa Rica el
        16 y 17 de octubre próximo, puedan conducir a una solución política y
        negociada del conflicto, tal como la Comisión lo ha venido
        solicitando". 
         
                   Refiriéndose a
        otro de los temas en los cuales se centró la atención de la Comisión
        durante la década del conflicto salvadoreño, señaló que "La
        administración de justicia de El Salvador ha sido objeto de severas
        críticas por su lentitud, su falta de independencia y su falta de
        efectividad para proteger y defender los derechos de los ciudadanos
        salvadoreños objeto de atropellos en contra de sus garantías
        constitucionales.  Asimismo,
        la CIDH registra los lamentables precedentes judiciales relacionados con
        múltiples asesinatos, casi ninguno de los cuales fue debidamente
        investigado ni permitió que se sancionara a los responsables de los
        mismos". 
         
                   En relación
        con este tema, y con otros derechos consagrados en la Convención,
        expresó la CIDH, "en cuanto a las garantías de debido proceso, la
        Comisión ha observado la falta de eficacia que para todos estos casos
        de detención-incomunicación por períodos superiores a las 72 horas
        permitidas por la Constitución y la ley no han funcionado las
        garantías de protección judicial a que se refiere el artículo 25 de
        la Convención Americana, para amparar a los ciudadanos contra los actos
        gubernamentales que violen sus derechos fundamentales". (...)
        "También preocupa a la Comisión la falta de cumplimiento a las
        normas sobre garantías judiciales, lo cual priva a los detenidos del
        derecho a ser asistidos en el momento de su detención por un abogado
        defensor, a conocer sobre los motivos de su detención, a no ser
        obligado a declarar contra sí mismos y a disfrutar de todas las demás
        garantías judiciales". 
         
                   Uno de los
        serios problemas que enfrentó la sociedad salvadoreña durante la
        época del conflicto, y que la Comisión espera que hoy se haya
        superado, en aras de la reconciliación y la consolidación de los
        principios democráticos, fue registrado, con merecida preocupación por
        la CIDH en el mismo Informe, 1988-1989: "La agudización de las
        tensiones y de la violencia ha llevado a que los funcionarios del
        Gobierno de El Salvador consideren a los sindicatos, cooperativas,
        universidades, entidades de derechos humanos y demás organizaciones y
        entidades similares, como "órganos de fachada",
        "santuarios de la guerrilla o de la insurgencia" etc.,
        acusando a estas entidades de haber sido penetradas por el FMLN para
        manejarlas como instrumentos de la lucha armada. 
        Como consecuencia de esta situación, muchas de ellas han sido
        objeto de asedio y de ataques por parte de las fuerzas de
        seguridad". 
         
                   Un año más
        tarde, en su Informe 1989-1990, destacaba la CIDH que "La
        agudización de la violencia, así como la suspensión de las garantías
        individuales bajo el estado de sitio, han determinado que se haya
        incrementado significativamente el número de personas privadas de su
        libertad.  Según
        información inicialmente proporcionada a la Comisión, muchas de estas
        personas se encontraban actualmente alojadas juntamente con delincuentes
        comunes y en condiciones muy negativas. 
        La Comisión no ha sido informada, sin embargo, de la evolución
        reciente de este problema y de las formas en que el Gobierno de El
        Salvador le está dando solución. (...) Organizaciones no
        gubernamentales informaron también de un marcado incremento en casos de
        tortura a presos políticos por parte de sus interrogadores. 
         
                   Volviendo sobre
        el tema de la debilidad del poder judicial, en un momento de particular
        violencia en el país, expresaba la CIDH a la Asamblea General, con
        ocasión de la presentación de su Informe 1990-1991, que: 
        "En síntesis, la Comisión Interamericana de Derechos
        Humanos estima que el período a que se contrae este informe anual
        revela la persistencia de problemas que afectan gravemente la vigencia
        de los derechos humanos en El Salvador.  Tal es el caso de las acciones de los escuadrones de la
        muerte y de las Fuerzas de Seguridad cuyas actividades generan graves
        violaciones a los derechos humanos sin que exista de parte de las
        autoridades y del sistema judicial salvadoreño la voluntad o los medios
        para erradicar tan graves conductas. 
        La falta de avance de importantes investigaciones, como las
        referidas al caso de los jesuitas asesinados el 16 de noviembre de 1989
        y del cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión respecto a
        casos individuales, revelan la persistencia de obstáculos para que los
        autores de tan graves violaciones a los derechos humanos sean
        individualizados y sometidos a la justicia". 
         
                   Otro aspecto
        preocupante, directamente relacionado con el conflicto, que afectaba la
        vigencia de derechos consagrados en la Convención Americana, fue
        expresado en dicha ocasión por la CIDH, así: "También subsisten
        los problemas vinculados a las negativas condiciones en que se
        encuentran las personas detenidas por razones políticas, las cuales se
        encuentran en una irregular situación procesal por la falta de
        decisiones judiciales, en condiciones carcelarias indignas de la
        condición humana y confundidos con presos comunes, todo lo cual
        constituye una grave anormalidad en lo referido al derecho a la libertad
        personal, así como al derecho a la justicia y al proceso regular
        reconocidos por los artículos 7 y 8 de la Convención Americana sobre
        Derechos Humanos". 
         
