CAPÍTULO XII

 

DERECHOS POLÍTICOS, “TREGUA POLÍTICA”

Y DESTRUCCIÓN DEL REGISTRO CÍVICO

 

 

1.          Después de haber declarado el 8 de octubre de 1973 que la misión del nuevo Gobierno es “extirpar de Chile al marxismo” y que todo acto de difusión de esa doctrina constituye delito (decreto-ley Nº 77), el 11 de octubre del mismo año el Gobierno instituye la “tregua política”, declarando “en receso” a todos los partidos que aún sobrevivían, esto es, a los no marxistas (decreto-ley Nº 78).

 

          Se ha creado así, por lo menos en la letra de las disposiciones sancionadas por el nuevo Gobierno, una especie de vacío, de hueco en la vida social, por la muerte de los partidos de inspiración marxista y por la parálisis o la atonía de los demás partidos.

 

          Claro está que tal parálisis o atonía no se produce en el campo de las ideas, de las mentes individuales, por cuanto seguirá habiendo conservadores y reformistas, gentes de derecha, de centro y de izquierda. El vacío, el hueco, se produce en el campo de los medios hábiles y lícitos para encauzar y permitir que se expresen y actúen esas variedades del pensamiento político.

 

2.       Pero se ha ido aún más lejos. El decreto-ley Nº 130, del 13 de noviembre de 1973, en vista de que investigaciones practicadas “por organismos públicos y universitarios ha comprobado la existencia de graves y extendidos fraudes electorales”, declara, en un acto de tremenda gravedad, la caducidad de todos los Registros Electorales del país. Como para que no queden dudas, se agrega que ello importa dejar sin aplicación “todas las disposiciones legales y reglamentarias que exijan acreditar la inscripción en los Registros Electorales”.

 

          Dicho de otro modo, dentro de un futuro razonable no podrá haber elecciones ni plebiscitos.

 

          La medida se complementa por decreto del 17 de junio de 1974, que autoriza al Director del Registro a vender todo el papel de los Registros a una fábrica de papel, para “recuperar la materia prima”.

 

          Los periódicos de Santiago del 7 de julio publican fotografías documentando el acto de destrucción física de esa documentación, sin la cual se torna imposible el ejercicio de los derechos políticos.

 

3.          ¿Cuáles son esos estudios acerca de los vicios de que adolecería el Registro y cuál sería la entidad de tales vicios?

 

          La Universidad Católica de Chile realizó un estudio, luego de las elecciones de 1970, que está publicado en el “Libro Blanco”, editado por el actual Gobierno de Chile (página 220 y siguientes). Del mismo se desprende que en esas elecciones ocurrieron algunos actos anómalos, como suele ocurrir en todas las elecciones. Por vía conjetural, el estudio concluye que, al tiempo de esa elección, debía haber en el Registro unas 250,000 inscripciones fraudulentas.

 

          Como, de acuerdo con el crecimiento vegetativo, el Registro Cívico de Chile debería llegar en 1970 a los cinco millones de inscritos, el número de las inscripciones fraudulentas –aún calculadas por dicho método conjetural—no excedería del cinco por ciento del total de las inscripciones.

 

          No es concebible que a esta altura de los tiempos, con los medios técnicos de que se dispone, entre depurar un Registro Cívico en el cual se detecta un cinco por ciento de inscripciones fraudulentas, y destruirlo de raíz, se opte por esta segunda solución.

 

4.       El “Libro Blanco”, en su página 7, establece que los fraudes electorales descubiertos fueron de cuatro tipos:

 

          a)          Doble inscripción de una persona, como alfabeto y como analfabeto.

 

          b)          Suplantación simple del elector (vota otra persona por él, aprovechando que el inscrito está fuera del país, es renuente a votar, etc.).

 

          d)          Suplantación de electores fallecidos, que no han sido dados de baja.

 

          En puridad, el caso “b” no demuestra irregularidad alguna en el Registro. Lo que hay es empleo abusivo de un documento de identificación por persona diferente de su titular.

 

          El trabajo necesario para poner de manifiesto y enmendar los vicios del Registro por las causales “a”, “c” y “d”, aplicando técnicas actuales, no puede insumir mucho tiempo.

 

          Pero la reconstrucción total del Registro Cívico, en un país con 10 millones de habitantes y las características geográficas de Chile, sí llevará mucho tiempo. Será “un trabajo de años”, como lo declaró al diario “El Mercurio” del 2 de julio el Secretario de Prensa del Gobierno, señor Willoughby. 

 

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