ANEXO IX

 

COMUNICADO DE PRENSA

 

Nº 8/92

 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha tomado conocimiento con profunda consternación sobre el atentado ejecutado en el distrito de Miraflores, Uma, Perú, el 16 de julio pasado que ha dejado como saldo más de veinte muertos, muy numerosos heridos y cuantiosos daños materiales. Según la información recibida por la Comisión, tal atentado habría sido acompañado de otros atentados en diversos sectores de las ciudades de Uma y Callao y también se habría ejecutado junto con ataques a puestos policiales, acciones que han continuado en los días posteriores.

 

La Comisión se siente en la necesidad de reiterar nuevamente en esta ocasión, su más enérgica condena a este tipo de acciones criminales que siembran el sufrimiento y la destrucción entre la población y que provocan un estado de terror absolutamente inaceptable. La Comisión Interamericana ratifica los conceptos vertidos en su comunicado de prensa del 31 de octubre de 1991 cuando señaló que ninguna persona, grupo o Estado puede actuar de manera que lleve a lesionar los derechos reconocidos en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

 

La Comisión insiste, asimismo, en la invocación formulada por su Presidente, luego de su visita al Perú del 11 y 12 de mayo pasado, cuando señaló que encontraba imprescindible realizar el más enérgico de los llamados para que se termine con la violencia como forma de dirimir conflictos sociales y, de manera especial, que se elimine todo medio que pueda causar el terror y la intimidación, particularmente el uso de armas y explosivos que, por sus efectos indiscriminados, tienen un doloroso y gravísimo costo sobre toda la población, en especial la población civil.

 

La Comisión Interamericana continuará observando con particular atención la forma en que evolucione la situación en el Perú en materia de derechos humanos y espera que los peruanos puedan superar las situaciones de violencia que los afectan y restaurar en el más breve plazo las instituciones de una auténtica democracia representativa que, como lo ha señalado repetidamente la Comisión, son la mejor garantía de la vigencia de los derechos humanos.

 

Washington, D.C., 22 de julio de 1992