CAPÍTULO
V SITUACIÓN
DE LOS FAMILIARES DE LOS PRESOS POLÍTICOS EN CUBA
La Comisión ha considerado con interés el caso de los familiares de
los presos políticos en Cuba, por haber advertido en los testimonios
examinados, que el maltrato dado a los prisioneros se extiende también a
los miembros de su familia.
Según los testimonios y datos aportados a la Comisión, aparece:
a)
Que abundan los casos en que el arrestado, para obligársele a
confesar durante los interrogatorios a que es sometido, es amenazado con
represalias a los demás miembros de su familia.
Otros casos hay en que el arresto se hace en la persona de ambos cónyuges,
utilizando a uno de ellos como rehén para la confesión del otro.
No faltan ocasiones en que la fuga de un preso es sancionada con la
captura de la madre o el hijo de éste, sin que medie para ello motivo
justificado;
b)
Que el trato dado a los familiares del preso, cuando aquéllos van a
visitarlo, es humillante y vejatorio. Desde
el insulto de palabra hasta la amenaza de arresto o castigos corporales;
desde la ofensa moral de practicársele registros corporales a las mujeres
que acuden a visitar a sus familiares presos, hasta los casos en que han
sido detenidos o maltratados de obra;
c)
Que cuando una persona es detenida, sus familiares no son notificados
del lugar donde se encuentra el preso.
En no pocas ocasiones se ha llegado a fusilar al detenido, sin que
los familiares hayan podido conocer nunca cuál ha sido el paradero durante
el tiempo de encarcelamiento;
d)
Que el hecho de acudir a las cárceles a visitar a los familiares
presos, constituye un sufrimiento para las madres, hermanos e hijos del
encarcelado. En primer lugar no es fácil obtener permiso para la visita.
Muchas veces estas visitas son totalmente prohibidas, o concedidas muy de
tarde en tarde. En el caso de permitirse, los familiares se ven obligados a
guardar largas horas o días de espera en los alrededores del penal, hasta
poder pasar por las numerosas trabas previas a la visita;
e)
Que cuando el prisionero está recluido en el Presidio de Isla de
Pinos, la visita se hace sumamente penosa y arriesgada, ya que el Gobierno
cubano no permite a los familiares del preso trasladarse a vivir a Isla de
Pinos. En ese viaje, los
pasajeros viajan constantemente vigilados por milicianos y espías que al
menor descuido pueden proceder a arrestarlos, vejarlos, o impedirles la
visita. Una vez en la Isla de Pinos, el familiar del preso se ve impedido de
encontrar alojamiento y comida, siéndole necesario llevar lo suficiente
para varios días, debiendo dormir en alguna casa particular que se disponga
a acogerlo, o en parques o portales públicos. El Gobierno suele ordenar el
cierre de los establecimientos para evitar que allí coman o se alojen los
familiares de los presos, y
f)
Que en los casos de celebración de juicio, los familiares apenas son
avisados para el instante final de dicho acto; y una vez llegados al local
donde tiene lugar dicho juicio, son víctimas de insultos por parte del
fiscal o de los integrantes del tribunal.
A continuación se consignan algunos testimonios de personas
directamente afectadas por el maltrato dado a los familiares de los presos
políticos en Cuba:
1.
La esposa de un prisionero en Isla de Pinos, expuso a la Comisión lo
siguiente:88
Las visitas a Isla de Pinos son mucho más trágicas que las de otras
prisiones. Son las mismas
vejaciones, pero el número que se acumula para una visita en Isla de Pinos
es de miles de personas. Para evitar esta aglomeración de miles de
personas, cada circular limita el número de visitas, ya que por lo menos
tres personas iban a ver a cada preso, y la acumulación de personas daba
una impresión de mala propaganda para el Gobierno. Entonces limitaron las visitas a piso por piso. El barco que
lleva de Batanó a Isla de Pinos es un barco muy viejo. La gente va hacinada,
tirada en la cubierta como pueden, hombres, mujeres y niños, imagínese
usted el cuadro. El barco va lleno de guardias armados, rebeldes y
milicianos y demás civiles que se mezclan con los familiares para oír lo
que éstos dicen y poderlos denunciar si hablan contra el régimen. Se han dado casos de que por cualquier protesta, o por
cualquier abuso de uno de esos guardias, han habido tiros en esos barcos y
han habido mujeres y niños heridos. Se dio el caso de una muchacha que al
llegar el barco, no lo atracaron cerca del muelle, sino dejaron más de un
metro separado y dijeron: “El que quiera llegar, que salte”.
Y cuando empezaron a saltar una muchacha joven se trabó el pie y cayó
al agua, ahogándose en el mar.