                   Con la
        esperanza de una solución cercana al conflicto armado, la Comisión
        señaló, que "asimismo, que encuentra como un rasgo positivo que
        se hayan mantenido las negociaciones que se realizan entre el Gobierno y
        dirigentes del FMLN bajo los auspicios del Secretario General de
        Naciones Unidas.  La
        Comisión espera que tales negociaciones puedan avanzar hasta el punto
        en que se creen condiciones para lograr una mayor vigencia de los
        derechos humanos, incluido el adecuado ejercicio de los derechos
        políticos de manera tal que éstos puedan reflejar adecuadamente la
        voluntad de la población salvadoreña y se constituyan en un aporte a
        la paz y auténtica expresión de un régimen democrático de gobierno
        que, tal como ha sido reiteradamente señalado, es la mejor garantía
        para la vigencia de los derechos humanos". 
         
                   Una vez
        alcanzados los históricos Acuerdos de Paz, destacó la CIDH, en su
        Informe 1991, lo siguiente: "la Comisión desea reiterar su
        satisfacción por los éxitos alcanzados en las negociaciones de paz, y
        espera que la implementación de las medidas que conducirán
        efectivamente a un fortalecimiento de las instituciones, en particular,
        del poder judicial, determinen un real progreso en materia de defensa y
        protección de los derechos fundamentales del pueblo salvadoreño". 
         
                   Y en su último
        Informe Anual, 1992-1993, la Comisión realizó una evaluación de los
        aspectos esenciales que siguieron el principio del fin del
        enfrentamiento armado. Entre otras cosas, se hizo énfasis en el hecho
        de que:  "La paz es, se
        ha dicho tantas veces, mucho más que la ausencia de guerra. 
        El Salvador ha dado, con la firma de los Acuerdos de Chapultepec
        y su implementación gradual, un primer gran paso hacia la paz, ha
        superado el más urgente de los obstáculos:  ha puesto fin al conflicto armado, que durante doce años
        desangró al país.  Hoy,
        toda la sociedad salvadoreña es protagonista de su propio proceso de
        recuperación institucional.  Por
        esta razón, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos continúa
        observando atentamente, en desarrollo de sus atribuciones, la evolución
        de la situación, y promoverá  "la
        observancia y la defensa de los derechos humanos", función que le
        asigna la Convención Americana". 
         
                   Con esperanza,
        la misma que inspira la elaboración del presente Informe Especial,
        destacó la Comisión que "El Salvador ha iniciado, pues, el camino
        hacia la consolidación de la paz, la reconciliación, el
        fortalecimiento de la institucionalidad democrática, y la
        reconstrucción nacional.  Esfuerzos
        de todos los sectores, desde el Gobierno y el FMLN, antes enemigos,
        ahora contendientes políticos, hasta el último de los salvadoreños,
        están unidos en este propósito.  Ahora
        bien, su éxito supone, y nada nuevo se está afirmando al expresar
        esto, el cumplimiento de los Acuerdos en una dimensión no simplemente
        formal:  implica un cambio
        sustancial, y supone una mejoría de fondo --en el corto plazo--, y la
        solución --a largo plazo--, de dos aspectos que están en el origen
        mismo del conflicto".  
         
                   Y centró su
        atención en dos temas fundamentales: "En primer término, la
        vigencia de los derechos económicos, sociales y culturales. Mientras
        subsistan sectores de la población viviendo por debajo de los límites
        de la dignidad de la persona humana, en condiciones de extrema pobreza,
        se darán condiciones para que la situación degenere en un nuevo
        conflicto.  Un campesinado
        desprotegido --sector mayoritario de la población--, sin tierras y sin
        alternativas para un mejor futuro, unido a una cantidad de personas que
        se reincorporan a la vida civil (tanto de la guerrilla como del
        ejército), merece recibir atención prioritaria para la satisfacción
        de las más elementales necesidades del ser humano. 
        Una vivienda digna, el derecho al trabajo, la educación y la
        salud, deben constituir el objetivo fundamental de las políticas del
        gobierno, y en este esfuerzo deben comprometerse, sin excepción, todos
        los sectores del país.  Ello
        no será suficiente, sin embargo, sin el decidido apoyo de la comunidad
        internacional, tanto bilateralmente como a través de la financiación
        multilateral de proyectos para el desarrollo.(...)  
         
                   (...) Ahora
        bien, --concluyó la CIDH-- paralelamente confluye un segundo aspecto,
        tan importante como el anterior en la consolidación de la paz. 
        En El Salvador no existe hoy en día, ni ha existido en el pasado
        reciente, una administración de justicia eficiente, imparcial, e
        independiente que constituya una garantía contra la impunidad y un
        medio efectivo de disuasión frente a la delincuencia".  
         
                   Sobre la base
        de estas apreciaciones, producto de la observación atenta y cuidadosa
        realizada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en
        ejercicio de sus atribuciones, durante la última década en El
        Salvador, se elabora el presente Informe, que cubre el período
        comprendido entre la firma de los Acuerdos y la etapa previa a las
        trascendentales elecciones de marzo de 1994. La síntesis brevemente
        expuesta constituye, ciertamente, el marco de referencia que ha
        delineado la realidad actual de El Salvador. 
         
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