La propia señora describió otros aspectos de esas visitas:89
Existe el caso de una señora que fue con su hija a entregar una jaba
de comida y misceláneas a la entrada de la prisión de Isla de Pinos. Esta
prisión, como todas las de Cuba, está vigilada con cañones en sus
entradas. Uno de esos cañones
o ametralladoras de gran calibre, instalados en las lomas que rodean el
presidio, se disparó y le cortó una pierna a la señora, hiriendo a la
hija.
2.
Una señora que visitó a su esposo en Isla de Pinos, declaró a la
Comisión lo siguiente:90
Cuando uno llega en ese grupo de cientos de personas a visitar a sus
seres queridos, el Gobierno manda cerrar los establecimientos, los hoteles,
para que las familias tengan que buscarse alojamiento por su cuenta.
Los establecimientos que no están con el Gobierno, son coaccionados
para que no cooperen con los familiares de los presos, bajo amenaza de que
pueden ser arrestados y enviados a prisión. Entonces todos cierran por
coacción. Usted ve el espectáculo
dantesco de cientos de mujeres y niños, ancianos, durmiendo en parques, en
aceras, y comiendo lo que llevan de su casa, porque el que no lleva allí
comida para alimentarse en el tiempo que va a estar allí, no come.
3.
Una señora a quien buscaban miembros del G-2, expuso la forma en que
procedieron éstos al entrar en su casa.91
Mi esposo logró esconderse y yo salí por otro lado, pero dejamos a
mi mamá que tiene 77 años a cargo de la casa. Esa noche llegó el G-2 y
figúrese la situación, pues los sirvientes la habían abandonado y ella
permanecía sola cerrada en su habitación. Abrieron a tiros la puerta de la
casa y rompieron a patadas la puerta de la habitación donde estaba mi madre,
y por el pelo la sacaron de la cama; la tiraron al suelo, la patearon y le
fracturaron 3 costillas. A mi otro hermano, cuando lo cogió el G-2, lo
desapareció, y al otro lo fusilaron.
4.
Un testigo presencial de algunos juicios revolucionarios, informó lo
siguiente:92
Hay un fiscal notorio en esos juicios, que se llama Fernando Flores
Ibarra, conocido por “Charco de sangre”. Este individuo acostumbra a
dirigir insultos a los familiares de los enjuiciados y al público, amenazándolos
con frases como éstas: “Ustedes pueden ser los próximos en el banquillo
y en el paredón”. También insultan a los abogados de los acusados,
muchos de aquéllos presos hoy por haber defendido con lealtad a sus
clientes.
5.
Una señora cuyo esposo guarda prisión en Cuba, describió los
atropellos cometidos contra sus padres:93
Cuando mi marido estaba detenido, o como le llaman ellos “retenido”,
se le aparecieron en la casa de mi madre cuatro señores vestidos de
milicianos, con metralletas, sentaron a mi padre y a mi madre en el sofá de
la sala, les hicieron un registro salvaje, les rompieron todo lo que tenían
les llevaron mil dólares, todo el dinero que tenían, todos los objetos que
para ellos tenían algún valor, bajo coacción armada, ¿y cuál era el
motivo? Pues yo no me enterado
todavía. Mi madre está viva
porque hay un Dios en el cielo, pero se ha quedado sorda y tiene problemas
de falta de equilibrio y pierde estabilidad al andar.
6.
Una madre, en carta de fecha 21 de enero de |963,94
informó a la Comisión lo siguiente:
Tengo un hijo preso desde hace cuatro años en la prisión de Isla de
Pinos. Hace siete meses que no tenemos noticias de él. No se nos contestan
las cartas que le hemos mandado. Él se encontraba enfermo de los nervios.
Le enviamos dos pomos de vitaminas y tampoco sabemos si llegaron.
7.
Una señora, tía de un preso recluido en la Isla de Pinos, en
denuncia fechada el 22 de enero de 1963,95
dijo lo siguiente:
Durante su permanencia en la cárcel de Camagüey, mi sobrino sufrió
dos fuertes ataques de hepatitis y también contrajo escarlatina y tifus. En
la prisión de Isla de Pinos ha continuado sumamente enfermo. Por ese motivo
su madre -–ue es mi hermana—se trasladó a dicha Isla a fin de estar
cerca de él y tratar de obtener informes de su estado de salud. Pero a los
pocos días tuvo que abandonar el lugar por orden dictatorial, debido a no
permitírsele a ningún familiar de preso residir allí.
Sólo en dos ocasiones mi hermana ha podido ver a su hijo, en los
quince meses de cautiverio, y durante las visitas efectuadas pudo presenciar,
horrorizada, actos de vejación y trato inhumano, tanto a los presos, como a
s sus familiares. Los alimentos, que permitían pasar, en la mayoría de los
casos eran arrojados a la vía pública bajo pretexto de que no estaban bien
envasados; y las medicinas, que eran de perentoria necesidad, después de
ser entregadas a las llamadas autoridades del penal, no llegaban a poder de
los interesados.
8
Un padre, cuyo hijo está cumpliendo pena de 30 años de privación
de libertad en Isla de Pinos, en escrito de fecha enero 21, de 1963,96
hizo la siguiente denuncia:
Después de celebrado el juicio contra mi hijo fui perseguido por
miembros del G-2, motivo por el cual tuve necesidad de trasladarme desde la
ciudad de Santa Clara a la de La Habana, donde permanecí oculto por dos
meses; pero como la persecución continuaba me vi forzado a salir del país,
dirigiéndome a Miami, en un bote el día 2 de abril de 1961.
He tenido noticias por mi esposa y por mis hijas que la vida de mi
hijo es cada día más difícil, ya que ellas no pueden llevarle comida ni
medicinas, ni ropa, porque no autorizan sus visitas.
9.
Un ex-magistrado de una Audiencia, que sufrió en 2 cárceles cubanas
prisión, en escrito de fecha 20 de enero de 1963,97
expresó lo siguiente:
El ensañamiento de la dictadura roja con los presos políticos no se
limita a éstos, sino que se extiende a sus familiares. A las hijas, madres
y esposas, cuando van a visitar a sus seres queridos presos, se les hace
esperar de pie, al sol o bajo la lluvia, durante horas. En las largas filas,
las insultan, las vejan y las enamoran con groserías. Muchas veces, después
de subir a pie las cuestas de la Fortaleza de La Cabaña o del Castillo del
Príncipe y tras largas horas de espera, encuentran que las visitas han sido
suspendidas con cualquier pretexto. Pero siempre, antes de llegar al lugar
donde ansiosamente les aguardan sus familiares encarcelados, tienen que
someterse a un registro vejaminoso, efectuado por mujeres de baja estofa,
casi siempre invertidas sexuales, que las tocan por todo el cuerpo con
soeces y groseros comentarios.
10.
Una madre, cuyo hijo fue fusilado, en escrito de fecha 21 de enero de
1963,98
hizo la siguiente denuncia: Después de un peregrinaje por distintos cuerpos policíacos, supe que a mi hijo lo habían enviado a las oficinas del G-2, a las cuales me dirigí y donde me informaron que allí estaba y que continuaría detenido en dicho lugar, lo que no era cierto. Me dieron esa información para evitar que siguiera buscándolo. Todos los días iba al G-2 y siempre se me notificaba la falsedad de que allí estaba mi hijo. Una vez a la semana le llevaba alimentos, cigarros, jabón, toallas, ropa, etc. Nada de eso llegó a sus manos. Todo se lo robaron en las oficinas del G-2, pues mi hijo ni siquiera se encontraba allí. Esto duró cinco meses; y todas las tardes suplicaba que me lo dejaran ver, pero siempre me fue negado. Al fin hubo un juicio de cuya celebración nos enteramos el mismo día en que se efectuó, lo cual dio lugar a que el abogado que iba a defender a mi hijo no pudiera hacerlo por tener ese mismo día y a la misma hora otro caso en el que se pedía la pena de muerte. Entonces se designó un abogado de oficio en el momento de empezar el juicio, en el cual solamente se permitió la presentación de 2 testigos, ambos miembros del G-2. El proceso terminó ya de noche; y a las once pasado meridiano de ese mismo día fusilaron a mi hijo. No dieron tiempo ni para la apelación. Lo único que me aconsejaron fue que me dirigiera lo antes posible al necrocomio para reclamar el cadáver, que no pude ver y ni siquiera me permitieron enterrarlo en la bóveda familiar. Sólo vi el ataúd junto con siete más; y a las 6:30 de la mañana lo enterraron en la fosa común. Ese día en el Cementerio, al lado de la fosa de mi hijo vi preparadas 14 más, las cuales al día siguiente cuando volví ya estaban cubiertas. [
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Doc. No. 34 en los Archivos de la Comisión. 89
Doc. No. 36 en los Archivos de la Comisión. 90
Doc. No. 38 en los Archivos de la Comisión. 91
Doc. No. 99-A en los Archivos de la Comisión. 92
Doc. No. 76 en los Archivos de la Comisión. 93
Doc. No. 20 en los Archivos de la Comisión. 94
Doc. No. 23 en los Archivos de la Comisión. 95
Doc. No. 25 en los Archivos de la Comisión. 96
Doc. No. 26 en los Archivos de la Comisión. 97
Doc. No. 29 en los Archivos de la Comisión. 98
Doc. No. 45 en los Archivos de la Comisión. |